En el marco del Día Internacional contra la Explotación Sexual Infantil, México enfrenta el grave desafío de la explotación de menores, evidenciado por datos del INEGI que señalan un aumento a 3.7 millones de niños trabajando, propiciando su vulnerabilidad. Expertos como Juan Martín Pérez García coordinador de Tejiendo Redes Infancia América Latina y El Caribe y Blanca Ivonne Olvera destacan la alarmante cifra de 20,000 menores abusados anualmente y la crucial influencia del entorno digital en la violencia sexual.
Subrayan la ausencia de registros oficiales y la normalización cultural de la impunidad, urgente de contrarrestar con educación sexual, políticas públicas efectivas, y mayor conciencia social. Este contexto demanda un esfuerzo conjunto para proteger a los más vulnerables y erradicar la explotación sexual infantil.
Además, México se halla en una encrucijada de rutas de trata de personas para fines de explotación sexual, actuando tanto como origen como destino de víctimas; este fenómeno subraya la complejidad del problema, que no se limita a las fronteras nacionales, sino que es parte de una red transnacional de crimen y sufrimiento.
Para abordar eficazmente la explotación sexual infantil en México, es imperativo adoptar un enfoque integral que combine políticas públicas robustas, educación sexual y conciencia social. La participación activa de la comunidad y el desarrollo de sistemas de apoyo son esenciales para proteger a los menores. La implementación de estrategias efectivas para prevenir y combatir este delito, junto con la promoción de un ambiente seguro para todos los niños, son pasos fundamentales hacia la erradicación de esta problemática.
El compromiso para erradicar la explotación sexual infantil en México debe ser inquebrantable y universal. A través de una educación que promueva el respeto y la protección hacia los más vulnerables, sumada a la creación y fortalecimiento de leyes que no solo castiguen sino que prevengan este delito, es posible avanzar hacia una sociedad más justa. La inclusión de tecnologías y medios digitales como herramientas de prevención y denuncia puede ampliar el alcance de estas acciones, asegurando un entorno seguro para todos los niños y niñas del país.
Es necesario reconocer que la explotación sexual infantil no es un problema aislado de ciertas regiones o comunidades. Es un reflejo de fallas sistémicas y culturales que requieren una respuesta colectiva y comprometida de toda la sociedad.
Según datos del Fondo de las Naciones Unidades para la Infancia (Unicef), en el mundo, cada año 1.2 millones de personas son sometidas a la trata y en México, más de 16 mil niñas y niños sufren de explotación sexual.
Aunque de acuerdo con datos arrojado en el foro “Los derechos humanos ante la niñez migrante y víctima de trata y explotación”, organizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se advirtió que, en 11 de las 32 entidades federativas, el 50 por ciento de la población infantil vive por debajo de la línea de pobreza, fenómeno que también contribuye a incrementar los índices de explotación sexual infantil.
Por ello, creo que el Estado mexicano se esfuerza en difundir la existencia y magnitud del problema para evitar que la explotación infantil siga pareciendo una problemática lejana o distante, a través de campañas de sensibilización social y de acciones concretas para actuar en contra de empleadores que explotan laboralmente a niñas, niños y adolescentes y los consumidores de los destinados a brindar servicios sexuales.
Pero también, no dejar a un lado el apostar a la participación ciudadana como pieza clave e indispensable en la detección, protección, prevención, exigibilidad y vigilancia, toda vez que, por más políticas y grupos de protección a víctimas que se tengan, difícilmente se podrán detectar casos donde, la ciudadanía, es fundamental para la prevención y detección.
Comprendo la necesidad de reformar la percepción social de la infancia y abogar por nuevas masculinidades que propicien un equilibrio de poder más justo; enfatizar en la importancia de prevenir los factores que incrementan la vulnerabilidad de ciertos niños y adolescentes, fortalecer las redes de apoyo comunitario, asegurar sanciones que promuevan la denuncia ciudadana y proporcionar una atención integral y temprana que salvaguarde todos los derechos de las víctimas o aquellos en riesgo significativo.
Por ello, en el marco de la conmemoración del Día Internacional contra la Explotación Sexual Infantil, es necesario que todas y todos, autoridades y ciudadanos, renovemos el compromiso con la protección de los más vulnerables y con la construcción de espacios donde la infancia esté libre de violencia y explotación.
Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tlaxcala
Para abordar eficazmente la explotación sexual infantil en México, es imperativo adoptar un enfoque integral que combine políticas públicas robustas, educación sexual y conciencia social.