/ martes 6 de agosto de 2024

Pensar, decir y hacer: responsabilidad de la 4T / El lastre de la corrupción

La lucha contra la corrupción fue la bandera social más importante del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ha sido el signo distintivo de la Cuarta Transformación y esto ha permitido incrementar el gasto público en política social. En varios discursos el Lic. López Obrador ha mencionado “Por el bien de México, primero los pobres” y para lograr este cometido era necesario incrementar el presupuesto público. Este objetivo gubernamental no iba a lograrse incrementando impuestos o generando nuevos; bastaba con combatir la corrupción y la impunidad.

Ahora, la presidenta electa, la Dra. Claudia Sheinbaum, tiene el compromiso de mantener la política social y de generar nuevos programas, los cuales estarán dirigidos a las mujeres y a los estudiantes. Esto será posible sosteniendo los ideales de la 4T en combatir la corrupción y la impunidad y dirigir esos recursos a la política social.

En el movimiento de Independencia se buscó la construcción de nuestra nación; en la Reforma se configuró una república federada, democrática y laica; en la Revolución Mexicana se combatió una dictadura y se conformó un texto constitucional que ha sido ejemplo mundial de la consolidación de derechos sociales. Ahora, en la Cuarta Transformación se pugna por la separación de los intereses privados a costa del bienestar público, se combate a la corrupción y a la impunidad y se busca la consolidación de una política partidista y gubernamental de tipo humanista.

Para Transparencia Internacional la corrupción se define como “El abuso del poder público para el beneficio privado” y este concepto define una conducta y a una clase política que por décadas se ocupó de mantener sumida en la pobreza al pueblo de México y de generar una red de complicidades que permitieron a una clase rapaz enquistarse en el poder político nacional.

Los espacios de representación popular fueron usados para generar reformas legislativas y construir toda una arquitectura administrativa que facilitará la complicidad de intereses, el uso indebido de recursos públicos y el abuso faccioso de grupos que solo pensaban en su enriquecimiento a costa del empobrecimiento nacional. Hoy, la política social de la Cuarta Transformación busca una redistribución de la riqueza que todas y todos generamos a través de la hacienda pública y con esto generar una serie de condiciones sociales e institucionales que permitan a los más desprotegidos una movilidad social en donde el bienestar es una realidad.

Es importante mencionar que existieron intentos por culpar al propio pueblo del fenómeno de la corrupción. La declaración de 2014 del expresidente Enrique Peña Nieto: “Estoy convencido de que el problema que tenemos para enfrentar la corrupción parte, primero de reconocer, que es una debilidad de orden cultural” muestra el afán de justificación y el intento fallido de mostrar a una sociedad integrada con el ADN de la corrupción.

Desde un punto de vista sistémico, podemos darnos cuenta que por décadas el régimen hegemónico se ocupó de construir una arquitectura jurídica, institucional y humana que propiciará la corrupción ante la desesperación, la indignación y la falta de opciones por parte del pueblo de México.

La impunidad fue el sello distintivo de esta etapa, ya que a pesar de contar con supuestos controles gubernamentales para obligar a la transparencia, la rendición de cuentas, el acceso a la información pública y generar penas más rigurosas en contra de los servidores públicos; la complicidad permitía la impunidad, es decir, no pasaba nada y el pueblo se veía sometido a perder el tiempo interponiendo algún recurso administrativo o siendo bloqueado para la ejecución de sus trámites, como una forma de cobrar venganza.

Ahora se busca combatir la corrupción más allá de las reformas legislativas, los mecanismos de control interno, las sanciones severas o el discurso de la transparencia; es necesario generar una nueva forma de entender la política y al gobierno. Creo que es necesario volver a los orígenes de la política, justamente en Grecia en donde se reflexionaba sobre los valores, la virtud y la conducta de quienes aspiraban a conducir a la polis.

En la Cuarta Transformación la lucha contra la corrupción y la impunidad son una acción constante que no admite tregua y que permite hacer de la política social un acto de justicia, la cual fue por mucho tiempo esperada y exigida por el pueblo de México.

Facebook: VicenteMoralesPOficial

Instagram: moralesperezvicente

La lucha contra la corrupción fue la bandera social más importante del presidente Andrés Manuel López Obrador. Ha sido el signo distintivo de la Cuarta Transformación y esto ha permitido incrementar el gasto público en política social. En varios discursos el Lic. López Obrador ha mencionado “Por el bien de México, primero los pobres” y para lograr este cometido era necesario incrementar el presupuesto público. Este objetivo gubernamental no iba a lograrse incrementando impuestos o generando nuevos; bastaba con combatir la corrupción y la impunidad.

Ahora, la presidenta electa, la Dra. Claudia Sheinbaum, tiene el compromiso de mantener la política social y de generar nuevos programas, los cuales estarán dirigidos a las mujeres y a los estudiantes. Esto será posible sosteniendo los ideales de la 4T en combatir la corrupción y la impunidad y dirigir esos recursos a la política social.

En el movimiento de Independencia se buscó la construcción de nuestra nación; en la Reforma se configuró una república federada, democrática y laica; en la Revolución Mexicana se combatió una dictadura y se conformó un texto constitucional que ha sido ejemplo mundial de la consolidación de derechos sociales. Ahora, en la Cuarta Transformación se pugna por la separación de los intereses privados a costa del bienestar público, se combate a la corrupción y a la impunidad y se busca la consolidación de una política partidista y gubernamental de tipo humanista.

Para Transparencia Internacional la corrupción se define como “El abuso del poder público para el beneficio privado” y este concepto define una conducta y a una clase política que por décadas se ocupó de mantener sumida en la pobreza al pueblo de México y de generar una red de complicidades que permitieron a una clase rapaz enquistarse en el poder político nacional.

Los espacios de representación popular fueron usados para generar reformas legislativas y construir toda una arquitectura administrativa que facilitará la complicidad de intereses, el uso indebido de recursos públicos y el abuso faccioso de grupos que solo pensaban en su enriquecimiento a costa del empobrecimiento nacional. Hoy, la política social de la Cuarta Transformación busca una redistribución de la riqueza que todas y todos generamos a través de la hacienda pública y con esto generar una serie de condiciones sociales e institucionales que permitan a los más desprotegidos una movilidad social en donde el bienestar es una realidad.

Es importante mencionar que existieron intentos por culpar al propio pueblo del fenómeno de la corrupción. La declaración de 2014 del expresidente Enrique Peña Nieto: “Estoy convencido de que el problema que tenemos para enfrentar la corrupción parte, primero de reconocer, que es una debilidad de orden cultural” muestra el afán de justificación y el intento fallido de mostrar a una sociedad integrada con el ADN de la corrupción.

Desde un punto de vista sistémico, podemos darnos cuenta que por décadas el régimen hegemónico se ocupó de construir una arquitectura jurídica, institucional y humana que propiciará la corrupción ante la desesperación, la indignación y la falta de opciones por parte del pueblo de México.

La impunidad fue el sello distintivo de esta etapa, ya que a pesar de contar con supuestos controles gubernamentales para obligar a la transparencia, la rendición de cuentas, el acceso a la información pública y generar penas más rigurosas en contra de los servidores públicos; la complicidad permitía la impunidad, es decir, no pasaba nada y el pueblo se veía sometido a perder el tiempo interponiendo algún recurso administrativo o siendo bloqueado para la ejecución de sus trámites, como una forma de cobrar venganza.

Ahora se busca combatir la corrupción más allá de las reformas legislativas, los mecanismos de control interno, las sanciones severas o el discurso de la transparencia; es necesario generar una nueva forma de entender la política y al gobierno. Creo que es necesario volver a los orígenes de la política, justamente en Grecia en donde se reflexionaba sobre los valores, la virtud y la conducta de quienes aspiraban a conducir a la polis.

En la Cuarta Transformación la lucha contra la corrupción y la impunidad son una acción constante que no admite tregua y que permite hacer de la política social un acto de justicia, la cual fue por mucho tiempo esperada y exigida por el pueblo de México.

Facebook: VicenteMoralesPOficial

Instagram: moralesperezvicente