Reconociendo la vitalidad de la educación para el desarrollo sostenible y su contribución al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, entre otros marcos globales, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación mediante la resolución A/RES/73/25. Este día resalta la importancia de la educación en la promoción de la paz y el desarrollo.
Por este motivo, desde este espacio, quiero hacer énfasis en la necesidad de que la educación siga siendo la herramienta para promover una sociedad que valore y respete la dignidad humana, también un medio para combatir fenómenos dañinos como la incitación al odio, que se ha intensificado con el uso de las redes sociales.
Para alcanzar la meta de un acceso universal a la educación, es imprescindible asegurar que cada niña, niño, adolescente y persona adulta, ejerza plenamente su derecho a la educación. Esta tarea no solo recae en las instituciones educativas, sino también en los padres y tutores, quienes comparten la responsabilidad de vigilar y promover la participación activa en el proceso educativo de sus hijos.
El artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce que toda persona tiene derecho a la educación, la cual debe ser gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamental; este mismo precepto, describe que algunas de las funciones sociales de la educación son el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales.
Por su parte, la Declaración Mundial sobre Educación para Todos de Naciones Unidas y el artículo 13 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconocen la necesidad de cada persona, NNA, adulto o adulto mayor, de beneficiarse de las oportunidades educativas y con ello satisfacer las necesidades elementales de aprendizaje.
Sin embargo, cifras oficiales advierten que, hoy en día, 262 millones de NNA siguen sin estar escolarizados, 617 millones no saben leer ni manejan los rudimentos del cálculo; en México hay más de 4 millones de NNA que no asisten a la escuela, mientras otros 600 mil están en riesgo de dejarla por diferentes factores, entre ellos, la falta de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia, pero la situación se agrava en los estados con pueblos originarios, pues tienen menor acceso a la educación, solo para visualizar esa diferencia, solamente uno de cada 10 adolescentes hablantes de una lengua indígena y no español asiste a la escuela en México, en comparación con 7 de cada 10 del resto de la población.
Afortunadamente, en Tlaxcala, el nivel de estudios de acuerdo a cifras del Inegi, se encuentra por arriba de la media nacional, pues en 2020, el grado promedio de escolaridad de la población de 15 años y más de edad fue de 9.8, lo que equivale a casi primer año de bachillerato.
Sin embargo, a través de los años nos hemos percatado de qué, en ocasiones, otros aspectos como el establecimiento de cuotas escolares o la exigencia de uniformes, han sido algunos de los elementos que podrían provocar o inhibir el acceso a la educación.
Por ello, como parte de ese compromiso para garantizar este derecho, desde la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) hemos dejado en claro que el derecho a la educación es inalienable y no debe estar sujeto a ningún tipo de condición económica, sobre todo, al tratarse de un derecho consagrado en nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Es inaceptable que se prive a cualquier persona de su derecho a la educación por no poder pagar una cuota o no tener el uniforme adecuado. Estas prácticas no solo violan nuestros principios constitucionales. sino que también atentan contra los derechos humanos de los menores. Las autoridades educativas y padres de familia deben entender que ningún acuerdo interno puede estar por encima del derecho fundamental a la educación.
La educación es la base para el desarrollo armonioso de todas las capacidades de un individuo y es decisiva para la formación de su personalidad. Además, es un vehículo para la socialización y para adquirir conocimientos sobre la sociedad y la cultura en la que vivimos. Por ello, es fundamental garantizar la igualdad de oportunidades y el acceso a la educación para todas y todos, sin discriminación.
Desde la CEDH nos sumamos a la Organización de las Naciones Unidas, que este año conmemorará el Día Internacional de la Educación, con una dedicatoria a combatir la incitación al odio. Este esfuerzo colectivo es fundamental para construir sociedades que valoren la dignidad humana y fomenten el desarrollo sostenible a través del conocimiento y la formación integral de las personas.
*Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos