En la biblia, Marcos 8:34, se consigna que Jesús dice: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Pero ¿qué significa ese “es tu cruz”? En el siglo I, llevar la cruz era llevar públicamente, por el camino hacia la muerte, el propio mecanismo de ejecución, viviendo así no solo la angustia sino el ridículo.
Lo que NO significa “tome su cruz” es llevar una carga a través de tu vida que te haga daño, que signifique sufrimiento perpetuo, dolor inefable, hondo, profundo. Eso NO significa el llamado de quien con su vida, enseñanza y muerte es poder superior del cristianismo, religión con mayor número de creyentes en el planeta, con aproximadamente 2,500 millones de seguidores.
Para muchos cristianos, “llevar la cruz” evoca un extraño sentimiento de orgullo por sufrir sin chistar, por vivir con resignación y no con amor y vivificación. Estamos hechos para la felicidad y no para el sufrimiento, pero para millones, específicamente de mujeres y niñas “llevar la cruz” es vivir en un entorno de subyugación, humillaciones, limitación y golpes; es sufrir violencia de género pensando que es merecida porque en la cultura patriarcal que nos envuelve, esa que justifica la violencia contra ellas, las mujeres nacimos para servir y vivir en el dolor. Nada más falso.
La violencia contra las mujeres es una de las violaciones de derechos humanos más extendida en el planeta. En honor a las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Mirabal que lucharon en República Dominicana contra la sangrienta dictadura de Rafael Leónidas Trujillo y a quienes este desalmado mandó matar a golpes y tirar su automóvil al fondo de un barranco, lo que sucedió el 25 de noviembre de 1960, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró a partir de 1999, al 25 de noviembre como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer”. A partir de ese día y por 16 días hasta llegar al 10 de diciembre, “Día de los Derechos Humanos”, se hace activismo para visibilizar y actuar en contra de esta violencia que mata diariamente a inocentes solo por haber nacido mujer.
Algunas cifras que comparte la ONU sobre violencias de género son:
En el mundo, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia; el 56% de los homicidios de mujeres son cometidos por sus parejas u otros miembros de la familia, mientras solo el 11% de los homicidios de hombres se producen en la esfera privada; al menos 200 millones de mujeres y niñas de 15 a 49 años han sido sometidas a la mutilación genital femenina en los 31 países en los que se concentra esta práctica; el 82% de las parlamentarias declararon haber sufrido algún tipo de violencia psicológica durante su mandato.
La violencia, esto es, el uso inapropiado del poder crece siempre. Algunas conductas que deben ser banderas rojas en una relación son: bromas hirientes, chantajes, ley del hielo, celos, culpabilizar, humillar en público, manosear, caricias agresivas, encerrar, sextorsión, difundir contenido íntimo sin consentimiento, amenazar de muerte, abusar sexualmente y, por supuesto, la máxima expresión, hacer válido aquello de “eres mía y de nadie más” hasta llegar al feminicidio.
Hay diversos tipos y formas de violencia contra las mujeres, como la económica, psicológica, patrimonial, sexual, física, digital, institucional, obstétrica, etc. Un enorme error que puede costar vidas es juzgar de tonta a alguien que vive violencia y no se aleja. Ellas están sufriendo síndromes como personalidad bonsai, adaptación paradójica a la violencia, mujer maltratada y estocolmo doméstico, por mencionar algunos. No es que no quiera salir, es que no puede, no sabe cómo, el violentador la aisla al grado de perder sus apoyos sociales…siente impotencia y quiere ser libre, pero cree que debe cargar su cruz y, como los pájaros, cantar desde su jaula.
Si vives violencia, busca ayuda, si sabes de alguien que la sufra, acompaña, apoya y provee ayuda profesional. ÚNETE para acabar con este flagelo. ¡ÚNETE! Invierte para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. Nadie merece vivir violentada. La siguiente cargando la cruz hacia su propia muerte podría ser la mujer que amas más.
Si vives violencia, busca ayuda, si sabes de alguien que la sufra, acompaña, apoya y provee ayuda profesional. ÚNETE para acabar con este flagelo.