/ miércoles 20 de noviembre de 2024

La violencia que invisibiliza a las mujeres a través del lenguaje

El lenguaje es una herramienta que permite a las personas relacionarse y es fundamental para la vida en comunidad, pues a través de este se expresan ideas, creencias, conocimientos y valores que en muchas situaciones promueven violencia y discriminación principalmente a las mujeres y niñas, ya que están fundados en prejuicios y estereotipos de género.

Motivo por el que es importante hacer un análisis del contexto androcéntrico lingüístico que invisibiliza y excluye a las mujeres en el discurso, es decir, no nos nombran, así, recientemente observamos como la presidenta de la república, la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer que se nombró con “A” hacía referencia en su toma de protesta de la importancia de mirar el mundo desde lo femenino, debiendo mirar a profundidad que; lo que implica es desafiar el discurso, que durante mucho tiempo las mujeres en muchos espacios y durante siglos hemos señalado, porque el masculino genérico históricamente se ha entendido como el universal, como lo “correcto” y suficiente para representar tanto a hombres como mujeres en los discursos públicos institucionales y no institucionales.

Lo anterior, tiene que ver con el lenguaje sexista, que de acuerdo con la escritora Victoria Sau (1990) sexismo es una actitud de menosprecio y desvalorización hacia las mujeres y sus vivencias, sesgado el lenguaje por la hegemonía del poder de los hombres, con objeto de mantenerlas en “inferioridad, subordinación y explotación”, por lo tanto, el sexismo lingüístico es violencia a través del lenguaje.

Entonces, la violencia en el lenguaje parece ser parte de la cultura, de creencias y emociones expresadas en la gramática, en palabras o frases, incluso en la música o las lecturas que ocultan, desconocen e insultan a las mujeres, a consecuencia de la reproducción del orden social establecido, donde se ha normalizado la dominación masculina, se trata de una violencia que refleja la violencia social, que impide mirar a las mujeres como sujetas de derechos humanos, siendo urgente comprender que para construir un lenguaje no sexista, llamado así porque no oculta, no subordina, no excluye y no violenta a las mujeres, debe entenderse el poder e impacto de las palabras, de permitirnos observar las desigualdades y discriminación en nuestro entorno, darnos cuenta de los comportamientos verbales sexistas en todos los espacios, tanto de forma individual y colectiva para modificarlos.

Las autoridades de las administraciones estatales y municipales, así como la sociedad en general, deben dar importancia a la violencia a través del lenguaje o imagines que educan y refuerzan muchas veces desde el uso del lenguaje sexista, cuando debería reconstruirse para no serlo, y transformar la cultura, aparejado a lograr que la presencia de las mujeres en la sociedad sea más patente, en lugares de toma de decisiones y que se reconozcan, se nombren y nos nombremos.

Por último, y a manera de ejemplo: sabemos que en el mundo laboral las mujeres hemos existido siempre, así como, en la academia donde hay tanto, licenciadas y licenciados, doctoras como doctores. Sin embargo, se sigue hablando del mundo laboral y profesional en masculino, reconociendo a los hombres sus logros en mayor medida que a las mujeres y esto tiene una clara y negativa repercusión en la representación de la realidad. Porque al no nombrar a las mujeres parecería que no existen cuando es todo lo contrario y sus aportes son valiosos, entonces, nombrar en femenino y a las profesiones es por tanto no sólo reconocer que hay mujeres que trabajan en todas las profesiones que existen o que estamos en los distintos espacios, sino también reconocer la capacidad y las habilidades y que no hay limitaciones solo por el hecho de ser mujeres.

Empezar por eliminar estereotipos, roles de género y sexismo en el lenguaje, es voltear a cumplir con la ley y tener una perspectiva de derechos humanos que como los marcos jurídicos lo establecen en distintas leyes tanto nacionales como locales cuando establecen que corresponde a los estados: promover la utilización de un lenguaje con perspectiva de género en la totalidad de las relaciones sociales, velar por que los medios de comunicación transmitan una imagen igualitaria plural y no estereotipada de mujeres y hombres en la sociedad, así como, las autoridades estatales y municipales deben garantizar la igualdad sustantiva, transversalizando la perspectiva de género en todas sus actuaciones y procurar la utilización de un lenguaje incluyente en sus documentos oficiales.