Bajo el rayo del sol, horas y horas esperando ordenadamente su turno, aquí en México y en varias ciudades del mundo, destacadamente en Madrid, Barcelona, París, Los Angeles, Houston y Chicago, las y los mexicanos salimos a votar con ánimo, con alegría, anteponiendo nuestra obligación moral con la patria. Se proyecta a las 21:00 horas que escribo esto, alrededor de 65 %-70 % de participación, lo que sería sin duda cifra histórica y la mejor de las noticias.
¿Que había amenaza de bomba? Aquí nos quedamos, dijeron los votantes, ¿que se van a acabar las boletas? Hasta 8 horas en fila o gente yendo a varias casillas especiales a poder votar, ¿que unos delincuentes querían huir en moto? Un automovilista los arrolló solo lo suficiente para que salieran corriendo, ¿que los candidatos querían brincarse la fila? ¡Que haga cola! gritaba la gente.
Ahora, no todo ha sido miel sobre hojuelas; muchos retos tienen el sistema legal y democrático mexicano. Es imperativo valorar nuevas formas de asegurar la participación de los votantes, la definición de mayorías efectivas y verdaderamente representativas, la sanción a encuestadoras que evidentemente son utilizadas como propaganda, la firmeza en el impedimento de participación electoral a violentadores y deudores de pensiones alimentarias y, la “proclamadera” de madruguete generalizada que solo le falta al respeto a las y los votantes, entre otros temas. Me explico:
Es obligación constitucional, de acuerdo al artículo 36, votar en las elecciones. El 38 a su vez mandata que quien no cumpla pierde sus derechos ciudadanos por un año. Todo es letra muerta. La obligatoriedad debe ser tal, que quien no vote, pague su credencial del INE como paga la licencia y el pasaporte. Su costo de producción es de 270 pesos y, asumiendo una participación de 65%, se estarían tirando a la basura $9,290 millones de pesos de personas que no usaron la INE para lo que es.
Para que la mayoría sea efectiva y verdaderamente representativa, debería quien gane hacerlo con al menos el 50% más uno de la lista nominal, no solo de quienes votaron. Por ello es necesaria la segunda vuelta electoral y la obligatoriedad del ejercicio del voto. México es uno de los ¡6! Países en América Latina que no tiene segunda vuelta, junto con Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Venezuela. Todos países pobres, todos países con alto nivel de autoritarismo. De hecho, Panamá es el país de la región más insatisfecho con su sistema de elecciones, con solo el 26%.
Nunca como antes las encuestas se han utilizado tanto como herramientas de propaganda electoral. En los sondeos presidenciales, vimos diferencias hasta de ¡40 puntos! cuando los márgenes de error son de +-4 puntos máximo. Se les debe sancionar no permitiendo que dichas firmas y sus socios puedan participar en las siguientes tres elecciones, por ejemplo. Son las campañas y la propaganda la que debe convencer al electorado, no triquiñuelas disfrazadas de ciencia.
La 3 de 3 contra la violencia, elevada a rango constitucional, es un gran paso que impide a los agresores sexuales, deudores alimentarios o culpables de violencia de género competir por cargos de elección popular o participar en el servicio público. Aún así muchos se han colado. Se debe enlazar al poder judicial con las autoridades electorales y los partidos para informar sobre sentencias firmes a este respecto y cancelar candidaturas de violentadores de forma contundente.
Otro tema álgido es esa práctica fraudulenta e irrespetuosa a las y los electores de salir a proclamarse ganadores sin fuentes confiables que sustenten sus posiciones. No hay sanciones por mentir abiertamente y solo demuestran mediocridad. Se deben esperar resultados de los órganos electorales con fundamento en actas y después salir a cantar victoria. Son una charada.
A esta hora, no sé quiénes obtuvieron triunfos electorales, lo que sí sé es que la ciudadanía es más grande que los partidos, que el voto oculto salió con valentía y determinación, que los políticos han dejado de engañar a la gente y hoy es a la inversa; sé que México tiene un soldado de la democracia en cada uno de sus electores, sé que estoy profundamente orgullosa de ser mexicana, sé que me siento emocionada porque hay esperanza, porque ganó la ciudadanía y por ello ¡GANÓ MÉXICO!