/ martes 7 de noviembre de 2023

Pensamiento y sentimiento

Cada ser humano tiene en su mente un potencial infinito que le permite crear o darle forma a su vida y a la realidad que experimenta. Si usted, estimado lector, piensa que las circunstancias externas tienen el poder de gobernar y dirigir el barco de su existencia le pido que por un momento reflexione y considere lo que planteo a continuación

Todos tenemos en nuestro interior una fuerza masculina y otra femenina. Llámele Yin y Yang, polo positivo y polo negativo, padre y madre, Adán y Eva o como sea, eso es lo de menos. A final de cuentas lo que importa es entender que la fuerza masculina es el pensamiento y que la fuerza femenina es el sentimiento, y que el secreto del poder personal consiste en la unión armoniosa y el trabajo sincronizado de estas dos potencias. Cuando la Biblia nos habla del origen de la humanidad utiliza las siguientes palabras: varón y hembra los creó. Más allá de la cuestión del género de cada uno, es necesario comprender que el libro sagrado se refiere con estos términos al poder del pensamiento y del sentimiento, a la fuerza creadora latente en cada uno de nosotros.

Durante años hemos aceptado las ideas que la sociedad, la familia, el sistema educativo y la religión depositaron en nuestras mentes como verdades sin tomarnos la molestia de cuestionarlas; nos enseñaron que estamos llenos de defectos y limitaciones, que la vida es dura y difícil y que estamos en manos de un destino muchas veces imposible de ser modificado. Afortunadamente tenemos el poder de cambiar las cosas en nuestro mundo interno; el poder de elegir, y así convertirnos en los dueños de nuestras circunstancias. Por lo que más quiera, elija creer en la salud y no en la enfermedad; en la abundancia y no en la escasez, en el éxito y no en el fracaso; en la felicidad y no en la infelicidad.

Porque cualquiera que sea la naturaleza de sus pensamientos, estos actúan como semillas plantadas en la fértil tierra de sus emociones. Y esta tierra, al igual que su equivalente externo (es decir, la tierra física), no distingue la clase de semillas que le son depositadas; estas pueden ser buenas o malas, no importa. Ellas, en su debido tiempo, darán sus respectivos frutos.

Pues bien, cuando el pensamiento insemina al sentimiento sucede el milagro de la creación, tal como cuando el espermatozoide fecunda al óvulo. Es exactamente lo mismo porque las leyes de la naturaleza actúan igual en el plano físico que en el plano mental. Esto sencillamente significa que a partir de ahora usted puede empezar a manifestar todo lo que quiera, siempre y cuando aprenda a pensar correctamente y, sobre todo, a sentir con la más profunda emoción que eso que tanto desea es ya una realidad.

Hay que tener presente que el factor creador, más que el pensamiento, es el sentimiento. Puede usted pensar en positivo todo el día, orar, meditar y decretar el cumplimiento de sus más anhelados deseos, pero si se queda únicamente en el plano del pensamiento nada pasará. No tan solo tiene que pensar, es indispensable sentir. Porque, como he explicado anteriormente, es de la unión de estos dos elementos de donde surge la manifestación.

Cuando los evangelios nos relatan que Jesús tenía dominio sobre los vientos y las aguas nos están dando la clave para entender de dónde le venía la capacidad para hacer todas las cosas extraordinarias que hizo y que comúnmente llamamos milagros. Él aprendió a controlar perfectamente sus pensamientos (el viento) y sus emociones (las aguas); no le daba valor ni importancia a las apariencias externas sino al mundo interior, al de la mente, porque entendió que es ahí en donde reside el poder para transformar las cosas en el exterior.

A usted que lee estas líneas le digo: hoy su vida puede empezar a cambiar. La felicidad, el éxito, la abundancia, la salud y el bienestar le pertenecen por derecho divino. Deseche todos los pensamientos y creencias que por tanto tiempo le han limitado y llenado de obstáculos; no sea víctima sino dueño y señor de sus circunstancias.

Si usted adopta nuevos hábitos de pensar y de sentir, comenzará a notar los cambios en su vida. Por supuesto, se necesita paciencia y disciplina, ya que los resultados no se manifiestan de la noche a la mañana. Pero con un poco de tiempo le aseguro que las cosas irán cambiando para bien. Créame, el camino de la autotransformación es sumamente gratificante. Usted merece ser feliz; deje atrás el pasado y reinvéntese, que le esperan un presente y un futuro extraordinarios.


*Comunicólogo y sacerdote anglicano