/ miércoles 18 de octubre de 2023

Nada Personal | Desgreñadas

Ya lo dijo el viejo y conocido refrán: “para que la cuña apriete, ha de ser del mismo palo”. Si de por sí la imagen de la familia Ortiz Ortiz está mancillada en Tlaxcala, la (mala) conducta de Laura Alejandra Ramírez Ortiz vino a rematarla.

La sobrina “consentida” y alumna más avanzada, a quien sus orgullosos tíos Héctor y Serafín anhelaron convertir en presidenta municipal de Tlaxcala, cavó su propia tumba política al no saber controlar sus emociones ni pasiones.

Es cierto, la agresión que cometió la diputada local el pasado 10 de octubre contra la catedrática Laura N. se deriva de un conflicto personal, pero el hecho de que haya sido en el interior de un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), lo cambia todo.

Quienes conocen mejor la historia afirman que la diputada y dirigente del Partido Alianza Ciudadana (PAC) se molestó porque su tocaya, la catedrática Laura N., demandó mayores beneficios para los dos hijos que procreó con Enrique Vázquez Fernández.

Y como nunca falta un “diablito” que hable al oído, fue su secretaria particular de nombre Samantha N., quien la alentó a confrontar a la exesposa de su actual pareja, para exigirle no abusar de los beneficios que ha recibido, entre ellos aumentarle el sueldo como catedrática, darle empleo en su oficina del Congreso del Estado a su hijastro Enrique “Jr”, comprarles ropa, calzado y hasta llevarlos de viaje a Disneylandia, por citar un poco.

La molestia de Alejandra Ramírez fue que Laura N. pidió una revisión al convenio de manutención que incluía los ingresos que Enrique Vázquez comparte con la legisladora, a lo que ella se opuso. El resto de la historia es ampliamente conocido a nivel estatal y nacional.

Pero ya lo dijo Felipe Calderón: “haiga sido como haiga sido”, a la legisladora del PAC le tocó la peor parte de la historia, al ser denunciada por Laura N. ante la Procuraduría de Tlaxcala por las agresiones de las que fue objeto.

Al conocer lo ocurrido, el rector Serafín Ortiz Ortiz ordenó una minuciosa investigación y, con todos los elementos de prueba en su escritorio, y con sentimientos encontrados, tomó la mejor decisión al suspender a Alejandra Ramírez y a Enrique Vázquez de sus funciones como catedráticos, sin goce de sueldo, hasta que la situación se aclare.

La determinación fue la más idónea para la UATx para desactivar la “bomba de tiempo”, de lo contrario sería el inicio de una serie de inconformidades existentes al interior de la máxima casa de estudios y que solo necesitan un cerillo para prender esa larga mecha.

El despido de la directora de la Facultad, secretario y coordinador fue un efecto colateral ante su supuesta omisión por no hacer algo para evitar la agresión, aunque lo cierto es que quien ordenó no entrometerse fue la misma Alejandra Ramírez y su secretaria Samantha N., nadie más.


¿Y las activistas?

Las que se regocijaron con el caso fueron Eréndira Jiménez y Yeni Charrez, al salir en defensa de la agredida e irse con todo contra la familia Ortiz Ortiz.

Ambas activistas aprovecharon el foro para hacer lo que mejor saben hacer: colgarse hasta del mantel con tal de dejarse ver y sacarle jugo a su movimiento.

La que optó por callarse y no lanzar opinión de lo sucedido fue Rosario Texis Zúñiga, catedrática de la UATx que también se dice activista, pero por ser un caso que involucra a una de sus “patronas”, omitió dar un pronunciamiento para evitar poner en riesgo su chamba y su nada despreciable salario.


¿Y la concesión?

Más de un funcionario se pregunta si la concesión otorgada por el Gobierno del Estado a la empresa “GA Radiocomunicaciones, S.A. de C.V. El Heraldo” fue para beneficiar o afectar la imagen de los gobiernos morenistas estatal y federal.

Y es que basta con sintonizar la programación de Radio Altiplano para escuchar los mega bandazos que le ponen al presidente Andrés Manuel López Obrador, como si se tratara de medios de comunicación a los que los integrantes de la 4T les llaman “conservadores”. ¡Escuchar para creer!


Adivina adivinador…

¿A qué se deberá que todos guardan silencio cuando el Secretario de Infraestructura, Alfonso Sánchez García, habla en eventos públicos ante la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros?

A.- Para escuchar en qué momento se equivoca.

B.- Para verlo hacer berrinche como buen “junior”.

C.- Para reír al ponérsele de tapete a su jefa.

D.- Todas las anteriores más las que se sumen.



Ya lo dijo el viejo y conocido refrán: “para que la cuña apriete, ha de ser del mismo palo”. Si de por sí la imagen de la familia Ortiz Ortiz está mancillada en Tlaxcala, la (mala) conducta de Laura Alejandra Ramírez Ortiz vino a rematarla.

La sobrina “consentida” y alumna más avanzada, a quien sus orgullosos tíos Héctor y Serafín anhelaron convertir en presidenta municipal de Tlaxcala, cavó su propia tumba política al no saber controlar sus emociones ni pasiones.

Es cierto, la agresión que cometió la diputada local el pasado 10 de octubre contra la catedrática Laura N. se deriva de un conflicto personal, pero el hecho de que haya sido en el interior de un aula de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), lo cambia todo.

Quienes conocen mejor la historia afirman que la diputada y dirigente del Partido Alianza Ciudadana (PAC) se molestó porque su tocaya, la catedrática Laura N., demandó mayores beneficios para los dos hijos que procreó con Enrique Vázquez Fernández.

Y como nunca falta un “diablito” que hable al oído, fue su secretaria particular de nombre Samantha N., quien la alentó a confrontar a la exesposa de su actual pareja, para exigirle no abusar de los beneficios que ha recibido, entre ellos aumentarle el sueldo como catedrática, darle empleo en su oficina del Congreso del Estado a su hijastro Enrique “Jr”, comprarles ropa, calzado y hasta llevarlos de viaje a Disneylandia, por citar un poco.

La molestia de Alejandra Ramírez fue que Laura N. pidió una revisión al convenio de manutención que incluía los ingresos que Enrique Vázquez comparte con la legisladora, a lo que ella se opuso. El resto de la historia es ampliamente conocido a nivel estatal y nacional.

Pero ya lo dijo Felipe Calderón: “haiga sido como haiga sido”, a la legisladora del PAC le tocó la peor parte de la historia, al ser denunciada por Laura N. ante la Procuraduría de Tlaxcala por las agresiones de las que fue objeto.

Al conocer lo ocurrido, el rector Serafín Ortiz Ortiz ordenó una minuciosa investigación y, con todos los elementos de prueba en su escritorio, y con sentimientos encontrados, tomó la mejor decisión al suspender a Alejandra Ramírez y a Enrique Vázquez de sus funciones como catedráticos, sin goce de sueldo, hasta que la situación se aclare.

La determinación fue la más idónea para la UATx para desactivar la “bomba de tiempo”, de lo contrario sería el inicio de una serie de inconformidades existentes al interior de la máxima casa de estudios y que solo necesitan un cerillo para prender esa larga mecha.

El despido de la directora de la Facultad, secretario y coordinador fue un efecto colateral ante su supuesta omisión por no hacer algo para evitar la agresión, aunque lo cierto es que quien ordenó no entrometerse fue la misma Alejandra Ramírez y su secretaria Samantha N., nadie más.


¿Y las activistas?

Las que se regocijaron con el caso fueron Eréndira Jiménez y Yeni Charrez, al salir en defensa de la agredida e irse con todo contra la familia Ortiz Ortiz.

Ambas activistas aprovecharon el foro para hacer lo que mejor saben hacer: colgarse hasta del mantel con tal de dejarse ver y sacarle jugo a su movimiento.

La que optó por callarse y no lanzar opinión de lo sucedido fue Rosario Texis Zúñiga, catedrática de la UATx que también se dice activista, pero por ser un caso que involucra a una de sus “patronas”, omitió dar un pronunciamiento para evitar poner en riesgo su chamba y su nada despreciable salario.


¿Y la concesión?

Más de un funcionario se pregunta si la concesión otorgada por el Gobierno del Estado a la empresa “GA Radiocomunicaciones, S.A. de C.V. El Heraldo” fue para beneficiar o afectar la imagen de los gobiernos morenistas estatal y federal.

Y es que basta con sintonizar la programación de Radio Altiplano para escuchar los mega bandazos que le ponen al presidente Andrés Manuel López Obrador, como si se tratara de medios de comunicación a los que los integrantes de la 4T les llaman “conservadores”. ¡Escuchar para creer!


Adivina adivinador…

¿A qué se deberá que todos guardan silencio cuando el Secretario de Infraestructura, Alfonso Sánchez García, habla en eventos públicos ante la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros?

A.- Para escuchar en qué momento se equivoca.

B.- Para verlo hacer berrinche como buen “junior”.

C.- Para reír al ponérsele de tapete a su jefa.

D.- Todas las anteriores más las que se sumen.