/ viernes 20 de septiembre de 2024

Anatomía de lo social / Terremoto y simulacro

No se puede ganar una guerra como tampoco se puede ganar un terremoto.

Jeannette Rankin


A treinta y nueve años de una de las catástrofes mas devastadoras, todavía quedan en la mente de muchos las imágenes que dan testimonio a este lamentable acontecimiento, justamente para quienes tenían, y siguen teniendo, la costumbre de que, al despertar, se preparan para iniciar las labores cotidianas, no sin antes observar las noticias en la televisión o en los periódicos; precisamente en un programa de noticias, así se recuerda, en el programa “Hoy Mismo”, cuyos conductores principales eran el periodista Guillermo “Memo” Ochoa, Lourdes Guerrero y Juan Dosal, siendo las 7:19 de septiembre de 1985, inició la tragedia, aun cuando, sin sospechar la magnitud del sismo, 8.1 en la escala de Richter, todavía en el medio informativo la Sra. Lourdes Guerrero dijo: “Ah Chihuahua, está temblando”, siendo prácticamente una de las ultimas frases dichas al aire, este fue el preludio del cataclismo.


A pesar del tiempo transcurrido, siempre quedará el recuerdo de la tragedia donde se perdieron cientos de vidas humanas, dejando dolor y desolación entre quienes padecieron el infortunio de que algún ser querido perdiera la vida, así como de todos aquellos desaparecidos sin tener la oportunidad de darles sepultura, tristemente, esta es una de las secuelas mas tristes para quienes lo vivieron de esa manera. Por eso, la fecha se quedará en la memoria colectiva de los mexicanos. Aunque las ceremonias de recuerdo no llenan los vacíos, cuando menos se puede decir que se manifiesta un interés por participar en este tipo de circunstancias.


En una pretendida explicación del fenómeno, se dice que su epicentro se localizó en el Océano Pacífico, cerca de la desembocadura del río Balsas, en la costa del estado de Michoacán; además, hay que aclarar que México se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del mundo, debido a la interacción de varias placas tectónicas: la del Caribe, del Pacífico, de Norteamérica, de Rivera y la Placa de Cocos, esta interacción hace que los sismos sean comunes en diferentes partes del país y a lo largo del año; aunque la fecha se ha repetido, según los expertos, no se ha encontrado una vinculación científica de estas reiteraciones, sólo se ha convertido, para muchos, en una fecha que trae consigo eventos impredecibles, generándose hasta preocupación, por un lado, e ironía, por otro, acompañados del humor negro de los mexicanos, así como del miedo y la incertidumbre.


Más allá de lo incuantificable en las perdidas de la vida, también hubo otro tipo de daños, por ejemplo, el derrumbe de edificios y viviendas, algunos de ellos quedaron sin poder usarse, y, desde luego, las casas, sin poder habitarse, en este sentido, se dice que de la infraestructura destruida, hasta la fecha aún no se recibió ningún apoyo para resolver los problemas causados por el terremoto.


No se puede soslayar que floreció uno de los valores más importantes entre las personas, el de la solidaridad, donde miles de personas se involucraron en los trabajos de búsqueda y salvamento de quienes habían quedado bajo los escombros, con la fortuna de poder rescatar con vida a muchas de ellas, sin importar los riesgos que implicaba el movimiento de los materiales de construcción, la gente se sumó a las actividades, dando muestra también de organización, muchas veces superando a las instituciones que también ya se habían incorporado a esas labores.


En términos económicos, por supuesto, las pérdidas fueron cuantiosas, mucha gente perdió no solo sus casas, sino también todo su mobiliario, quedando en la indefensión, teniendo que adaptarse, por obligación, a esas condiciones de precariedad, solo la nobleza de muchos mexicanos que, otra vez, en actitud solidaria, repartieron alimentos de primera necesidad, ropa y cobijas para guarecerse de las inclemencias del tiempo, no hay precisión de cuáles fueron las aportaciones del gobierno, pues el pueblo de México, en una especie de hermandad, pudo apoyar la causa y las necesidades comunes.


Derivado delas tragedias sísmicas, se han implementado una serie de medidas de prevención para enfrentar este tipo de fenómenos, claro está que no es luchar en contra de lo impredecible de la naturaleza, por el contrario, la propuesta va justamente en el sentido de ofrecer posibilidades de evitar alguna tragedia, donde se establecen vínculos entre las instituciones y la sociedad, digamos que esto es el origen y la causa de una cultura que pueda influenciar en las personas sobre las formas de autocuidarse en caso de ser necesario.


En la actualidad, se hace evidente en algunos edificios públicos el establecimiento de las rutas de evacuación, indicaciones para protegerse en lugares estratégicos para ocultarse de un posible siniestro, es decir, se extreman medidas de seguridad en beneficio de quienes por alguna razón se encuentra en lugares de riesgo, para en caso de poderlo evitar.


Tal vez pueda pensarse que la anticipación a un desastre natural, en este caso de los temblores, es inútil en cuanto no haya probabilidades de que pueda ocurrir, sin embargo, preparar un plan de seguridad es importante, donde se incluya, en primera instancia, el resguardo de los documentos personales y de la familia, tener una mochila de emergencia con objetos de uso obligado para conservar la vida y la salud. En fin, todo indica que prevenir para cuidarse es muy importante, sobre todo, inculcar a los niños la importancia de poder salvar cualquier contingencia natural, luego entonces, el interés construido servirá para enfrentar cualquier tipo de fenómenos emanados de la naturaleza.