La desmedida tala apunta a una peligrosa disminución de bosques que nos dan identidad
El campo es tan bello que por eso invierten ahí los urbanizadores. La cabalgante indiferencia para con el medioambiente es cosa de todos y de todos los días. Tal vez por eso no puedo evitar sentirme a la vera de una apocalíptica catástrofe ecológica que, de no corregir el rumbo, en breve no existirá la vida como la conocemos. Le cuento.
Me comí la infancia en medio de matorrales, árboles y magueyes y sacié mi adolescencia con agua pura de manantiales. Ahora, al observar el entorno sólo quedan lamentos y recuerdos. No fui el único, quienes nacimos en el tercer tercio del siglo XX disfrutamos de la campiña tlaxcalteca y, en el medio rural, capturamos carpas y ranas en el Zahuapan.
A la par, también comí en tortilla de maíz el chito y chiles locos asados sobre carbón producido en la Malinche; las tejas de mi hogar eran sostenidas por morillos y tejamanil que, a lomo de burro, gente de Tetlanohcan traía de la montaña madre. Nuestra modesta mesa y sillas de madera eran elaboradas en las comunidades aledañas a la Malinche.
Todo eso tiende a desaparecer. El uso desmedido de recursos naturales apunta a una peligrosa disminución de los bosques que, además de agua y oxígeno, nos dan identidad. Cada día vemos una Malinche más calva, que va dejando de ser la “Dueña de la falda verde”.
En mucha menor escala, tal fenómeno ocurre en los norteños bosques del estado, tal vez porque ahí los particulares propietarios practican una controlada explotación maderera.
ÁREA NATURAL PROTEGIDA
Hace unos días nos enteramos de la creación del oficial Consejo Asesor del Parque Nacional Malinche que, en el texto estará facultado para emprender acciones de rescate del Área Natural Protegida: combatir la tala clandestina y la atención de diversas plagas como el gusano descortezador. Ya veremos en la práctica sus resultados.
Muy apreciado acto protocolario, sin duda, particularmente por la presencia de titulares de las dependencias encargadas de atender el medioambiente, quienes no escatimaron loas para Tlaxcala y sus áreas boscosas. Ojalá, el monto financiero destinado sea acorde a sus floridas palabras.
¿Por qué no se abatió la pasada plaga de gusano descortezador? Porque era menester adquirir una especie de vacuna para inocular los árboles y, ¿qué cree? Pues no hubo dinero para ello, así que lo menos malo fue autorizar el derribo de árboles infectados que, se niegue cuanto se niegue, resultó productivo negocio para los deshonestos madereros quienes también, se niegue cuanto se niegue, talaron árboles sanos “al fin que el escarabajo los atacaría”.
Derribar árboles maduros no es del todo malo, pues la comunidad debe utilizar los recursos maderables para un mejor vivir. El problema es el abuso y explotación inmoderada. Otro inconveniente es que los árboles de renuevo no se desarrollan al mismo ritmo que los derribados.
Baste revisar el archivo de este Diario. Desde su fundación, hace 68 años, la nota más recurrente e infaltable año con año es la consignación de campañas de reforestación en la Malinche, la siembra de miles, ¡qué digo miles, millones! de arbolitos que, si los sumáramos, a estas alturas no cabría un árbol más en la tierra de Xicohténcatl y Camaxtli.
¡No es suficiente plantar arbolitos y abandonarlos a su suerte! Urgen programas efectivos de protección. Basta de responder que los incendios no afectan, que solo se queman pastizales. Lo que las autoridades del ramo se niegan a reconocer es que cubiertos por los pastizales están los renuevos y arbolitos que, en las más de las veces, fueron plantados por la sociedad y estudiantes esperanzados en un entorno más verde. Como prueba está Tizatlán, donde el fuego dio al traste con el plan de reforestación del cerro El Ostol.
Lamentablemente gran parte del fuego destructor es causado por nosotros. Sí, por nosotros que accidental o deliberadamente los causamos. Que en paseos o viajes por carretera no respetamos las recomendaciones para evitar incendios forestales, que hacemos quemas agrícolas sin ningún recato y que, para tranquilizar nuestra conciencia, culpamos a las autoridades por “no hacer nada” al respecto.
PROGRESO CONTAMINANTE
Es innegable que el progreso llega en paquete. Así, junto con las empresas que nos dieron empleo, surgieron los contaminantes que, en medio siglo, transformaron al río Zahuapan en rivera de aguas negras, donde también se suman los desechos de los cómodos sistemas sanitarios que trajo consigo la modernidad a nuestros hogares.
En el tema de contaminación ambiental mucha tela hay de dónde cortar: el imparable ecocidio del Zahuapan, las plantas tratadoras convertidas en elefantes blancos, la cada día más pequeña laguna en Acuitlapilco, los anacrónicos rellenos sanitarios, el indebido manejo de residuos peligrosos, la tala hormiga para facilitar la urbanización, el desinterés de municipios (ahí te hablan, Texoloc) para implementar medidas apremiantes a favor de la ecología y un largo etcétera.
Estimado lector, apreciada lectora. Si sus ojos han llegado hasta este renglón agradezco su preocupación por el tema y le saludo con una frase de Confucio: “Si sirves a la Naturaleza, ella te servirá a ti”, o lo que es lo mismo, si la respetamos y cuidamos podremos aprovecharla en todo su esplendor.
MIOPÍA
A propósito del tema ecológico y al margen de si tienen o no razón, a quienes se oponen a la poda o probable derribo de árboles para la implementación de un sistema de transporte eléctrico llamado autotrén, les sugiero se den una vuelta allá por la Loma Xicohténcatl, al interior de las instalaciones del Cbtis 3.
Ahí verán los restos de un buen lote de árboles recién derribados, ignoro si con o sin permiso de las autoridades ambientales. ¿Eso no interesa? ¿Criticar eso no es redituable políticamente? ¿Ellos sí tienen justificación para la tala? ¿Eso no es daño, es progreso?
Y si remotamente alguien se toma el tiempo de hacerlo, pues de paso vayan a la Rectoría de la UAT, donde para construir un moderno edificio derribaron árboles sin el permiso correspondiente; ahora que si demuestran que alguna institución encargada de proteger el medioambiente otorgó los permisos oportunamente a la Universidad, me retractaré de lo dicho.
PUYAZO
Cuando le conocí me pareció un joven político auténtico y hasta simpático. Muchas críticas le valieron acciones como el orinarse en un transporte público o fusilarse un breve discurso de la serie televisiva House of Cards. Sin embargo, lo único que hicieron fue colocar a Miguel Ángel Covarrubias en una inusitada palestra que lo mantuvo vigente en el escenario político local.
No siempre segundas partes son mejores. En mi opinión, el escenario montado en la alcaldía capitalina para la defensa de su hermano, por una supuesta arbitraria revisión a su persona y a su vehículo, estuvo cargado de cursilería que, pronto lo sabremos, no tendrá el mismo efecto de escenarios anteriores. Cuando el buen gusto se vuelve cursi, a un paso está de convertirse en grotesco.