/ miércoles 3 de julio de 2024

Nada Personal / En sus laureles

A un mes de la jornada electoral del 2 de junio, ¿dónde están los diputados locales y presidentes municipales electos?

Durante todo mayo atiborraron la vía pública con su presencia, presentaron innumerables promesas de campaña y contaminaron visual y auditivamente con carteles, espectaculares y jingles a todo volumen.

Sin embargo, tras la jornada del 2 de junio y una vez que recibieron sus respectivas constancias de mayoría, pareciera que desaparecieron de la faz de la tierra y, salvo los legisladores reelectos que retornaron a ocupar su curul y algunas otras excepciones, se desconoce qué es de la vida de la gran mayoría de autoridades electas.

Gracias a las “benditas redes sociales” se sabe que algunos organizaron festejos para celebrar su triunfo -con baile incluido- y otros se fueron de vacaciones, pero ese activismo mostrado en campaña por los candidatos se desvaneció al obtener su triunfo, al grado de que sus páginas de Facebook e Instagram permanecen inactivas y esa promesa de “regresar a recorrer las calles” nomás no se ve.

¿Acaso nadie les ha dicho a las autoridades electas que el 3 de junio inició el verdadero juego político?

Por el bien de Tlaxcala, ojalá que quienes ahora permanecen en el ostracismo político-social se encuentren en preparación para lo que vivirán a partir de que rindan protesta a finales de agosto próximo y recuerden que a partir de septiembre no vivirán un día más en el cargo, sino un día menos de aquello por lo que tanto lucharon.

PANUCHOS NERVIOSOS

Además de ser panistas, ¿qué tienen en común los alcaldes de Apizaco y Apetatitlán?

La respuesta es muy sencilla: Pablo Badillo y Ángelo Gutiérrez andan muy nerviosos y enclaustrados en sus respectivos despachos para encontrar la forma de resolver los problemones financieros que tienen en sus manos tras los adversos resultados del pasado proceso electoral.

Quienes conocen mejor la historia aseguran que Pablo Badillo se confió tanto en obtener la reelección al grado de abrir la cartera no sólo para su propia campaña, sino para ayudar a algunos candidatos afines a su proyecto político e intereses personales, entre ellos el exdirector de la Dirección de Seguridad Pública de Apizaco, Raymundo Fragoso Muñoz, pero para su sorpresa el expolicía federal nuevamente resultó derrotado en las urnas.

A un mes de la elección municipal, en los pasillos de la nueva presidencia municipal apizaquense aún se resiente el mal sabor de boca que dejó la derrota y muchos se preguntan si únicamente fue el “efecto Morena” o influyeron otros factores para perder la alcaldía después de cinco administraciones consecutivas.

En el recuento de daños han salido a relucir algunos temas que en campaña permanecieron ocultos, como que el alcalde con licencia y excandidato dedicó parte de su tiempo a las “convivencias” con su círculo más cercano, con agua de malta y agave de por medio, en vez de redoblar esfuerzos en busca de convencer a los indecisos y así garantizar el triunfo.

Otra de las versiones apunta a que Pablo Badillo se peleó con personajes de la política de la ciudad rielera que podían influir para hacerlo ganar, pero la versión que mayoritariamente se escucha es que su secretario particular y suplente, Gonzalo Mijares, representó en muchas ocasiones la manzana de la discordia y su actitud soberbia terminó por caer de la gracia de su equipo de campaña al sentirse “presidentito” sin aún tener nada seguro.

Un caso similar pasó con Ángelo Gutiérrez, quien no sólo destinó presupuesto para apoyar las aspiraciones de su fiel escudero, Iván Teomitzi, sino que presuntamente parte del erario de Apetatitlán fue a parar a las campañas de los abanderados del PAN en Yauhquemehcan y Totolac, Alfredo Escamilla Ricalday y Jonathan Sánchez Juárez, quienes también probaron el sabor de la derrota electoral.

La preocupación del panista Gutiérrez Hernández no queda ahí, pues tiene pendientes de comprobar seis millones 574 mil pesos por probable malversación del erario por pago de gastos improcedentes; pago de gastos en exceso; deudores diversos por recursos públicos otorgados no comprobados, además de otras observaciones plenamente detectadas por el Órgano de Fiscalización Superior, lo que le valió en agosto de 2023 la reprobación de su cuenta pública.

Y aunque después de la reprobación de su cuenta pública 2022 el alcalde panista intentó defenderse cual gato panza arriba y alegó que el Congreso del Estado actuó por consigna partidista, documentos oficiales dicen todo lo contrario.

Restan dos meses a los actuales gobiernos municipales y ya veremos si Pablo Badillo y Ángelo Gutiérrez cierran sin adeudos sus administraciones o no podrán dormir tranquilos tras entregar el poder por el que tanto lucharon, pero que no lograron retener.

RETRASADO

Mientras en Huamantla y Tetla de la Solidaridad ya presentaron los carteles de sus respectivas ferias, en Chiautempan el alcalde Gustavo Jiménez Romero ni siquiera ha nombrado públicamente a su Comité.

Por acuerdos políticos se sabe que el regidor perredista Alejandro Armas será el responsable de la organización, pero a escasos 20 días del principal festejo de los “santaneros” hasta hoy no hay absolutamente nada, lo que evidencia la improvisación con la que se conduce la administración morenista.

Atrás quedó la renombrada Feria Nacional del Sarape que, en manos del alcalde Gustavo Jiménez, ese que prometió convertir a Chiautempan en un atractivo turístico, terminó por sepultar una tradición que mucho costó a otros gobiernos mantener con competitividad en la región centro del país.

Y mientras el gobierno chiautempense se duerme en sus laureles, municipios a los que anteriormente se les veía hacia abajo por sus eventos patronales, han demostrado para qué sirve la imaginación, creatividad y el presupuesto.

Quienes saben el tejemaneje afirman que el atraso se debe a que el “junior” Juan Carlos Jiménez, hijo del alcalde, quiere una vez más mover todo a su antojo y conveniencia.


moises.morales@elsoldetlaxcala.com.mx



A un mes de la jornada electoral del 2 de junio, ¿dónde están los diputados locales y presidentes municipales electos?

Durante todo mayo atiborraron la vía pública con su presencia, presentaron innumerables promesas de campaña y contaminaron visual y auditivamente con carteles, espectaculares y jingles a todo volumen.

Sin embargo, tras la jornada del 2 de junio y una vez que recibieron sus respectivas constancias de mayoría, pareciera que desaparecieron de la faz de la tierra y, salvo los legisladores reelectos que retornaron a ocupar su curul y algunas otras excepciones, se desconoce qué es de la vida de la gran mayoría de autoridades electas.

Gracias a las “benditas redes sociales” se sabe que algunos organizaron festejos para celebrar su triunfo -con baile incluido- y otros se fueron de vacaciones, pero ese activismo mostrado en campaña por los candidatos se desvaneció al obtener su triunfo, al grado de que sus páginas de Facebook e Instagram permanecen inactivas y esa promesa de “regresar a recorrer las calles” nomás no se ve.

¿Acaso nadie les ha dicho a las autoridades electas que el 3 de junio inició el verdadero juego político?

Por el bien de Tlaxcala, ojalá que quienes ahora permanecen en el ostracismo político-social se encuentren en preparación para lo que vivirán a partir de que rindan protesta a finales de agosto próximo y recuerden que a partir de septiembre no vivirán un día más en el cargo, sino un día menos de aquello por lo que tanto lucharon.

PANUCHOS NERVIOSOS

Además de ser panistas, ¿qué tienen en común los alcaldes de Apizaco y Apetatitlán?

La respuesta es muy sencilla: Pablo Badillo y Ángelo Gutiérrez andan muy nerviosos y enclaustrados en sus respectivos despachos para encontrar la forma de resolver los problemones financieros que tienen en sus manos tras los adversos resultados del pasado proceso electoral.

Quienes conocen mejor la historia aseguran que Pablo Badillo se confió tanto en obtener la reelección al grado de abrir la cartera no sólo para su propia campaña, sino para ayudar a algunos candidatos afines a su proyecto político e intereses personales, entre ellos el exdirector de la Dirección de Seguridad Pública de Apizaco, Raymundo Fragoso Muñoz, pero para su sorpresa el expolicía federal nuevamente resultó derrotado en las urnas.

A un mes de la elección municipal, en los pasillos de la nueva presidencia municipal apizaquense aún se resiente el mal sabor de boca que dejó la derrota y muchos se preguntan si únicamente fue el “efecto Morena” o influyeron otros factores para perder la alcaldía después de cinco administraciones consecutivas.

En el recuento de daños han salido a relucir algunos temas que en campaña permanecieron ocultos, como que el alcalde con licencia y excandidato dedicó parte de su tiempo a las “convivencias” con su círculo más cercano, con agua de malta y agave de por medio, en vez de redoblar esfuerzos en busca de convencer a los indecisos y así garantizar el triunfo.

Otra de las versiones apunta a que Pablo Badillo se peleó con personajes de la política de la ciudad rielera que podían influir para hacerlo ganar, pero la versión que mayoritariamente se escucha es que su secretario particular y suplente, Gonzalo Mijares, representó en muchas ocasiones la manzana de la discordia y su actitud soberbia terminó por caer de la gracia de su equipo de campaña al sentirse “presidentito” sin aún tener nada seguro.

Un caso similar pasó con Ángelo Gutiérrez, quien no sólo destinó presupuesto para apoyar las aspiraciones de su fiel escudero, Iván Teomitzi, sino que presuntamente parte del erario de Apetatitlán fue a parar a las campañas de los abanderados del PAN en Yauhquemehcan y Totolac, Alfredo Escamilla Ricalday y Jonathan Sánchez Juárez, quienes también probaron el sabor de la derrota electoral.

La preocupación del panista Gutiérrez Hernández no queda ahí, pues tiene pendientes de comprobar seis millones 574 mil pesos por probable malversación del erario por pago de gastos improcedentes; pago de gastos en exceso; deudores diversos por recursos públicos otorgados no comprobados, además de otras observaciones plenamente detectadas por el Órgano de Fiscalización Superior, lo que le valió en agosto de 2023 la reprobación de su cuenta pública.

Y aunque después de la reprobación de su cuenta pública 2022 el alcalde panista intentó defenderse cual gato panza arriba y alegó que el Congreso del Estado actuó por consigna partidista, documentos oficiales dicen todo lo contrario.

Restan dos meses a los actuales gobiernos municipales y ya veremos si Pablo Badillo y Ángelo Gutiérrez cierran sin adeudos sus administraciones o no podrán dormir tranquilos tras entregar el poder por el que tanto lucharon, pero que no lograron retener.

RETRASADO

Mientras en Huamantla y Tetla de la Solidaridad ya presentaron los carteles de sus respectivas ferias, en Chiautempan el alcalde Gustavo Jiménez Romero ni siquiera ha nombrado públicamente a su Comité.

Por acuerdos políticos se sabe que el regidor perredista Alejandro Armas será el responsable de la organización, pero a escasos 20 días del principal festejo de los “santaneros” hasta hoy no hay absolutamente nada, lo que evidencia la improvisación con la que se conduce la administración morenista.

Atrás quedó la renombrada Feria Nacional del Sarape que, en manos del alcalde Gustavo Jiménez, ese que prometió convertir a Chiautempan en un atractivo turístico, terminó por sepultar una tradición que mucho costó a otros gobiernos mantener con competitividad en la región centro del país.

Y mientras el gobierno chiautempense se duerme en sus laureles, municipios a los que anteriormente se les veía hacia abajo por sus eventos patronales, han demostrado para qué sirve la imaginación, creatividad y el presupuesto.

Quienes saben el tejemaneje afirman que el atraso se debe a que el “junior” Juan Carlos Jiménez, hijo del alcalde, quiere una vez más mover todo a su antojo y conveniencia.


moises.morales@elsoldetlaxcala.com.mx