/ lunes 31 de julio de 2023

Punto Ciego | ¿De qué se trata la trata?

La trata no existiría si no hubiera

demanda para este tipo de servicios


Cuando de prostitución y trata de personas con fines de explotación sexual se habla, no puedo dejar de recordar “Pantaleón y las visitadoras”, película basada en la novela homónima del escritor peruano Mario Vargas Llosa.

En la trama, el capitán del ejército peruano, Pantaleón Pantoja, es designado por sus superiores para buscar la manera de satisfacer las necesidades sexuales de los soldados replegados en la Amazonía peruana y no causen desmanes entre la población civil.

Así nace el grupo de visitadoras que, según el propio autor, aunque la trama es imaginativa se basó en hechos reales observados por él en la selva peruana, por lo que no debemos olvidar que, en muchas acciones humanas, la realidad supera a la fantasía.

Día Mundial Contra la Trata de Personas

A propósito del Día Mundial Contra la Trata de Personas (30 de julio) se hace necesario señalar lo insuficientes, y a veces infructuosas, que resultan las acciones para abatir este mal, que para nada es endémico pues es de alcances mundiales.

Primero, debemos reconocer que la problemática tiene tantas aristas como la Hidra de Lerna, por lo mismo su atención debe ser multisectorial. Para combatirla hace falta algo más que discursos y buenas intenciones. De entrada, el Estado debe destinar un presupuesto aceptable, sin recursos financieros cuyo destino sea la prevención y erradicación de la trata todo será vano.

Si bien no es ocioso pronunciarse públicamente y organizar marchas para visibilizar dicho flagelo social, considero urgente un trabajo concreto y efectivo que analice de raíz la problemática y vislumbre el cómo revertirla, también de raíz. Ser serios, pues.

De entrada, es obligado reconocer y aceptar que la trata de personas con fines de explotación sexual no existiría en Tlaxcala si no hubiera demanda para este tipo de servicios. En una sociedad de consumo, si hay demanda habrá oferta, una doble moral.

Además, para que la trata exista se requiere de la participación de policías, políticos y autoridades municipales que permiten la impunidad. Bares, hoteles y taxistas que “guían” hacia dónde irse a divertir son producto de la corrupción (¿dónde oí eso?).

Baste peinar cualquier parte del territorio tlaxcalteca para observar, principalmente en zonas urbanas, la presencia de mujeres explotadas que ofrecen servicios sexuales en bares legalmente establecidos y con públicos anuncios, así como tugurios adaptados no del todo clandestinos.

Ya no solo es Tenancingo la marca de la casa. Autoridades aceptan que las garras de los tratantes se han extendido a varios municipios de la entidad. ¿Cómo decirle a la sociedad que se ataca la trata si a todas horas vemos prostitución a orillas de carretera? Claro, las mujeres no aceptarán que son explotadas porque sobre sus hombros pesan mortales amenazas.

Es insultante para el sentido común afirmar que se atiende el problema cuando la educación y falta de empleo es recurrente entre la población más marginada, lo que en muchos casos es caldo de cultivo para el engaño y posterior explotación sexual.

Por otra parte, las víctimas rescatadas necesitan apoyo integral que incluya atención médica y psicológica, capacitación y reinserción a la sociedad para reconstruir sus vidas y eso, sí eso, requiere financiamiento.

Si no atendemos las causas el mal continuará. Una aspirina mitiga el dolor, pero no cura la enfermedad.


Breviario cultural

“Vamos a la 90” no es el título de una canción de Mike Laure. Era una popular expresión de la segunda mitad del siglo XX que hacía referencia a la sugerencia de irse de juerga a la ciudad de Puebla.

Allá por 1950 fue clausurada la zona de tolerancia que, después de casi un siglo de existencia en el barrio de San Antonio, amenazaba con engullirse al centro histórico de la Ciudad de los Ángeles. Fue entonces que los negocios dedicados a la prostitución se trasladaron al norte de la ciudad, particularmente a la calle 90 Poniente, de ahí que quienes buscaban alcohol y sexo acudían a “la 90”.

Si la memoria no me traiciona, fue el tlaxquense René López Balderas quien llevó a cabo una investigación con respecto al origen de los padrotes en el sur del estado, particularmente en San Miguel Tenancingo.

Resulta que en la mayoría de esos cabarets o cantinas trabajaba gente proveniente del sur del estado de Tlaxcala, es decir San Pablo del Monte, Papalotla o San Miguel Tenancingo, quienes aprendieron el negocio y se convirtieron en “proveedores” de trabajadoras sexuales. Y como dice el dicho: de ahí pa’l real…


PUYAZO

¡Lástima de tanto estudio! En un audio grabado y compartido a cientos de profesores, se escucha al supuesto líder de la Sección 55 del SNTE, Jorge Guevara Lozada, amenazar a un correligionario por no comulgar con sus mismos propósitos. El lenguaje usado, si puede llamarse así, es tan prosaico y lleno de majada que resulta difícil aceptar exista un mentor que use expresiones impropias de quien debiera ser ejemplo a seguir. Al escuchar el vocabulario del señor Guevara se explica uno por qué la educación está como está. ¡Y pensar que con esa boca come!


La trata no existiría si no hubiera

demanda para este tipo de servicios


Cuando de prostitución y trata de personas con fines de explotación sexual se habla, no puedo dejar de recordar “Pantaleón y las visitadoras”, película basada en la novela homónima del escritor peruano Mario Vargas Llosa.

En la trama, el capitán del ejército peruano, Pantaleón Pantoja, es designado por sus superiores para buscar la manera de satisfacer las necesidades sexuales de los soldados replegados en la Amazonía peruana y no causen desmanes entre la población civil.

Así nace el grupo de visitadoras que, según el propio autor, aunque la trama es imaginativa se basó en hechos reales observados por él en la selva peruana, por lo que no debemos olvidar que, en muchas acciones humanas, la realidad supera a la fantasía.

Día Mundial Contra la Trata de Personas

A propósito del Día Mundial Contra la Trata de Personas (30 de julio) se hace necesario señalar lo insuficientes, y a veces infructuosas, que resultan las acciones para abatir este mal, que para nada es endémico pues es de alcances mundiales.

Primero, debemos reconocer que la problemática tiene tantas aristas como la Hidra de Lerna, por lo mismo su atención debe ser multisectorial. Para combatirla hace falta algo más que discursos y buenas intenciones. De entrada, el Estado debe destinar un presupuesto aceptable, sin recursos financieros cuyo destino sea la prevención y erradicación de la trata todo será vano.

Si bien no es ocioso pronunciarse públicamente y organizar marchas para visibilizar dicho flagelo social, considero urgente un trabajo concreto y efectivo que analice de raíz la problemática y vislumbre el cómo revertirla, también de raíz. Ser serios, pues.

De entrada, es obligado reconocer y aceptar que la trata de personas con fines de explotación sexual no existiría en Tlaxcala si no hubiera demanda para este tipo de servicios. En una sociedad de consumo, si hay demanda habrá oferta, una doble moral.

Además, para que la trata exista se requiere de la participación de policías, políticos y autoridades municipales que permiten la impunidad. Bares, hoteles y taxistas que “guían” hacia dónde irse a divertir son producto de la corrupción (¿dónde oí eso?).

Baste peinar cualquier parte del territorio tlaxcalteca para observar, principalmente en zonas urbanas, la presencia de mujeres explotadas que ofrecen servicios sexuales en bares legalmente establecidos y con públicos anuncios, así como tugurios adaptados no del todo clandestinos.

Ya no solo es Tenancingo la marca de la casa. Autoridades aceptan que las garras de los tratantes se han extendido a varios municipios de la entidad. ¿Cómo decirle a la sociedad que se ataca la trata si a todas horas vemos prostitución a orillas de carretera? Claro, las mujeres no aceptarán que son explotadas porque sobre sus hombros pesan mortales amenazas.

Es insultante para el sentido común afirmar que se atiende el problema cuando la educación y falta de empleo es recurrente entre la población más marginada, lo que en muchos casos es caldo de cultivo para el engaño y posterior explotación sexual.

Por otra parte, las víctimas rescatadas necesitan apoyo integral que incluya atención médica y psicológica, capacitación y reinserción a la sociedad para reconstruir sus vidas y eso, sí eso, requiere financiamiento.

Si no atendemos las causas el mal continuará. Una aspirina mitiga el dolor, pero no cura la enfermedad.


Breviario cultural

“Vamos a la 90” no es el título de una canción de Mike Laure. Era una popular expresión de la segunda mitad del siglo XX que hacía referencia a la sugerencia de irse de juerga a la ciudad de Puebla.

Allá por 1950 fue clausurada la zona de tolerancia que, después de casi un siglo de existencia en el barrio de San Antonio, amenazaba con engullirse al centro histórico de la Ciudad de los Ángeles. Fue entonces que los negocios dedicados a la prostitución se trasladaron al norte de la ciudad, particularmente a la calle 90 Poniente, de ahí que quienes buscaban alcohol y sexo acudían a “la 90”.

Si la memoria no me traiciona, fue el tlaxquense René López Balderas quien llevó a cabo una investigación con respecto al origen de los padrotes en el sur del estado, particularmente en San Miguel Tenancingo.

Resulta que en la mayoría de esos cabarets o cantinas trabajaba gente proveniente del sur del estado de Tlaxcala, es decir San Pablo del Monte, Papalotla o San Miguel Tenancingo, quienes aprendieron el negocio y se convirtieron en “proveedores” de trabajadoras sexuales. Y como dice el dicho: de ahí pa’l real…


PUYAZO

¡Lástima de tanto estudio! En un audio grabado y compartido a cientos de profesores, se escucha al supuesto líder de la Sección 55 del SNTE, Jorge Guevara Lozada, amenazar a un correligionario por no comulgar con sus mismos propósitos. El lenguaje usado, si puede llamarse así, es tan prosaico y lleno de majada que resulta difícil aceptar exista un mentor que use expresiones impropias de quien debiera ser ejemplo a seguir. Al escuchar el vocabulario del señor Guevara se explica uno por qué la educación está como está. ¡Y pensar que con esa boca come!