La palabra “pandemia” se instaló en nuestra generación en marzo de 2020. De pronto supimos que un bicho podía atentar contra todo avance tecnológico y superar las barreras de la soberbia científica llevándose, solo en México, según cifras oficiales, a 346,434 compatriotas que dejaron familias y dolor detrás…mucho dolor por su ausencia, especialmente cuando día a día nos percatábamos de la negligencia, el desatino, el desastre de gestión de la enfermedad en nuestro país.
Hay otra pandemia que está entreverada en nuestra cultura, normalizada, invisible por común, que sienta sus reales en cada acto de control, en cada apropiación del ser, en cada convicción de que vales menos, en cada exigencia para obedecer al líder, en que calladita te ves más bonita, en lo loca que debes estar para querer estudiar o emprender si te van a mantener, en la creencia de que la bonita lo que quiere de un hombre es dinero, en cada ella sustraída para trata, en el dedo que te acusa de puta por atreverte a ser libre, en el señalamiento de lo histérica, dramática o exagerada que eres cuando levantas la voz ante el daño a ti misma o a otras…la pandemia tapada, oscura, ignorada, a la que gobiernos y sociedad no quieren ver por horrenda…la pandemia de la violencia contra las mujeres y las niñas.
Este 25 de enero el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública publicó las cifras oficiales de violencia en México 2022; a partir de 2015, en respuesta a muchas activistas, el reporte contiene un apartado de violencia contra las mujeres. Hay que repetir que son las cifras de las denuncias interpuestas pues 8 de cada 10 que sufren algún tipo o modalidad de violencia no denuncian, así que, tanto en lo oficial como extrapolando la cifra negra de la no denuncia, 2022 es espeluznante por donde lo veas.
El año pasado, 3,775 mujeres murieron de manera violenta; 10 u 11 cada día. Esta cifra se incrementó en 75% desde que se lleva registro; de éstas, crecieron 130% y 62% los delitos de feminicidio y homicidio doloso, respectivamente. En solo 8 años, han matado con violencia a 26,923 mujeres y niñas, más las 22,400 que se estima desaparecieron en ese plazo, son casi 50,000 que de 2015 a la fecha faltan en sus casas, en sus hogares, en sus escuelas, en sus trabajos. Le faltan a México…nos faltan a todas y a todos.
Mayo, que en el imaginario colectivo es el mes de mejor trato para las mamás, fue récord de llamadas pidiendo auxilio al 911 en 2022 con 36,763; en el año, las llamadas reales ascendieron a 1’221,695, casi 140 mujeres rogando cada hora de cada día de 2022 vía telefónica al Estado Mexicano intervención para detener golpizas, abuso sexual, acoso u hostigamiento sexuales, violación, violencia de pareja o violencia familiar, categorías que la estadística otorga a cada alma y cuerpo femenino mancillado solo por el hecho de que quien ejerce el poder lo hace sin que alguien lo detenga y mucho menos castigue.
Los delitos de violencia familiar, esos que se cometen en el lugar y por las personas donde y con quienes deberíamos sentir seguridad, amor, cobijo y protección, crecieron 112% en estos 8 años de medición, llegando a un número aterrador de 1’585,964 delitos, 4,345 al día, 181 cada hora, 3 por minuto; solo el año pasado, 270,546, 16,807 más que en 2021.
¿Los hombres maltratadores están enfermos? La respuesta es un rotundo NO. Son perfectamente conocedores de las reglas sociales de convivencia y de hecho muy frecuentemente hasta encantadores públicamente. Comúnmente han sido ellos mismos víctimas o testigos de malos tratos, normalizando éstos. Suelen ser patológicamente celosos, por lo que comienzan por aislar a la pareja de familia, amigos, etc. Han aprendido que con actitud amenazante obtienen máxima autoridad, reforzando la imagen de poder que de sí mismos querrían tener. Buscan ejercer control sobre pensamientos, sentimientos, patrimonio, libertad de acción y de decisión de su pareja pues la consideran una posesión.
La violencia contra las mujeres es un asunto de Estado, pero, como en la pandemia del bicho, aquí también imperan negligencia, desatino y desastre de gestión. La diferencia es que en Covid la indignación social fue estridente y en este tema, pues…¿Que se lastimó a una mujer? Algo habrá hecho para merecerlo, es la respuesta de muchas personas a un ataque, incluidos ministerios públicos, jueces y gobernantes. Esta pandemia mata más que la otra, lastima más que la otra, deja más dolor y cicatrices abiertas que la otra, pero esta, la pandemia de la violencia contra las mujeres, está oculta, silenciosa, ignorada. ¿Hasta cuándo?
El año pasado, 3,775 mujeres murieron de manera violenta; 10 u 11 cada día. Esta cifra se incrementó en 75% desde que se lleva registro; de éstas, crecieron 130% y 62% los delitos de feminicidio y homicidio doloso, respectivamente.