/ lunes 19 de junio de 2023

Para sanar la ausencia, hay que ¡estar!

Leí en el marco de las celebraciones por el día del padre, a un muy importante amigo mío preguntarse si mandar buenos deseos al padre ausente por muerte es de alguna manera sanar la ausencia. Me hizo pensar.

Ser padre biológico es trasladar parte del material genético de un hombre para la concepción del embrión que se convertirá en ser humano. La madre a través del cordón umbilical tiene intercambio constante con su bebé y con ello su propio material genético cambia, creando un lazo biológico irremplazable.

En contrario, el padre no recibe de su hijo (a) material genético alguno. Tal vez por ello en solo 10 años en México, el número de jefas de familia pasó de 6.9 millones en 2010 a 11.47 en 2020. Un aumento de 65%. Es real. Los padres biológicos, cada vez más, arguyen la independencia financiera de las mujeres y los problemas con sus parejas para abandonar a sus hijos. Por ello 7 de 10 menores de edad no reciben la pensión alimentaria que necesitan

¡Ojo! hay quienes prácticamente dan todo lo que tienen a sus hijos les ordene un juez o no, hay otros que teniendo, solo cumplen lo ordenado aun y cuando sus hijos tengan necesidades que ellos podrían solventar convenciéndose que están bien y desestimando el perjuicio que les ocasionan a quienes dicen amar. Otros de plano se van, desaparecen. Son los romantizados Don Juanes. Solo machos con gónadas, no hombres en toda la extensión de la palabra.

Los padres responsables aman, se preocupan y ocupan de la manutención, formación y crianza de sus vástagos, es decir, están. Ellos, los que están, son los únicos que verdaderamente merecen llamarse padres, hayan procreado o no.

Hay una revolución cultural y social en nuestros tiempos; por fortuna muchísimos hombres están queriendo desaprender y aprender para ser mejores padres. En México desde 2018 los hombres cuentan con 5 días de licencia de paternidad y la tendencia es a ampliar este plazo, como es el caso de la Judicatura Federal y el Tribunal Electoral Federal, que acordaron 90 días naturales. Así también, desde 2020 tienen el mismo derecho los padres que las madres a las guarderías del IMSS.

Santiago Morales, investigador y coautor de, entre otros el libro “Educar Hasta la Ternura Siempre” (2021), dice: “Lo que nos han enseñado a lo largo de nuestra niñez y adolescencia a quienes fuimos criados como varones, es que nacimos para ser servidos, no para servir. Para ser cuidados, no para cuidar. Y como nos convino siempre y nos resultó cómodo, no hicimos nada para cambiarlo. Pero es tiempo”.

No se nace sabiendo. Algunas pautas que comparte Morales son: entender y aceptar que nuestro papel no es el de ser el centro; acompañar, estar, resolver, cuidar, prever, limpiar, ordenar, cocinar; no juzgar a la madre sobre qué, cuándo y cómo siente lo que siente; no desentendernos de cuestiones fundamentales del nacido como qué come, cuánto, mudas para salir de casa,etc; estar dispuestos a aprender de las mujeres que nos rodean, es decir asumir que sabemos poco y que estamos dispuestos a realizar un esfuerzo consciente por aprender; suspender/posponer actividades de orden recreativo; y, reconocer que esa persona recién nacida nos necesita y nosotros a ella.

Los hombres deben dejar atrás la enseñanza de que mostrar vulnerabilidad les hacer perder hombría o que llorar no sirve. Porque es desde la hombría plena y no desde el machismo, que se podrán convertir en ejemplo de compromiso, empatía y con ello contribuir activamente a cambiar la cultura de la violencia por la de la resolución pacífica de conflictos.

Los hijos aprenden lo que ven y sienten, no lo que se les dice. Ser tierno, dulce, constructivo, líder, poner límites, respetar a la madre de sus hijos y a los menores en su integridad, es lo que forma la mente y el alma de niñas y niños. Convertirse de ser autoridad temida a ser autoridad amada, es la diferencia entre formar seres sanos emocionalmente o llenos de ira y frustración.

La ausencia del padre, recordando entonces las letras de mi amigo al principio citadas, no es solo por muerte. La ausencia más triste es la que se da en vida y es la más difícil de sanar. Para ser padre, verdadero padre, hay que estar.

Los padres responsables aman, se preocupan y ocupan de la manutención, formación y crianza de sus vástagos, es decir, están. Ellos, los que están, son los únicos que verdaderamente merecen llamarse padres, hayan procreado o no.

Leí en el marco de las celebraciones por el día del padre, a un muy importante amigo mío preguntarse si mandar buenos deseos al padre ausente por muerte es de alguna manera sanar la ausencia. Me hizo pensar.

Ser padre biológico es trasladar parte del material genético de un hombre para la concepción del embrión que se convertirá en ser humano. La madre a través del cordón umbilical tiene intercambio constante con su bebé y con ello su propio material genético cambia, creando un lazo biológico irremplazable.

En contrario, el padre no recibe de su hijo (a) material genético alguno. Tal vez por ello en solo 10 años en México, el número de jefas de familia pasó de 6.9 millones en 2010 a 11.47 en 2020. Un aumento de 65%. Es real. Los padres biológicos, cada vez más, arguyen la independencia financiera de las mujeres y los problemas con sus parejas para abandonar a sus hijos. Por ello 7 de 10 menores de edad no reciben la pensión alimentaria que necesitan

¡Ojo! hay quienes prácticamente dan todo lo que tienen a sus hijos les ordene un juez o no, hay otros que teniendo, solo cumplen lo ordenado aun y cuando sus hijos tengan necesidades que ellos podrían solventar convenciéndose que están bien y desestimando el perjuicio que les ocasionan a quienes dicen amar. Otros de plano se van, desaparecen. Son los romantizados Don Juanes. Solo machos con gónadas, no hombres en toda la extensión de la palabra.

Los padres responsables aman, se preocupan y ocupan de la manutención, formación y crianza de sus vástagos, es decir, están. Ellos, los que están, son los únicos que verdaderamente merecen llamarse padres, hayan procreado o no.

Hay una revolución cultural y social en nuestros tiempos; por fortuna muchísimos hombres están queriendo desaprender y aprender para ser mejores padres. En México desde 2018 los hombres cuentan con 5 días de licencia de paternidad y la tendencia es a ampliar este plazo, como es el caso de la Judicatura Federal y el Tribunal Electoral Federal, que acordaron 90 días naturales. Así también, desde 2020 tienen el mismo derecho los padres que las madres a las guarderías del IMSS.

Santiago Morales, investigador y coautor de, entre otros el libro “Educar Hasta la Ternura Siempre” (2021), dice: “Lo que nos han enseñado a lo largo de nuestra niñez y adolescencia a quienes fuimos criados como varones, es que nacimos para ser servidos, no para servir. Para ser cuidados, no para cuidar. Y como nos convino siempre y nos resultó cómodo, no hicimos nada para cambiarlo. Pero es tiempo”.

No se nace sabiendo. Algunas pautas que comparte Morales son: entender y aceptar que nuestro papel no es el de ser el centro; acompañar, estar, resolver, cuidar, prever, limpiar, ordenar, cocinar; no juzgar a la madre sobre qué, cuándo y cómo siente lo que siente; no desentendernos de cuestiones fundamentales del nacido como qué come, cuánto, mudas para salir de casa,etc; estar dispuestos a aprender de las mujeres que nos rodean, es decir asumir que sabemos poco y que estamos dispuestos a realizar un esfuerzo consciente por aprender; suspender/posponer actividades de orden recreativo; y, reconocer que esa persona recién nacida nos necesita y nosotros a ella.

Los hombres deben dejar atrás la enseñanza de que mostrar vulnerabilidad les hacer perder hombría o que llorar no sirve. Porque es desde la hombría plena y no desde el machismo, que se podrán convertir en ejemplo de compromiso, empatía y con ello contribuir activamente a cambiar la cultura de la violencia por la de la resolución pacífica de conflictos.

Los hijos aprenden lo que ven y sienten, no lo que se les dice. Ser tierno, dulce, constructivo, líder, poner límites, respetar a la madre de sus hijos y a los menores en su integridad, es lo que forma la mente y el alma de niñas y niños. Convertirse de ser autoridad temida a ser autoridad amada, es la diferencia entre formar seres sanos emocionalmente o llenos de ira y frustración.

La ausencia del padre, recordando entonces las letras de mi amigo al principio citadas, no es solo por muerte. La ausencia más triste es la que se da en vida y es la más difícil de sanar. Para ser padre, verdadero padre, hay que estar.

Los padres responsables aman, se preocupan y ocupan de la manutención, formación y crianza de sus vástagos, es decir, están. Ellos, los que están, son los únicos que verdaderamente merecen llamarse padres, hayan procreado o no.