¡El acoso escolar o bullying es real!... Es un fenómeno infantil o juvenil tan constante que las autoridades lo minimizan. Es cierto que en muchas escuelas se castiga con la expulsión, pero sigue y seguirá presente.
Los estudiosos del tema de la violencia juvenil afirman que este fenómeno forma parte de la naturaleza humana. Y esto es una verdad incontrovertible. Los clásicos marxistas dijeron que “el hombre es el lobo del hombre”. Pero en la esfera individual se manifiesta cotidianamente.
Siempre existirá alguien a quien no le parezca el comportamiento de otro y lo violentará constantemente, hasta que aquel le responde de la misma forma. Pareciera que, como género humano, nuestro destino de no coexistir en la civilidad y la paz es necesaria, ya que, mediante ella, se miden fuerzas, se establecen jerarquías y líneas de mando social y esto se produce desde la infancia y se manifiesta a lo largo de toda la existencia.
El acoso escolar en Tlaxcala es constante, como igual las peleas entre adultos y hasta los homicidios, que siembran cadáveres por doquier –tema que se calla pero que es una constante. ¡Es la violencia humana siempre presente! Tan lo es, que ha dado paso al establecimiento de normas jurídicas, religiosas morales o éticas.
“No matarás” reza uno de los mandamientos y es que, asomándonos a la historia, los siglos son una muestra de cómo se confrontan los individuos, los grupos y las naciones. Sería prolijo reseñar en tan pocas líneas la historia de la violencia humana. Pero sabemos que Rómulo mato a Remo, en la fundación de Roma, porque no respetó los límites de lo suyo.
Bajo la violencia han desaparecido imperios y surgido otros, se han borrado fronteras y se ha producido destrucción de civilizaciones, secuestros, cuantiosos robos de riquezas y violaciones tumultuarias. Las guerras de conquista –como la que México sufrió–, son guerras de exterminio. La constante violencia entre mexicas y tlaxcaltecas –les llamaban guerras “floridas”– eran tan sanguinarias y despiadadas como cualquier otra.
En la vida actual se desfoga el ansia de confrontación mediante los deportes. El futbol, cuando desborda la mera conducta deportiva, termina en zafarrancho. Muchas celebraciones bajo los influjos del alcohol y la presencia de rencores, terminan en violencia. Los campeonatos del mundo y los juegos olímpicos son competencias de fuerza, destreza, velocidad, resistencias, pero quien consigue una medalla se enorgullece porque la presea es la presunción de que quien la posee, supera a todos los del planeta.
Medirnos con los demás mediante la violencia habita en lo más profundo de la naturaleza humana, tan es así que quien es víctima de la dominación resulta ser el vencido, el conquistado, el que queda sujeto a la voluntad del vencedor. Los más ricos del mundo, compiten entre ellos por ver quién acumula mayor riqueza y se jactan de ello, como que el ahora hasta una empresa aeroespacial posee.
De cualquier forma, aquel jeque árabe petrolero aunque acumule una “burrada de millones” y su automóvil sea de oro puro, cuando venga la muerte no será sepultado con su fortuna. Los faraones egipcios sí lo hicieron y se han encontrado cámaras mortuorias en donde depositaron inmensas riquezas –por si regresaba a la vida– dispusieran de ellas.
Tales ostentaciones solo han servido para que la posteridad se entere de los rasgos distintivos de esas civilizaciones. Por cierto, que entre los grandes imperios como el otomano –que dio paso a la fundación de la actual Turquía–, la lucha del primogénito por el poder obligaba a matar a sus hermanos y esa es una muestra de cuántos crímenes palaciegos se han ocultado en las paredes de los palacios.
La historia del Vaticano es otra en donde el poder se ha discutido con violencia. Y alguno que otro pontífice ha sido víctima mortal de sus enemigos. ¡La violencia humana siempre presente en cualquier estadio histórico! Siempre buscando ponerle “la pata en el pescuezo a los demás” para dominarlos y tener poder.
Ahora mismo, la historia cotidiana registra un conflicto europeo que surgió entre dos naciones por odios históricos, se puede irradiar y convertir en un conflicto regional y nuclear. No debe olvidarse lo que Hiroshima y Nagasaki dejaron como lección para la historia humana.
Pero es a partir de la Segunda Guerra Mundial que se entendió la importancia de la investigación armamentista –que dejó el régimen nazi. Las potencias mundiales –¡el destino manifiesto!– entendieron que había que ser potencia militar con tecnología de punta para que “el que estaba enfrente” no quisiera dominar y, para ello, había que investigar desarrollar y fabricar nuevas armas, deshaciéndose, mediante guerras periódicas, de las anteriores y de paso endeudar a las naciones en pugna.
¡La humanidad parece destinada a la violencia permanente! Por toda esta reflexión, resulta plausible que se denuncie y castigue el bullying en una escuela particular aquí en Tlaxcala, pero esto no garantiza la extinción del fenómeno que seguirá existiendo. Algunas instituciones canalizan el instinto de violencia, mediante caballerosos encuentros deportivos, pero es tarea ardua que debe ser constante. Mientras todo ello ocurre seguirá existiendo el acoso escolar en Tlaxcala porque, reitero, que ¡la violencia está presente en cada cromosoma del ser humano!
¡La violencia humana siempre presente en cualquier estadio histórico! Siempre buscando ponerle “la pata en el pescuezo a los demás” para dominarlos y tener poder.