La llegada de Morena a Tlaxcala resultó en una ola de violencia que atemoriza a la sociedad entera. Eventos como asesinatos, intentos de linchamiento, robos a casa habitación y negocios, robo de vehículos y al transporte de carga con violencia, son un resumen.
Para nadie es desconocido que la violencia en el país está fuera de control, así lo deja ver la lastimosa cifra de más de 170 mil muertos, que son el resultado de los abrazos y cariño presidencial a la delincuencia organizada.
Sin embargo, no debemos perder de vista que los gobiernos estatales y municipales tienen responsabilidad en materia de seguridad pública, misma que ha quedado rebasada por el tamaño del problema que enfrenta México.
En estados como Guerrero, Sinaloa, Chiapas, Colima, Zacatecas y Baja California, la violencia ha recrudecido de tal forma que se ha vuelto ya imposible realizar actividades cotidianas ante el temor de ser alcanzados por delitos como la extorsión, el robo, los asesinatos y la violencia.
Es una constante que donde gobierna Morena la violencia y el miedo se apoderan de los ciudadanos.
Para nadie es desconocido que hemos dejado de ser la entidad segura y tranquila que fuimos hasta hace algunos años y que hoy salimos con miedo a las calles, muchas de ellas oscuras, entre lotes baldíos, mientras la autoridad se muestra y ajena al grave problema que enfrentamos.
Pero debo decir, estimado lector, que los municipios, pese al abandono del gobierno federal en materia presupuestal enfocada en la seguridad pública, mucho pueden hacer para prevenir, reducir la incidencia delictiva y recuperar la tranquilidad de los tlaxcaltecas.
Resulta alarmante que el primer responsable de la seguridad de los tlaxcaltecas haya salido huyendo de la entidad tras ser alertado de una orden de aprehensión en su contra, es indignante que la Capital tenga un récord poco honroso del municipio con más cambios en al dirección de seguridad pública. ¿Qué ha fallado? Controles de confianza más estrictos y compromiso real de la autoridad.
Mientras a Morena le siga importando más la política electoral que la política pública social, las cosas no podrán cambiar para bien, al contrario.
Para cambiar el rumbo se requiere de una autoridad comprometida con la gente, convicción, experiencia y trayectoria de probidad, cuya cercanía no aparezca cada periodo electoral, sino que permanentemente esté ahí para escuchar y resolver.
Mucho por hacer por México y un enorme reto para sacar a Tlaxcala adelante.
Por último, quisiera invitarlo a que disfrute de la extraordinaria tradición del carnaval en nuestro estado, los huehues son motivo de orgullo e identidad para esta noble tierra.
Agradezco el favor de su lectura.
*Senadora por el PAN