En Tlaxcala, diversas expresiones se hicieron presentes durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer.
Hubo expresiones pacíficas de personas que, desde la reflexión y la concientización, con festivales y actividades lúdicas, plantearon la necesidad de construir una sociedad igualitaria que reconozca la participación de las mujeres y la importancia de su desarrollo integral.
Hubo expresiones más ideológicas de activistas y colectivas que buscaron revindicar el feminismo como una lucha por la equidad de género y utilizaron la protesta para demandar iguales de libertades y derechos frente a los hombres, y también un alto a la violencia contra la mujer.
Hubo además expresiones de oportunismo electoral de candidatas y aspirantes mujeres a cargos de elección popular para politizar las marchas y las manifestaciones con motivo del llamado 8M, y cuestionar que las autoridades colocaran protección a edificios históricos del centro de la capital del estado bajo el falso argumento de que era una forma de “represión” y “violencia” contra manifestantes.
Y, lamentablemente, hubo expresiones radicales de gente que, con la cara oculta, se diseminó entre los contingentes para generar provocación, afectando las fachadas de edificios públicos y sitios emblemáticos de la ciudad, lo que claramente propició la condena generalizada de la sociedad tlaxcalteca al quedar evidenciada la participación de jóvenes varones en tales actos vandálicos.
Y mientras éstas y otras formas de expresión fueron patentes la tarde del pasado viernes 8 de marzo, la posición del gobierno estatal fue congruente, porque, como lo había anticipado, respetó la libertad de expresión y la libre manifestación de las personas que, en lo individual o en lo colectivo, estuvieron presentes en el centro de Tlaxcala.
Contrario a lo que algunos personajes deseaban, no hubo uso de la fuerza pública para contener o reprimir las manifestaciones del 8M, sino la garantía de respeto a los derechos humanos de quienes participaron en las diversas actividades convocadas por el Día Internacional de la Mujer.
Las instituciones de seguridad pública estuvieron al tanto del desarrollo de las mismas, pero sin hacer notar, para privilegiar el ejercicio de libertades propias de la democracia en que vivimos. Se apegaron a los lineamientos del Protocolo de Actuación Policial, que demostró su utilidad al establecer los niveles de intervención de los elementos de seguridad en contextos de manifestaciones como la del pasado viernes.
Como sabemos, agrupaciones de mujeres y colectivas feministas hicieron con oportunidad un llamado para que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer en Tlaxcala se llevara a cabo de manera pacífica, y que quedara al margen de cualquier intento por manipularla con fines político-electorales.
Este año, no fue posible cumplir ambos objetivos. Lo que sí se refrendó fue la garantía de respeto de derechos, de ejercicio de libertades, y de principios democráticos.
Dicen que las cosas caen por su propio peso, y las y los tlaxcaltecas están en condiciones de juzgar lo sucedido durante el 8M, fecha que, en los últimos años, ha abierto el debate sobre la responsabilidad del ejercicio de derechos y libertades para lograr una sociedad más igualitaria y sin violencia.
Dicen que las cosas caen por su propio peso, y las y los tlaxcaltecas están en condiciones de juzgar lo sucedido durante el 8M, fecha que, en los últimos años, ha abierto el debate sobre la responsabilidad del ejercicio de derechos y libertades para lograr una sociedad más igualitaria y sin violencia.