/ viernes 12 de julio de 2024

Anatomía de lo social / Cursos de verano

Es imposible educar a los niños al por

mayor; la escuela no puede ser el

sustitutivo de la educación individual.

Alexis Carrel


Una vez concluidas las actividades escolares, se inicia la etapa del receso o vacaciones, según la perspectiva de cada quien, así como la incorporación de niños, niñas y jóvenes a los popularmente llamados cursos de verano que les ofrecen algunas instituciones de gobierno y otras tantas particulares, en este sentido, quienes habrán de participar ya han seleccionado, con anticipación, el lugar en el que se ocuparán en este periodo de tiempo que se considera como el parteaguas entre un ciclo y otro, según el calendario oficial; desde luego, la selección, en muchos casos, se basó en los programas que les permitirán a los participantes desarrollar capacidades y habilidades para el futuro.

Más allá de las características e intereses particulares, se deben considerar otros aspectos que condicionan la participación en estos cursos de verano y que, de alguna manera, son su razón de ser; por ejemplo, se puede decir que hay quienes buscan lugares de esparcimiento, otros de regularización en aquellas áreas donde no lograron el aprendizaje esperado. Por otro lado, también hay otros actores que se ven involucrados de manera indirecta, y que también tienen un papel muy importante, es decir, los padres de familia, pues son ellos quienes solventan el costo de los cursos.

Bajo estas premisas, se puede percibir una interpretación muy rudimentaria de los involucrados en estos eventos de verano; sin embargo, resulta importante destacar la utilidad que los representa; entonces hay que clasificar los niveles y los grupos de edad, así como los intereses de cada uno de ellos; desde una postura particular, en referencia a los niños y niñas, se puede afirmar que el papel de cada uno nada tiene que ver con los aprendizajes, y sí con un proceso más amplio de socialización, al conocer a sus iguales en otro contexto, que le genera conocimiento, seguridad y confianza, al no tener la exigencia de las tareas escolares, estimulando, además, valores como la amistad, el respeto, el compromiso, así como la interacción, en cuanto se realizan dinámicas grupales que facilitan este proceso.

En asociación con este grupo, los padres de familia también tienen un papel muy destacado al aportar el costo de los cursos, en independencia a sus necesidades, por ejemplo, cuando los padres trabajan y no cuentan con alguna ayuda alterna, se ven obligados a mandar a su hijos a esos espacios donde los conductores se convierten en tutores y cuidadores, sustituyendo a los padres; no se puede soslayar que también la figura familiar es suplantada al dejar de un lado sus obligaciones cuando no se tiene ningún compromiso laboral, solo por evadir sus responsabilidades.

Para la mayoría de los jóvenes las expectativas de participar en los talleres que se implementan en los cursos de verano se orientan, en la mayoría de las veces, a buscar alternativas para regularizarse o nivelarse en su papel como estudiantes escolarizados, de tal manera que la escuela de verano se puede observar como una oportunidad para ampliar o mejorar sus conocimientos, al tener un espacio más flexible hasta una educación más personalizada.

En otro sentido, lejos de lo académico, también se logra la interacción y convivencia con “nuevos” compañeros, cuya temporalidad tan limitada en sus relaciones les permite mejorar sus habilidades sociales, el desarrollo individual, así como el conocimiento de otras características culturales de los integrantes del grupo al que fueron incorporados.

Sin duda, la naturaleza variada de los populares cursos de verano permite su clasificación, algunos se dedican a lo académico, otros a fomentar la relaciones interpersonales, otros más a la cultura y el deporte, con todo este menú de ofrecimientos, la demanda también ha aumentado, es muy común ver las convocatorias que expresan las actividades a realizar, junto con el costo de los cursos, lo que de alguna manera también posibilita la demanda, asegurando el éxito para quienes tienen la oportunidad de ofrecer cursos y de recibir a los participantes.

Después de hacer una referencia muy breve de los beneficios de los cursos de verano, de los intereses particulares, ya sea de las familias o de los niños, niñas y jóvenes, y aunque pareciera toro pasado, todavía se puede considerar, porque lo amerita el caso, revisar las condiciones en las que estarán los hijos, relacionados con las instalaciones, bajo el supuesto de que deben contar con todo lo indispensable para garantizar la estancia de los ingresados, en un adicional muy importante es que los conductores de los talleres, dinámicas, enseñanzas, tengan no solo la experiencia, sino además el documento que los acredite como especialistas para impartir, organizar y controlar todo aquello que tiene que ver con los cursos de verano.


Es imposible educar a los niños al por

mayor; la escuela no puede ser el

sustitutivo de la educación individual.

Alexis Carrel


Una vez concluidas las actividades escolares, se inicia la etapa del receso o vacaciones, según la perspectiva de cada quien, así como la incorporación de niños, niñas y jóvenes a los popularmente llamados cursos de verano que les ofrecen algunas instituciones de gobierno y otras tantas particulares, en este sentido, quienes habrán de participar ya han seleccionado, con anticipación, el lugar en el que se ocuparán en este periodo de tiempo que se considera como el parteaguas entre un ciclo y otro, según el calendario oficial; desde luego, la selección, en muchos casos, se basó en los programas que les permitirán a los participantes desarrollar capacidades y habilidades para el futuro.

Más allá de las características e intereses particulares, se deben considerar otros aspectos que condicionan la participación en estos cursos de verano y que, de alguna manera, son su razón de ser; por ejemplo, se puede decir que hay quienes buscan lugares de esparcimiento, otros de regularización en aquellas áreas donde no lograron el aprendizaje esperado. Por otro lado, también hay otros actores que se ven involucrados de manera indirecta, y que también tienen un papel muy importante, es decir, los padres de familia, pues son ellos quienes solventan el costo de los cursos.

Bajo estas premisas, se puede percibir una interpretación muy rudimentaria de los involucrados en estos eventos de verano; sin embargo, resulta importante destacar la utilidad que los representa; entonces hay que clasificar los niveles y los grupos de edad, así como los intereses de cada uno de ellos; desde una postura particular, en referencia a los niños y niñas, se puede afirmar que el papel de cada uno nada tiene que ver con los aprendizajes, y sí con un proceso más amplio de socialización, al conocer a sus iguales en otro contexto, que le genera conocimiento, seguridad y confianza, al no tener la exigencia de las tareas escolares, estimulando, además, valores como la amistad, el respeto, el compromiso, así como la interacción, en cuanto se realizan dinámicas grupales que facilitan este proceso.

En asociación con este grupo, los padres de familia también tienen un papel muy destacado al aportar el costo de los cursos, en independencia a sus necesidades, por ejemplo, cuando los padres trabajan y no cuentan con alguna ayuda alterna, se ven obligados a mandar a su hijos a esos espacios donde los conductores se convierten en tutores y cuidadores, sustituyendo a los padres; no se puede soslayar que también la figura familiar es suplantada al dejar de un lado sus obligaciones cuando no se tiene ningún compromiso laboral, solo por evadir sus responsabilidades.

Para la mayoría de los jóvenes las expectativas de participar en los talleres que se implementan en los cursos de verano se orientan, en la mayoría de las veces, a buscar alternativas para regularizarse o nivelarse en su papel como estudiantes escolarizados, de tal manera que la escuela de verano se puede observar como una oportunidad para ampliar o mejorar sus conocimientos, al tener un espacio más flexible hasta una educación más personalizada.

En otro sentido, lejos de lo académico, también se logra la interacción y convivencia con “nuevos” compañeros, cuya temporalidad tan limitada en sus relaciones les permite mejorar sus habilidades sociales, el desarrollo individual, así como el conocimiento de otras características culturales de los integrantes del grupo al que fueron incorporados.

Sin duda, la naturaleza variada de los populares cursos de verano permite su clasificación, algunos se dedican a lo académico, otros a fomentar la relaciones interpersonales, otros más a la cultura y el deporte, con todo este menú de ofrecimientos, la demanda también ha aumentado, es muy común ver las convocatorias que expresan las actividades a realizar, junto con el costo de los cursos, lo que de alguna manera también posibilita la demanda, asegurando el éxito para quienes tienen la oportunidad de ofrecer cursos y de recibir a los participantes.

Después de hacer una referencia muy breve de los beneficios de los cursos de verano, de los intereses particulares, ya sea de las familias o de los niños, niñas y jóvenes, y aunque pareciera toro pasado, todavía se puede considerar, porque lo amerita el caso, revisar las condiciones en las que estarán los hijos, relacionados con las instalaciones, bajo el supuesto de que deben contar con todo lo indispensable para garantizar la estancia de los ingresados, en un adicional muy importante es que los conductores de los talleres, dinámicas, enseñanzas, tengan no solo la experiencia, sino además el documento que los acredite como especialistas para impartir, organizar y controlar todo aquello que tiene que ver con los cursos de verano.