/ martes 13 de agosto de 2024

El regreso de la Marea Rosa

IVÁN ARRAZOLA

A Encarnación Juárez Rodríguez, Tlahuicole de Ixtlacuixtla Tlaxcala.

Que Dios Guarde.

Uno de los principales rasgos de una democracia vigorosa es la participación activa de su ciudadanía. La Marea Rosa fue un movimiento ciudadano que surgió en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) cuando el oficialismo intentó aprobar una iniciativa de ley para reducir su estructura y presupuesto, bajo el pretexto de la “austeridad republicana”. Aunque esta iniciativa fue aprobada por el oficialismo en el Congreso, finalmente fue declarada inconstitucional por no seguir adecuadamente el proceso legislativo.

Este movimiento, que comenzó con la defensa de las instituciones electorales, hizo una apuesta política al apoyar a Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia de la República, en abierta oposición al proyecto político del presidente López Obrador. Desde sus inicios, el movimiento fue criticado por el gobierno, que lo calificó como un producto de las fuerzas conservadoras, diseñado para proteger los privilegios de las burocracias de organismos como el INE. También se cuestionó que los organizadores de la marcha fueran acérrimos rivales del presidente, como es el caso del empresario Claudio X. González.

El contexto en el que reaparece la Marea Rosa es particularmente complejo: las elecciones han dejado un resultado contundente y un claro ganador. Morena no solo retuvo la presidencia de la República, sino que ganó la mayoría de las gubernaturas y, lo que hasta hace poco parecía impensable, logró una mayoría calificada en el Congreso. Esto le permitirá realizar las modificaciones constitucionales que desee. Ante la preocupación expresada por diversos medios y analistas, una parte de la sociedad civil ha decidido manifestarse en contra de esta sobrerrepresentación.

En el caso de Morena y sus aliados, con un 58.4% de la votación, pretenden obtener un 74.4% de representación, lo que les daría la mayoría necesaria para realizar reformas constitucionales que el partido desee. Las implicaciones de este resultado serían enormes, pero el problema inmediato radica en la pérdida de contrapesos y equilibrios en el sistema político.

En este momento, la Marea Rosa parece ser el único movimiento opositor con cierta fuerza en México. La oposición tradicional se ha desdibujado en medio de sus disputas internas: el PRI, con un Alito Moreno que está a punto de convertirse en líder permanente de un partido en vías de extinción, ha visto cómo sus cuadros más importantes lo han abandonado. El PAN está sumido en una crisis de liderazgo, y su principal conclusión es que no debió aliarse con el PRI para el proceso electoral de 2024. En cuanto al PRD, ha perdido su registro, y es probable que lo poco que queda del partido busque refugio en otras formaciones o movimientos.

En este escenario, la Marea Rosa se convierte en la única opción con posibilidades de aglutinar a un sector importante de la población que cree que una parte vital de la democracia radica en la existencia de instituciones independientes y leyes equitativas que reflejen una auténtica representación popular, y no las distorsiones del sistema actual.

Un reto clave para la Marea Rosa será conformar una oferta política novedosa, que parece haber encontrado en la defensa de la democracia. Esto cobra importancia a la luz de lo ocurrido en otros países del continente, como Venezuela, donde la oposición se fragmentó y fue la sociedad civil la que tomó la iniciativa, la crisis en Venezuela ha mostrado que la falta de instituciones solidas e independientes lleva a que se cometan todo tipo de excesos.

En México, llama la atención la crítica constante del oficialismo hacia el movimiento. La virtual presidenta electa comentó sobre la marcha del 11 de agosto: “Son libres de manifestarse, pero eso no significa que tengan razón”. Este parece ser el contexto en el que se fijarán las posturas: por un lado, un movimiento oficialista que aprovecha las ventajas que el sistema electoral proporciona a los partidos mayoritarios, y por otro, una ciudadanía que defiende la necesidad de instituciones fuertes y leyes justas.

Finalmente, la Marea Rosa deberá ser consciente de que el camino para constituirse como una fuerza política será largo, y deberá evitar ser capturada por viejos liderazgos partidistas que vean en el movimiento una forma de seguir sobreviviendo políticamente fuera de la gran coalición mayoritaria.


Quedará para la historia quién representa un auténtico movimiento democrático y quién solo lo aparenta. Independientemente de quién se manifieste, es fundamental que desde las instancias de poder se respete la libre expresión de ideas, sin descalificar ni deslegitimar a quienes salen a las calles a defender sus derechos.


Analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C

@ivarrcor @integridad_AC

La Marea Rosa se convierte en la única opción con posibilidades de aglutinar a un sector importante de la población que cree que una parte vital de la democracia radica en la existencia de instituciones independientes y leyes equitativas que reflejen una auténtica representación popular, y no las distorsiones del sistema actual.

IVÁN ARRAZOLA

A Encarnación Juárez Rodríguez, Tlahuicole de Ixtlacuixtla Tlaxcala.

Que Dios Guarde.

Uno de los principales rasgos de una democracia vigorosa es la participación activa de su ciudadanía. La Marea Rosa fue un movimiento ciudadano que surgió en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE) cuando el oficialismo intentó aprobar una iniciativa de ley para reducir su estructura y presupuesto, bajo el pretexto de la “austeridad republicana”. Aunque esta iniciativa fue aprobada por el oficialismo en el Congreso, finalmente fue declarada inconstitucional por no seguir adecuadamente el proceso legislativo.

Este movimiento, que comenzó con la defensa de las instituciones electorales, hizo una apuesta política al apoyar a Xóchitl Gálvez como candidata a la presidencia de la República, en abierta oposición al proyecto político del presidente López Obrador. Desde sus inicios, el movimiento fue criticado por el gobierno, que lo calificó como un producto de las fuerzas conservadoras, diseñado para proteger los privilegios de las burocracias de organismos como el INE. También se cuestionó que los organizadores de la marcha fueran acérrimos rivales del presidente, como es el caso del empresario Claudio X. González.

El contexto en el que reaparece la Marea Rosa es particularmente complejo: las elecciones han dejado un resultado contundente y un claro ganador. Morena no solo retuvo la presidencia de la República, sino que ganó la mayoría de las gubernaturas y, lo que hasta hace poco parecía impensable, logró una mayoría calificada en el Congreso. Esto le permitirá realizar las modificaciones constitucionales que desee. Ante la preocupación expresada por diversos medios y analistas, una parte de la sociedad civil ha decidido manifestarse en contra de esta sobrerrepresentación.

En el caso de Morena y sus aliados, con un 58.4% de la votación, pretenden obtener un 74.4% de representación, lo que les daría la mayoría necesaria para realizar reformas constitucionales que el partido desee. Las implicaciones de este resultado serían enormes, pero el problema inmediato radica en la pérdida de contrapesos y equilibrios en el sistema político.

En este momento, la Marea Rosa parece ser el único movimiento opositor con cierta fuerza en México. La oposición tradicional se ha desdibujado en medio de sus disputas internas: el PRI, con un Alito Moreno que está a punto de convertirse en líder permanente de un partido en vías de extinción, ha visto cómo sus cuadros más importantes lo han abandonado. El PAN está sumido en una crisis de liderazgo, y su principal conclusión es que no debió aliarse con el PRI para el proceso electoral de 2024. En cuanto al PRD, ha perdido su registro, y es probable que lo poco que queda del partido busque refugio en otras formaciones o movimientos.

En este escenario, la Marea Rosa se convierte en la única opción con posibilidades de aglutinar a un sector importante de la población que cree que una parte vital de la democracia radica en la existencia de instituciones independientes y leyes equitativas que reflejen una auténtica representación popular, y no las distorsiones del sistema actual.

Un reto clave para la Marea Rosa será conformar una oferta política novedosa, que parece haber encontrado en la defensa de la democracia. Esto cobra importancia a la luz de lo ocurrido en otros países del continente, como Venezuela, donde la oposición se fragmentó y fue la sociedad civil la que tomó la iniciativa, la crisis en Venezuela ha mostrado que la falta de instituciones solidas e independientes lleva a que se cometan todo tipo de excesos.

En México, llama la atención la crítica constante del oficialismo hacia el movimiento. La virtual presidenta electa comentó sobre la marcha del 11 de agosto: “Son libres de manifestarse, pero eso no significa que tengan razón”. Este parece ser el contexto en el que se fijarán las posturas: por un lado, un movimiento oficialista que aprovecha las ventajas que el sistema electoral proporciona a los partidos mayoritarios, y por otro, una ciudadanía que defiende la necesidad de instituciones fuertes y leyes justas.

Finalmente, la Marea Rosa deberá ser consciente de que el camino para constituirse como una fuerza política será largo, y deberá evitar ser capturada por viejos liderazgos partidistas que vean en el movimiento una forma de seguir sobreviviendo políticamente fuera de la gran coalición mayoritaria.


Quedará para la historia quién representa un auténtico movimiento democrático y quién solo lo aparenta. Independientemente de quién se manifieste, es fundamental que desde las instancias de poder se respete la libre expresión de ideas, sin descalificar ni deslegitimar a quienes salen a las calles a defender sus derechos.


Analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A.C

@ivarrcor @integridad_AC

La Marea Rosa se convierte en la única opción con posibilidades de aglutinar a un sector importante de la población que cree que una parte vital de la democracia radica en la existencia de instituciones independientes y leyes equitativas que reflejen una auténtica representación popular, y no las distorsiones del sistema actual.

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