La fecha llegó y los mexicanos fuimos testigos del primer debate entre las candidatas Claudia Sheinbaum Pardo y Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz y el candidato Jorge Álvarez Máynez. Ya en otra columna citaba que el debate presidencial en México encuentra sus orígenes en 1994, con la participación de Cuauhtémoc Cárdenas, Diego Fernández de Cevallos y Ernesto Zedillo Ponce de León.
En esta ocasión a diferencia de hace treinta años, se trató de un formato más dinámico, participativo, fresco y con una clara diferenciación entre los participantes. Las preguntas fueron formuladas por los ciudadanos a través de las redes sociales y fueron segmentadas geográficamente. La respuesta a estos cuestionamientos abrió el proceso del debate y esto nos permitió reflexionar sobre el proyecto que representan cada una de las candidatas y el candidato.
Durante el desarrollo del debate y al concluir el mismo, la respuesta fue clara, Claudia Sheinbaum es la ganadora absoluta de este ejercicio democrático. Las redes sociales mostraron el apoyo, la empatía, la confianza y el respaldo que el pueblo de México tiene en la candidata de la Cuarta Transformación.
Un debate se gana con argumentos, pero en la política es indispensable contar con otros elementos como la experiencia, la credibilidad, la formación y la calidad moral. Considero que Claudia Sheinbaum es la ganadora de este debate -como también lo piensan millones de mexicanos- por tres factores fundamentales.
El primero es su experiencia en el duro oficio de gobernar, se trata de una mujer que ha vivido los desafíos de la administración pública y que ha sabido integrar y desarrollar una agenda de gobierno. No podemos perder de vista que fue secretaria de Medio Ambiente cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador era jefe de gobierno del Distrito Federal; también fue jefa delegacional en Tlalpan y jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Sin duda tiene experiencia y resultados que mostrar pero, sobre todo, es una mujer que ha demostrado capacidad en la administración de crisis, combate a la inseguridad e innovación en el diseño de políticas públicas.
El segundo es su formación académica. Se trata de una mujer formada en el campo de la ciencia, el estudio, la escritura, la formación universitaria y el rigor intelectual. En una entrevista la escritora Sabina Berman le preguntaba “¿Cómo gobierna una científica?” y la respuesta fue contundente “Con objetividad, leyendo números, revisando indicadores, con mucha planeación y no permitiendo que los pretextos nos alejen de los resultados”. Por eso su serenidad en el debate, es una candidata que cuenta con estudios en el extranjero y que tiene estudios de posgrado; es claro que nunca se iba a dejar intimidar por las expresiones fallidas y sesgadas de los demás participantes.
El tercero radica en su congruencia política, su ideología y su calidad humana. Claudia Sheinbaum no es solamente una candidata presidencial, es la esperanza viva de millones de mexicanos para defender democráticamente un proyecto de nación que inició en 2018 y este es la Cuarta Transformación. No solo fue un debate presidencial lo que observamos la noche del domingo 7 de abril, sino la expresión de dos proyectos de nación antagónicos. Claudia Sheinbaum es una mujer de izquierda que a lo largo de su vida ha demostrado su carácter revolucionario, su participación política valiente, su pensamiento critico y su congruencia ideológica. La Cuarta Transformación es un proceso revolucionario pacifico que, a través del voto y la participación política, está logrando la transformación de la vida pública de México.
El debate fue la primera victoria, es la antesala a la elección del próximo 2 de junio, pero creo que lo justo es reconocer que el verdadero ganador en este ejercicio democrático es el pueblo de México.
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