Como nunca había ocurrido, en este 2023, la sequía hace estragos en entornos naturales de esta región, secando reservas por el cambio climático y condiciones adversas por la urbanización. En Zacatelco causa un enorme impacto, de asombro y tristeza en muchos de sus ciudadanos, el ver casi sin agua la presa de Acomulco, la que desde hace dos años comenzó a disminuir su capacidad de almacenamiento de agua, y hoy día está a punto de desaparecer. Pero lo grave del tema es la negligencia y olvido por parte de las autoridades municipales para atender un asunto de importancia ecológica. La situación es que esa pasividad, con la excusa de que es zona ejidal, llevó a una situación extrema, que no debió ocurrir.
EL RESCATE
Ahora los trabajos van orientados a limpiar márgenes y dejar la presa en condiciones para que vuelvan a fluir los ameyales, que son zonas donde corre agua por los manantiales que la rodean. Las lluvias serán un punto clave para que crezca el nivel de agua, pero está claro que la presa no necesita vivir del líquido pluvial, sino con un proyecto que garantice sus niveles y que en ese aporte, Zacatelco tenga una reserva bella y que atraiga al turismo. Por lo pronto, en Semana Santa lució desolada, con pocos visitantes, lo que es lamentable.
ATEOZINTLA
Y la laguna o presa de Ateozintla, en la Sección Cuarta de Zacatelco, también vive una situación complicada al disminuir su capacidad de almacenamiento de agua en un 50 %. Es criticable que las autoridades se desentiendan de su obligación, la de cuidar estos espacios naturales, pero ahí se ve reflejado qué tipo de gobierno tienen en el llamado corazón del sur.
Esta laguna o presa también tiende a desaparecer, por lo que a quien compete preservarla debe actuar a la voz de ya y dejar a un lado su irresponsabilidad.
LA FISCALÍA
Después de que el obispado decidió la suspensión definitiva del fiscal de Zacatelco, Ignacio Liborio Cruz Escalante, por abusar del cargo y volverlo un mercado, la feligresía está en espera de la convocatoria del párroco Sergio Pérez Hernández para elegir al nuevo representante.
Este cargo se ha convertido en manzana de la discordia por los ingresos que capta, que según a la propia comunidad católica podría superar el millón de pesos en la anualidad que dura el periodo de gestión.
Por ello es que los grupos políticos, que son los ambiciosos por llevar dinero a sus bolsillos, se pelean año con año por la fiscalía, incluso llevando a votar a gente de otros municipios, con la sucia práctica del acarreo.
Ante este nuevo momento, qué necesario es que el párroco y la feligresía reglamenten la administración de los baños, los que pudieran no ser manejados por el fiscal y sí a través de una comisión que transparente sus ingresos y sean utilizados para alguna acción benéfica de la iglesia. Desde ahí se comenzaría a disminuir detalles mal vistos, por las ganancias que obtiene quien llega a ese cargo. De la misma forma, evitar el lucro del fiscal con la renta de puestos al exterior del atrio, es otro punto a tratar.