IVÁN ARRAZOLA*
La convención republicana cumplió con los objetivos que se fijó Donald Trump, no dejó ninguna duda de que él es el líder indiscutible de su partido, que él marca los tiempos y decide en manos de quien dejará su legado una vez concluya su mandato, establece la estrategia de la campaña y el mensaje central de ésta, pero sobre todo envía un mensaje de unidad para republicanos y para los que no lo son, visto así, la convención republicana fue todo un éxito para Trump.
La expectativa era alta sobre el discurso de aceptación de la candidatura republicana que Trump daría y no defraudó a ninguno de sus seguidores, Trump inició su discurso agradeciendo “Quiero empezar agradeciéndoles a todos por el derroche de amor tras el atentado contra mi vida el sábado”. Su discurso de aceptación se ha convertido en el más largo en la historia del Partido Republicano y ha reiterado que lo más importante es la “unidad”. “Al igual que nuestros ancestros, debemos ahora juntarnos y levantarnos encima de diferencias pasadas, cualquier desacuerdo echado a un lado, y avanzar unidos como un pueblo, una nación. Esta noche les pido su apoyo y humildemente pido su voto... Nunca los defraudaré”.
Si el liderazgo de Trump ya era indiscutible, después del atentando se volvió mesiánico, en su discurso mencionó que se salvó “porque tiene a Dios de su lado” y besó el uniforme del bombero que perdió la vida durante el atentado. Ya durante la semana de la convención Trump aprovechó para presentar a quien será su compañero de fórmula a la Vicepresidencia de los Estados Unidos, el senador por el estado de Ohio, JD Vance, Trump tampoco defraudó con esta designación.
Mientras muchos esperaban que nominara a una mujer, a un afroamericano o un perfil mucho más moderado, Trump decidió nominar a alguien de línea dura al igual que él, Vance cree que los migrantes son los principales responsables de la falta de empleos en los Estados Unidos, prueba de ello es el Tratado de Libre Comercio que robó empleos a muchos estadounidenses, la nominación desde este momento se puede leer como la continuidad de Trump en el poder una vez que concluya su mandato en 2028.
La agenda de Trump también es clara, ha prometido que su primera acción de gobierno será “cerrar la frontera”, dijo sobre los migrantes “Es la mayor invasión de la historia”, “Están llegando de todos los rincones del mundo, no solo de Sudamérica”, “Vienen de prisiones, vienen de cárceles, vienen de instituciones mentales y manicomios”. Sobre los daños que causa la migración también señaló el tema de las drogas. “Tenemos que detener la invasión en nuestro país que está matando a cientos de miles de personas al año”, roban empleos “los miles de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos están robando los trabajos de la población negra en concreto”.
Todo este discurso de odio se ve aderezado con las supuestas capacidades de Trump como líder mundial, presume que con una llamada telefónica podría parar cualquier guerra: “Con nuestra victoria en noviembre, se acabarán los años de debilidad y caos. Yo no tengo guerras. No tuvimos guerras... Podría parar guerras con una llamada telefónica”, menciona que el planeta está al borde de la tercera guerra mundial y que él es el único que puede acabar con todas estas amenazas.
Y en la euforia por todo el apoyo y amor que ha recibido Trump cierra su discurso diciendo: “Soy candidato para ser presidente de toda América, no la mitad”. Es un hecho que todas las afirmaciones que hizo Donald Trump a lo largo de su discurso, si algo dejan claro, es que Donald Trump no sólo aspira a ganar, también espera que su liderazgo sea aceptado por todo el pueblo norteamericano.
Un efecto colateral del fenómeno Trump es la renuncia de Joe Biden a la candidatura demócrata, el costo que pagará el partido será grande, en el fondo quedará la duda sobre si Biden renunció porque sus condiciones físicas y mentales no le permitieron continuar en la carrera o si fue la presión del Partido Demócrata que ante la inminente derrota decidió cambiar de candidato y dejar solo a Biden, como sea esto tendrá un efecto en la contienda, es probable que aunque se hagan los cambios, las dudas sobre el proyecto del partido Demócrata persistan y pierda la elección presidencial.
Las afirmaciones y promesas de Donald Trump durante su discurso de aceptación representan una amenaza real de lo que podría suceder en los próximos meses. Su visión radical y sus políticas divisivas podrían transformar significativamente el panorama político de Estados Unidos y del mundo.
La posibilidad de que Trump gane la presidencia con una mayoría aplastante en las dos cámaras legislativas le otorgaría un poder sin precedentes para implementar sus políticas, por más extremas que sean. En este contexto es crucial para un país como México tener cuidado con las acciones de Trump, que sabe cómo presionar y hacer que nuestro país ceda ante sus chantajes, solo la pericia y el oficio político podrán impedir que un abusador como Trump cumpla sus caprichos, la firmeza en el discurso y la capacidad de negociar serán primordiales en un ambiente que luce altamente adverso para México.
*Analista político e integrante de Integridad Ciudadana A.C. @ivarrcor @integridad_AC