Amables lectores, respetando la legislación en materia electoral, quiero en esta ocasión dedicar esta columna a la vida, obra, trascendencia y legado de una mujer excepcional. Considero que es una biografía que debemos rescatar y estudiar con emoción. Sor Juana Inés de la Cruz, nacida el 12 de noviembre de 1648 o 1651 en el México virreinal (existen diferentes posturas en la fecha de nacimiento, atendiendo a las fuentes de cada historiador) es una de esas figuras que, a pesar de los siglos, sigue hablándonos, provocándonos e inspirándonos. Conocida como la “Décima Musa” esta monja, poeta, filósofa y adelantada a su tiempo nos legó una obra tan audaz como su vida. En un país y una época donde las mujeres tenían un lugar claramente definido y limitado Sor Juana levantó la voz, desafió las normas y, sobre todo, dejó claro que el conocimiento no tiene género ni límites.
Para entender su rebeldía, debemos ubicarnos en el contexto de su tiempo. En el siglo XVII, la educación era un privilegio reservado exclusivamente para los hombres de clase alta. Las mujeres, sin importar su origen, estaban relegadas al ámbito del hogar o al convento. Juana Inés, desde niña, desafió esta norma. Nacida en San Miguel Nepantla, un pequeño pueblo en lo que hoy es el estado de México, mostró una sed insaciable por aprender. De hecho, se cuenta que, a los tres años, sin más recursos que su ingenio, ya había aprendido a leer observando a su hermana mayor. A los ocho años, Juana había leído buena parte de la biblioteca de su abuelo, devorando los libros en náhuatl y en latín. Su deseo por aprender era tal, que pidió permiso a su madre para vestirse como hombre y poder estudiar en la universidad, un deseo que fue negado.
La gran pregunta es: ¿cómo una mujer así, en una época así, llegó a ser Sor Juana Inés de la Cruz, la escritora y pensadora más importante de su siglo en América? La respuesta está en su decisión de tomar el camino del convento. Para Sor Juana, la vida religiosa no era una vía de devoción piadosa, sino un refugio en el que podía dedicarse a leer y escribir sin las presiones del matrimonio. Al ingresar al convento de San Jerónimo, en 1669, Sor Juana consiguió una relativa libertad para dedicarse a lo que más amaba: el conocimiento.
Lo revolucionario de Sor Juana no fue solo su talento, sino su insistencia en desafiar los estereotipos de género de su época.
Sus poemas y escritos no solo abordan temas religiosos y filosóficos; también exploran el amor, la naturaleza y la condición humana, con una maestría que rivaliza con los más grandes escritores de su tiempo. Su obra poética es un despliegue de pasión e ingenio, en donde el amor, el desdén y el desengaño se convierten en metáforas de la vida.
Sor Juana Inés de la Cruz es una de las primeras feministas de América. Su vida y obra inspiran porque representan una lucha por la igualdad en un tiempo donde no había un movimiento, ni un grupo de apoyo, ni siquiera un lenguaje para expresar ese deseo de equidad. Y, sin embargo, Sor Juana, desde su celda conventual, se convirtió en una voz potente contra la opresión y el silenciamiento de las mujeres. Si bien el feminismo como concepto no existía en su época, ella vivió y escribió para romper las barreras de género, defendiendo con vehemencia que las mujeres tienen derecho a los mismos saberes que los hombres.
En tiempos actuales, Sor Juana nos recuerda la importancia de cuestionar las normas, de levantar la voz cuando las injusticias persisten y, sobre todo, de no conformarnos con los papeles que la sociedad nos asigna. Ella no tuvo miedo de enfrentar las consecuencias de sus ideas, aun cuando eso significó desafiar a la Iglesia y a los poderes de su época. Al final de su vida, Sor Juana se vio forzada a renunciar a sus libros y a sus escritos, y su rebeldía intelectual fue silenciada. La orden religiosa a la que pertenecía la presionó hasta que, con gran dolor, tuvo que escribir una carta en la que renunciaba a sus estudios y confesaba ser una “indigna y peor criatura del mundo”. Sin embargo, su legado no se apagó; sus palabras, su obra y su ejemplo, han resonado por siglos.
Sor Juana Inés de la Cruz sigue siendo una inspiración para todas las personas que luchan por el derecho al conocimiento y a la igualdad. En su obra y en su vida se encuentra un llamado a cuestionar y a construir un mundo en el que no importe si eres mujer u hombre, sino que seas libre de aprender, de saber, de crear. La “Décima Musa” es una figura que pertenece tanto a su tiempo como al nuestro, porque su lucha por la igualdad de género y su deseo de justicia siguen siendo actuales. Hoy, como sociedad, aún estamos en deuda con su legado.
En un mundo en el que todavía persisten brechas de género en el acceso a la educación, el trabajo y la vida pública, Sor Juana nos inspira a cuestionar lo que parece inamovible. Ella nos recuerda que el conocimiento es poder, y que este poder es la herramienta más fuerte para construir un mundo justo. Quizás, lo que necesitamos es recordar un poco más su historia y hacerla nuestra, reconociendo que, aunque los tiempos cambien, la lucha por la igualdad sigue viva y que es nuestra responsabilidad continuarla, como lo hizo ella, con valentía, con palabras y con pasión.
Sor Juana Inés de la Cruz, en su celda conventual, rodeada de libros y papel, con la pluma en mano y la inteligencia despierta, rompió las cadenas del silencio y nos enseñó que la voz de una mujer puede cambiar el mundo.
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