“Morena ha ganado dos veces la presidencia de México, 24 gobiernos estatales y en 2024 mantuvo los triunfos de 2018 en Ciudad de México, Chiapas, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y, ahora, ganamos Yucatán. Fue con Morena que cuatro estados lograron su primera alternancia partidista, luego de más de 90 años en Campeche, Colima, Estado de México e Hidalgo”, este es un fragmento del discurso de la dirigente electa de Morena, Luisa María Alcalde, quien asumirá la conducción de Morena a partir del próximo 1 de octubre de este año.
La elección de Luisa María Alcalde como presidenta nacional de Morena y de Andrés Manuel López Beltrán como secretario de organización representa un momento de transformación crucial para nuestro movimiento y, por ende, para el futuro del país. Como consejero estatal de Morena, me siento optimista ante este nuevo liderazgo, que promete consolidar los avances logrados en los últimos años y llevar nuestra lucha por la justicia social y la equidad a nuevas alturas.
Luisa María Alcalde ha sido una figura destacada en la política mexicana, especialmente durante su tiempo como Secretaria de Gobernación. Su capacidad para enfrentar retos complejos y su compromiso con los valores de la Cuarta Transformación son testimonio de su dedicación y competencia. En un país donde la gobernanza ha enfrentado numerosos desafíos, su experiencia en el manejo de situaciones difíciles y su enfoque en la inclusión y el diálogo son exactamente lo que Morena necesita en este momento.
La elección de Luisa María Alcalde como presidenta nacional no es simplemente un cambio de liderazgo; es un acto en el que se reafirma el compromiso de Morena con un México más justo e incluyente. Su llegada a la presidencia del partido se produce en un momento crucial, donde la necesidad de cohesión y unidad dentro de nuestras filas es más urgente que nunca y no es por una crisis, es por los retos que representa la transición de la transformación. En esta nueva etapa del gobierno de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, Luisa María se presenta como la líder ideal para guiar a Morena en la defensa y promoción de las políticas públicas que han transformado la vida de millones de mexicanos. En Morena confirmamos que este es el tiempo de las mujeres.
Por otro lado, la designación de Andrés Manuel López Beltrán como secretario de organización fortalece aún más esta nueva dirección. Con un profundo conocimiento de nuestro movimiento y una clara visión estratégica, su rol será esencial para movilizar a las bases de Morena y garantizar que la voz de la ciudadanía sea escuchada y atendida. La organización interna del partido será clave para enfrentar los retos venideros, y la experiencia de López Beltrán será un activo valioso en este sentido. Ambos líderes comparten una visión común: la de un México donde el bienestar social, la igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos humanos sean pilares fundamentales. Esta visión es más relevante que nunca en un contexto donde la polarización y la desinformación intentan minar el progreso logrado hasta ahora.
El liderazgo de Luisa María Alcalde, junto con el apoyo de Andrés Manuel López Beltrán, establecen una base sólida para que Morena continúe siendo la voz de cambio y progreso en México. Su enfoque en la inclusión, la equidad y la justicia social es precisamente lo que el país necesita en este momento histórico. Además, es fundamental recordar que la política no es solo un asunto de figuras públicas, sino un ejercicio colectivo que debe involucrar a toda la ciudadanía. La elección de Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán es un paso hacia la construcción de un partido más participativo, donde las voces de todos los mexicanos, especialmente de aquellos que históricamente han sido marginados, encuentren un espacio en la toma de decisiones.
La unidad es un concepto que se promueve dentro de Morena. Con la llegada de nuevas voces y liderazgos, es crucial mantenernos firmes en nuestros principios y en nuestras luchas. Luisa María Alcalde ha demostrado su capacidad para generar consensos y para trabajar en equipo, algo que será vital en su rol como presidenta de Morena.
Es importante recordar que el futuro que deseamos construir no depende únicamente de las acciones de nuestros líderes, sino también de nuestra participación activa como ciudadanos de la transformación. Debemos comprometernos a ser parte de este proceso, a contribuir con nuestras ideas y a exigir que las promesas se traduzcan en acciones concretas. El nuevo liderazgo de Morena representa no solo un cambio en la dirigencia, sino un renovado compromiso con los ideales que nos han guiado hasta la victoria del pasado 2 de junio. Es tiempo de trabajar, de participar y de seguir soñando con un México donde todos tengamos un lugar, donde la justicia y la equidad sean realidades palpables. La Cuarta Transformación continúa, y con ella, nuestra lucha por un futuro mejor.
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