Desde mi incursión en política no he tenido otro deseo más que el anhelo legítimo, y hasta permítame calificarlo como “aspiracionista”, de que Tlaxcala se convierta en un estado próspero en todos los sentidos, con políticas públicas que resuelvan problemáticas de fondo, un gobierno con una perspectiva sustentable y una economía que crezca y dé oportunidades de desarrollo para los tlaxcaltecas.
Por estas razones es que en este artículo me referiré al primer año del gobierno del estado. Desde mi perspectiva encuentro dos tipos de informes gubernamentales: los que tienen como finalidad hacer un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas como lo mandata la Ley, o los que solamente se convierten en un día de celebración para el gobernante en turno, con un selecto grupo de invitados, en el que por cierto, no figuran los ciudadanos, ni quienes ostentamos un cargo de representación popular por un partido distinto al que gobierna.
Más allá de caer en la lectura elemental de lo que afirma la propaganda gubernamental, vale la pena cuestionar a partir de los datos si el rumbo que ha tomado el estado es el camino correcto, o si estamos retrocediendo como ocurre a nivel nacional con el gobierno federal.
Quizá el mayor pendiente de nuestro estado es el resultado en materia de seguridad pública. ¿Qué pasó con el equipo de gobierno, que fue incapaz de detectar que al primer hombre a quien le entregaron la responsabilidad de cuidar de los ciudadanos, era buscado por las autoridades federales por la presunta comisión de delitos graves?
A este suceso debemos sumar que de los quince meses que lleva este gobierno, prácticamente la mitad ha estado acéfala esta secretaría, que es un punto clave de cualquier gobierno.
Mientras esto ocurre, la delincuencia sigue haciendo de las suyas en el estado, pues cada vez son más comunes las noticias lamentables que dan cuenta de hechos violentos o aparición de cadáveres en diversos puntos del que, por autocomplacencia, denominan el estado más seguro del país.
¿Qué decir de aquella bonita frase que reza que “amor con amor se paga”? Aquel momento que quedó registrado por los medios de comunicación locales, donde el Presidente afirmó que apoyaría incondicionalmente a Tlaxcala, y que resultó ser una frase propagandística, alejada del amor que se debería reflejar en el presupuesto.
El próximo año, Tlaxcala se quedará sin inversión federal en materia de carreteras. Aunque resulte difícil de creer, el gobierno que prometió una nueva historia, afirma que no será necesario el presupuesto federal, “porque Tlaxcala cuenta con recursos propios”, por cierto bastante limitados, frente a una recaudación que genera recursos limitados para el tamaño del reto que enfrentan los municipios.
¿No sería mejor combinar ambos presupuestos para atender las demandas de los sesenta municipios? ¿Acaso el estado entero no requiere de una intervención mayúscula en buena parte de sus calles y caminos?
En materia de salud, ¿estamos mejor?
El anuncio de la inauguración de nuevos hospitales y mejoras en centros de salud son cuestionables, pues aunque en el discurso se pretende hacer creer que en un año tenemos más hospitales, en la realidad los hospitales a los que se hace referencia corresponden al ejercicio del gobierno anterior, sin mencionar que las clínicas en las comunidades requieren de mucho más que solo pintura en sus fachadas para mejorar sus servicios, mientras el desabasto de medicinas sigue viviendo su peor momento.
Por cierto, se ha anunciado la incorporación del sistema de salud estatal al IMSS Bienestar, donde el Congreso del Estado es un simple florero, por el que ni siquiera pasa la autorización legal al que está obligado el procedimiento de transferencia de inmuebles propiedad del estado. (Llama la atención que mediante un artículo transitorio el presupuesto de egresos pretenda canalizar los recursos federales que recibe SESA al IMSS, aplicando la máxima que reza “no me vengan con que la Ley es la Ley”).
Por último y no menos lastimoso, ha sido la respuesta que este gobierno ha tenido para tratar temas sensibles como la desaparición y agresión de mujeres, el grave problema que enfrenta el campo tlaxcalteca, las demandas de los normalistas, entre otros. Contrario a esa mano en el pecho que se ofrece en el discurso, el gobierno ha reprimido en más de una ocasión con la fuerza pública a quienes en libertad se manifiestan y generan reclamos legítimos, sobre los derechos consagrados en la Constitución.
Agradezco el favor de su lectura.