Desde hace por lo menos tres décadas se dice que nuestro terruño es un laboratorio político.
Ejemplos hay de sobra, pero basta con citar las transiciones de los partidos que han ocupado la silla del Poder Ejecutivo en Tlaxcala para comprender a qué nos referimos.
Entendido lo anterior y sin hacerla tan cansada, regresemos a los años 90 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) hacía verdad aquello de que “el poder se hizo para ejercerlo” en toda la extensión de la palabra -tal como ahora sucede con Morena, su clon remasterizado- y sus designios eran casi una ley descrita en piedra y tallada con cincel.
Pero ¡oh, sorpresa!, en la elección gubernamental del domingo 8 de noviembre de 1998 un suceso sacudió a la política estatal y se convirtió en fenómeno nacional.
Al no obtener meses antes la candidatura del PRI en el proceso interno, Alfonso Abraham Sánchez Anaya migró al hoy extinto PRD, y junto con el PT y Verde como aliados, logró vencer al abanderado del partido oficial, Joaquín Cisneros Fernández: dos veces alcalde capitalino e hijo del exgobernador Joaquín Cisneros Molina, además tío de la actual mandataria Lorena Cuéllar Cisneros.
En esa elección, el entonces candidato Sánchez Anaya triunfó con 150 mil 036 votos, contra los 142 mil 718 de Cisneros Fernández del PRI. Al fondo quedó Jorge Moreno Durán con 27 mil 736 sufragios como abanderado del PAN.
Antes de dejar el cargo, en 2004 la tentación le ganó al “güerito de rancho” e impuso a su esposa, la entonces senadora María del Carmen Ramírez García, como candidata del sol azteca al gobierno estatal.
Pero la historia se repitió, sólo que con actores diferentes: Héctor Israel Ortiz Ortiz no fue favorecido con la postulación del PRI y creó una gran alianza encabezada por el PAN que ganó esa elección; Mariano González Zarur sufrió una derrota con el tricolor y la candidata oficialista, María del Carmen Ramírez, fue enviada al tercer sitio.
En la elección siguiente de 2010, Ortiz Ortiz fue atado de manos por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa al postular a Adriana Dávila Fernández y vino una nueva derrota para la candidatura oficial, pero ahora con los colores del PAN, al obtener el triunfo el PRI con Mariano González como abanderado.
LO QUE VIENE
Sin dejar de lado lo ocurrido en 2016 y 2021, pues es ampliamente conocido y del dominio público, ya se asoma la elección de 2027 y muchos adelantados han comenzado a sacar sus propias conjeturas.
Y aunque pareciera ocioso citar el pasado, no lo es si nos remitimos al punto exacto de que la historia es cíclica y Tlaxcala ha dado ejemplo de ello.
La reciente designación de Marcela González Castillo al frente del poderoso partido Morena es un arma de doble filo que podría representar, por un lado, una amplia ventaja para su esposo, el alcalde capitalino Alfonso Sánchez García, quien ya es visto por el actual grupo en el poder como el sucesor al trono que ocupa Cuéllar Cisneros.
Pero, por otro lado, ha levantado ámpula entre quienes también aspiran a esa postulación y que están decididos a no claudicar para hacerle ver al lorenismo qué fuerza política manda en el partido que fundó Andrés Manuel López Obrador, entre ellos la senadora Ana Lilia Rivera Rivera, a quien no le cayó nada bien la noticia de que “la güera” Marcela sea quien lidere a Morena en Tlaxcala.
UNGIDO
Más fácil que ganar elecciones como candidato de Morena en estos tiempos, Enrique Padilla Sánchez logró ser ungido líder del PRI en Tlaxcala.
El oriundo de Tizatlán tejió fino con los grupos al interior del tricolor que se han resistido a traicionar al partido que por muchos años los cobijó y, al lado de la exalcaldesa y exdiputada local Zonia Montiel Candaneda, logró una planilla única.
De entrada, la jugada de Padilla Sánchez es buena porque, aun cuando el PRI se encuentra en sus peores momentos políticos, su único camino es cuesta arriba y prepararse para el proceso sucesorio de 2027 en la gubernatura, además de recuperar diputaciones y alcaldías.
Si somos cautos, todavía es muy prematuro hablar de la elección de 2027, pues si bien esa novela empezó al día siguiente del 2 de junio de 2024, para llegar al final faltan muchos capítulos por transcurrir, en los que los coqueteos, romances, amores, desamores, traiciones y mucho más apenas serán el preámbulo, antes de conocer quiénes tendrán el anhelado final feliz.
Del lado de Padilla, tiene en Anabell Ávalos a una senadora con voz enérgica ante los embates que sufre el país con la aplastante mayoría morenista y, la semana pasada, sumó a Sandra Aguilar como su legisladora local, tras la abrupta salida de Blanca Águila Lima.
En el PRI es claro que “el horno no está para bollos”, pero tampoco en el PAN con sus pugnas internas y los detractores de Ángelo Gutiérrez Hernández por recibir la dirigencia de su esposa Miriam Martínez Sánchez, quien antes se agenció la diputación local.
Y si volteamos a otro lado, las inconformidades brotan en Movimiento Ciudadano con su reciente cambio de dirigencia, y peor aún, en Morena donde sus integrantes se dan la mano de frente, pero por atrás se apuñalan.
RETAL
Lo dijo ayer la gobernadora al entregar un C2 más: “que siguen pasando cosas (en Tlaxcala), sí, seguirán, y seguirán pasando, lamentablemente, porque no estamos exentos de ser un estado con situaciones que a veces nos preocupan”.
¿A qué se referirá? ¿Para qué debemos estar preparados? ¿Qué más sabe la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros? Quien entendió... entendió.
ADIVINA ADIVINADOR…
¿A qué exgobernador de Tlaxcala sus excolaboradores no quieren ni ver porque tras dejar el cargo ya no les contesta las llamadas y desde que logró acomodo en la Lotería Nacional únicamente ha beneficiado a sus amig@s del Colegio de México?
Un dato: entre los resentidos se dice que sólo esperan que el recién nombrado embajador de buena voluntad de los 500 años de la fundación de la Ciudad de Tlaxcala les llame para aplicarle la misma “ley del hielo” y evidenciar que carece de estructura rumbo a 2027, como trata de hacer creer.