- *Denisse Hernández Blas
Hace ya siete años que -producto de la reforma político electoral- los y las integrantes de los Consejos Generales de los treinta y dos institutos electorales del país han sido designados por el Instituto Nacional Electoral (INE). Esto ha tenido como consecuencia no solo el cambio en el método de selección, sino también en la forma en cómo se trabaja al interior de los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE).
Esta designación, trasladada al INE y que antes de la reforma era atribución de los congresos locales de cada entidad federativa, ha permitido realizar un proceso de selección minucioso y riguroso que regularmente consta de tres etapas: examen de conocimientos, elaboración de un ensayo y una entrevista; una vez cumplidos estos requisitos satisfactoriamente, el Consejo General del INE analiza los resultados de dicho procedimiento y hace la designación correspondiente.
En este momento y a unos días de que la segunda generación de consejeras y consejeros designados por el INE concluya el cargo por los que fueron electos, cabe hacer una reflexión respecto a los conocimientos, habilidades, cualidades, aptitudes y actitudes que una persona debe reunir para ser designado o designada como integrante de un Consejo General.
Si bien la ley establece requisitos formales que las y los aspirantes deben reunir, lo cierto es que ésta da la posibilidad de que cualquier persona pueda concursar para el cargo, sin importar el perfil profesional con el que cuente, dado que la integración de estos órganos colegiados tiene una naturaleza ciudadana; sin embargo, cabe valorar la profesionalización de los procesos electorales y los conocimientos mínimos que en la materia se deben tener, ciertamente, pareciera que cada proceso de selección dichos conocimientos deben ser muy específicos que podrían acotar la participación de un umbral mayor de perfiles y no solo los de las ciencias sociales.
Los procesos electorales, cada vez más complejos, requieren no solo de conocimientos, sino de ciertas habilidades para desempeñar el cargo, como el manejo y solución de conflictos, negociación, trabajo en equipo, comunicación, trabajo bajo presión y por supuesto liderazgo; aptitudes que no necesariamente deben confluir en una persona, pero sí es preciso que al conformar un órgano colegiado se cuente con las personas que, en su conjunto, puedan resolver situaciones y llegar a un óptimo resultado a partir de estas cualidades.
La exigencia para llevar a cabo procesos electorales con altos estándares de calidad, demandan procesos de selección rigurosos, pero, además, estas habilidades y cualidades descritas deben mantenerse durante todo el tiempo en que se desempeñe el cargo y desarrollar algunas otras que permitan mejorar su ejercicio.
Sin duda, el destino de una institución u organismo depende de sus titulares y es innegable que un factor determinante de los resultados de la misma es su estructura operativa; el personal que integra las instituciones juega un papel fundamental, por lo que la permanencia, capacitación y profesionalización del mismo es algo que debe llegar para quedarse, solo así los procesos tendrán una mejora continua y eso se traducirá en beneficio de la ciudadanía.
A un par de días de concluir mi periodo como consejera electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones, quiero agradecer a El Sol de Tlaxcala el espacio otorgado para compartir información y opiniones respecto al trabajo que desarrolla el ITE y, por supuesto, gracias a los y las lectores. Hasta pronto.
- *Consejera Electoral del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones