El papel de las mujeres en el progreso de la
civilización es mucho mayor que el del hombre, por lo
que debería desarrollar sus aptitudes de acuerdo
con su naturaleza, sin imitar a los hombres.
Alexis Carrel
Ante la necesidad de fortalecer el proyecto de todo un sexenio, previamente diseñado en el proceso de campaña, se han fijado las posturas que comúnmente quedan perpetuadas en los primeros cien días de gobierno, como ha ocurrido en otros periodos presidenciales; en este sentido, así lo parece, la presidenta de México se encuentra muy empeñosa en establecer y divulgar las acciones que le permitirán construir su imagen durante su mandato, sin soslayar la importancia del cumplimiento de los compromisos adquiridos, desde luego, se supone, todo quedará plasmado en el Plan Nacional de Desarrollo.
En estos primeros 11 días de gobierno no se pueden medir los alcances de una administración, aunque sí se ha podido observar que se han planteado una serie de objetivos cuyo impacto tendrá un alcance de corto y mediano plazo, lo que será la base para construir un pronóstico sobre el desempeño, además de poder determinar el poder de la presidenta.
Naturalmente, ya se tiene toda la estructura del gabinete, la creación de nuevas secretarías, algunas propuestas para modificar la Constitución, en aras de mejorar las condiciones actuales, lo que demuestra una capacidad de gestión y el potencial efectivo de este gobierno.
Bajo estas consideraciones, se ha dejado más que claro que este periodo quedará identificado como el tiempo de mujeres, como se dijo en el discurso de la toma de protesta y asunción al Poder Ejecutivo.
Justamente, desde el inicio se pudo notar que las mujeres tendrán otras oportunidades para poder desempeñarse en cualquier ámbito, de ahí que la pretensión primaria es lograr la igualdad de género respecto a la ocupación de cualquier cargo público, de recibir un trato similar en cuanto a los salarios y funciones sin descalificaciones o abusos por su condición como mujeres.
Más allá del discurso, en la ceremonia protocolaria del cambio de poderes, el simbolismo iniciado en este periodo pudo identificarse por la participación mayoritaria de las mujeres; desde que la entrega de la banda presidencial la hiciere la recientemente fallecida Ifigenia Martínez y Hernández, presidenta entonces de la Cámara de Diputados, se hizo evidente que así será de ahora en adelante, es decir, las mujeres ocuparán los lugares que les sean merecidos con justicia y legalidad.
De alguna manera, también puede agregarse que se perfila, desde ese momento, la pretensión de salvaguardar los derechos constitucionales de las mujeres, por eso es importante aludir a una de las propuestas, dicha en una conferencia matutina, para reconsiderar y asegurar la vida libre de violencia, en particular de las mujeres, luego entonces, como se establece en el articulo cuarto; de igual manera, en el artículo 21 se dispone que el estado tiene derechos reforzados para con las mujeres, adolescentes, niñas y niños, para garantizar el derecho a una vida libre de violencia; finalmente, en el artículo 73 fracción XXI, último párrafo, se establece que la Federación conocerá las medidas de protección que deriven la violencia libre de género o de delitos del fuero común por razón de género. Asimismo, se menciona que las entidades y la Federación deberán contar con fiscalías de investigación de delitos en razón de género.
En esta paráfrasis de lo expresado por Claudia Sheimbaum, se consolida su postura, de acuerdo con lo solicitado, para realizar una serie de reformas que permitan, como se hizo referencia en líneas anteriores, la igualdad entre hombres y mujeres, igualdad salarial y paridad en todos los cargos de la administración pública federal.
Otra evidencia ilustrativa de este adjetivizado tiempo, fue el nombramiento de Citlali Hernández en la recién creada Secretaría Federal de las Mujeres, cargo y dependencia de reciente creación, cuya función será la establecer las medidas para ayudar y brindar protección a las mujeres, niñas y niños.
Evidentemente, con estas declaraciones se han creado nuevas expectativas de quienes fincan sus haceres en un movimiento feminista que pretende darle una nueva forma a la visón que se tiene de las mujeres, reconociendo que, en términos estadísticos, representan el 52 % de la población del país, por tanto, merecido lo tienen para que se les otorgue un trato igual que los hombres, con la intención, por supuesto, de que puedan mejorar sus vidas.
Ante la validez de la argumentación, en el futuro próximo debe ser notable la protección y seguridad que se le brindará a las mujeres y la mejoría de atención en el acceso a la salud, la educación, la economía, y así evitar la desigualdad en que viven muchas mujeres que, además, viven en situación de pobreza.
A manera de conclusión, no se puede negar que efectivamente estaremos en el tiempo de las mujeres, como queda el testimonio histórico de la primera mujer presidenta, Claudia Sheimbaum Pardo.
Más allá del discurso, en la ceremonia protocolaria del cambio de poderes, el simbolismo iniciado en este periodo pudo identificarse por la participación mayoritaria de las mujeres...