Este domingo, el pueblo de México conmemoró la gesta heroica de los Niños Héroes. La valerosa defensa del Castillo de Chapultepec, aquel 13 de septiembre de 1847, se mantiene viva, no solo en las páginas de la historia nacional, sino también en el corazón de los mexicanos que, con sentimiento patriótico, hemos reconocido en cada generación que los jóvenes son la riqueza más grande que como nación tenemos.
Esos jóvenes héroes se arrojaron con lealtad al campo de batalla sin importarles las posibilidades de lograr la victoria, y su gran triunfo fue trascender en el tiempo como ejemplo de valor y sacrificio para proteger los intereses supremos de nuestra patria independiente.
Han pasado 173 años desde que los cadetes del Colegio Militar hicieron frente a las fuerzas invasoras norteamericanas, y aún nos llena de orgullo que, en condiciones de desigualdad, decidieran custodiar sus puestos para servir a nuestro pueblo y preservar la integridad de nuestro país.
Quienes nos formamos en el servicio docente, tenemos en alta estima la memoria del teniente Juan de la Barrera y de los cadetes Juan Escutia, Agustín Melgar, Vicente Suárez, Fernando Montes de Oca y Francisco Márquez, quienes, junto con muchos otros jóvenes, demostraron el tamaño del espíritu de las nuevas generaciones que se compromete con la construcción del futuro de México.
Esa memoria es la que ha inspirado a los maestros de México a formar a niños y jóvenes en los valores patrios, pero también en los valores morales y culturales, para dar forma a una sociedad más justa.
Por eso, dentro del proyecto de la Cuarta Transformación, entendemos que la educación es la vía para forjar ciudadanos más preparados y decididos, pero, sobre todo, más comprometidos con el cambio que requiere para progresar, como lo ha demostrado el presidente Andrés Manuel López Obrador, cuyo gobierno ha ofrecido apoyos sin precedente a la juventud mexicana, la cual, lamentablemente, fue gravemente desatendida por los pasados gobiernos neoliberales.
Sobre esos malos gobiernos pesa la responsabilidad de haber marginado a millones de jóvenes y crear lastimosamente el mito de los “ninis” para justificar su incapacidad de brindarles oportunidades de bienestar, e incluso, para tratar de lavarse las manos del crimen de ponerlos al alcance de las filas de la delincuencia.
Hoy las cosas han cambiado, a pesar de las criticas perversas de los conservadores, porque programas como Jóvenes Construyendo el Futuro, Jóvenes Escribiendo el Futuro y Sembrando Vida, así como el Programa Nacional de Becas para el Bienestar y la creación de las Universidades para el Bienestar “Benito Juárez”, están moldeando a toda una generación con conocimientos e incentivos que les dan nuevas posibilidades para decidir sobre un proyecto de vida más próspero.
Acciones como la Estrategia Nacional de Prevención y Adicciones, el Programa de Mejoramiento Urbano y las brigadas del Programa Jóvenes por la Transformación, también hacen su contribución en el combate de las adiciones, la recuperación de espacios públicos, y el trabajo comunitario para enfrentar la vulnerabilidad y la violencia, que son condiciones necesarias para el desarrollo integral de la juventud.
Hoy la estrategia es volver a lo básico para mantener la integración familiar y que en cada hogar haya esperanza de un porvenir brillante para todo joven.
Estimados amigos: vivimos tiempos de desafíos en los que la juventud mexicana es actor fundamental para forjar la nación que hemos anhelado.
Fomentar su honestidad, su determinación y su espíritu de trabajo, mediante su acceso a la educación pública, gratuita y de calidad en todos los niveles escolares, y la disponibilidad permanente de apoyos sociales para ellos y sus familias, es un derecho que tienen ganado y que se debe cumplir.
Al recordar a los Niños Héroes de Chapultepec, anhelamos una patria sólida, labrada con las manos generosas de una juventud consciente que da lo mejor de sí para transformar a México.
Muchas gracias por su atención. Hasta la próxima entrega.