/ lunes 3 de julio de 2023

Punto ciego | Día del Periodista en Tlaxcala

  • Tlaxcala necesita que cada día haya más gente que le diga a la gente lo que le pasa a la gente

Como paleta de hielo en tiempos de calor, se nos ha ido entre las manos la mitad de este año. Habrá quienes agradezcan a sus dioses haber vivido y disfrutado seis meses más; otros, sudarán pesimismo por haberse comido inútilmente medio año del futuro y, para no variar, gastarán sus días en criticar todo lo que se mueva. Cuestión de enfoques.

Sin embargo, ¡qué bueno!, sin preocuparse por cuál corcholata nos visitó esta semana, muchos afanosos y optimistas abandonarán su lecho y, desde cada particular trinchera, darán gracias a la vida y ofrecerán su mejor esfuerzo en busca de un mundo mejor para bien de sus seres queridos y de ellos mismos.

En tiempos de incertidumbre siempre será bueno seguir el ejemplo de los probadores de audio en fiestas. ¡Son requetebién optimistas! Escúchelos: “bueno, bueno, bueno, sí sí sí, probando, uno, dos, tres, arriba, súbele compa, muy bien, ahí quedó, a darle mi buen…”, nunca utilizan frases negativas.

DÍA DEL PERIODISTA EN TLAXCALA

Le platico. Como desde hace 21 años y con sus asegunes, este primer día de julio se conmemoró -y se conmemorará otras lunas más- el Día del Periodista en Tlaxcala. Por tal motivo, en un ejercicio de autocrítica compartiré mi punto de vista con respecto a la fecha.

Un preámbulo. De una o de otra manera, todos los seres humanos tenemos algo que ver con la comunicación. Cada uno de nosotros siempre tendrá algo que preguntar y algo que compartir. En ese sentido, todos tenemos mucho de comunicadores. Comunicativos, diríamos aquí en Tlaxcala.

Pero, una cosa es hacerlo de manera natural y otra, muy distinta, es hacer del periodismo la actividad principal de nuestra vida. Verbigracia Hernán Cortés quien, desde su papel de militar, en cierto sentido hizo periodismo al redactar sus Cartas de Relación para explicar a España, a su leal entender, lo que veía en estas tierras y lo que ocurría en un escenario insólito para él.

Diego Muñoz Camargo, de historiador pasó a cronista para describir la cultura tlaxcalteca. Trinidad Sánchez Santos, egresado de Humanidades, Filosofía y Derecho, ejerció el periodismo de manera sobresaliente.

Modesto González Galindo es un caso de excepción, cuya trayectoria merece un espacio propio. Por ahora, baste decir que dio nombre a la primera escuela de periodismo establecida en Tlaxcala.

En el segundo tercio del siglo XX, el periodismo en Tlaxcala se aprendía en las pocas salas de redacción existentes, en uno que otro maltratado y viejo manual, en conversaciones frente a cientos de tazas de café y, no pocas veces, en medio de farra y alcohol.

Lo ejercían personas provenientes de muy diversas disciplinas, particularmente relacionadas con el sector educativo. Personas que, aunque sobradas de oficio, de honestidad, perseverancia y de amor por su patria chica, carecían de una formación técnica y profesional.

Aquellos periodistas empíricos aprendían de la vida, del sentido común y nos decían qué pasaba en el entorno. Pero el avance de las tecnologías de la información, que en todos los sentidos inexorablemente acercaban más al televidente, al radioescucha o lector la información proveniente de todo el orbe, hacía urgente la profesionalización.

Ya no bastaba saber qué pasaba, ahora urgía que alguien nos explicara el porqué de los acontecimientos. Fue entonces cuando emergió en Tlaxcala lo que hoy conocemos como Universidad del Altiplano, desde cuya fundación el periodismo pasó de ser un oficio a ser una profesión.

Recuerdo cómo, hace ya casi tres décadas, empezaron a llegar a la sala de redacción de este Diario los primeros comunicadores formados como licenciados en ciencias de la comunicación. Hombres y mujeres con alforjas al hombro llenas de nuevas técnicas, de muchas ilusiones, sueños y esperanzas; mujeres y hombres que decidieron incursionar en la comunicación como una ciencia.

Para nada fueron tiempos fáciles. La simbiosis duró varios años y generó encuentros y desencuentros. El nuevo periodismo no estuvo a la vuelta de la esquina. Los comunicadores profesionales emergentes tuvieron que aprender de otros el oficio para complementar su formación.

A los años, contamos con excelentes comunicadores y comunicadoras en Tlaxcala. Hoy día, el periodismo local nada le pide al de otras latitudes. La vocación manifiesta vale como el que más, no solo en prensa escrita sino también en fotoperiodismo.

Además de incursionar en otros campos profesionales, no pocos periodistas se han convertido en empresarios de la comunicación, han creado sus propios órganos de información y, con ello, han generado empleo para otros periodistas.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Vivimos una época en la que los cambios ocurren de una manera vertiginosa jamás imaginada. Entonces, debemos aceptar que el ritmo con el que radicalmente se transformó la manera en que la sociedad obtiene información, tomó por sorpresa a muchos periodistas y a varios medios informativos.

Internet, redes sociales y variadas plataformas digitales tomaron por asalto al gremio periodístico local que, en su momento, no se actualizó en varios sentidos a la misma velocidad que la tecnología de la información ameritaba.

En esta preocupación por alcanzar una resiliencia práctica, poco a poco se abandonaron valores que ahora urge recuperar para seguir siendo forjadores de opinión pública.

Por ejemplo, salvo honrosas excepciones, la lectura de libros es un hábito perdido. El desconocimiento de al menos una lengua extranjera ha limitado el acceso a información especializada, principalmente en el campo de las ciencias.

De manera inédita, en una década como hongos en tiempo de lluvia surgieron medios más propensos a la propaganda que a la información periodística. Hablar de convenios publicitarios con las fuentes informativas se ha vuelto una prioridad por sobre el aspecto noticioso. “Branded content” le llaman allá en el norte.

Una tarea inaplazable será definir si los periodistas deben continuar siendo fieles observadores de la vida cotidiana o, como ya se da en otras latitudes, es tiempo de convertirse en actores y tomar partido por alguna causa política: periodismo publipartidista. Ya veremos cuánto el proceso electoral dividirá o unirá al gremio. ¿Cuál será el resultado de ver periodistas a favor o en contra de tal o cual candidatura? Muy pronto lo sabremos.

En mi opinión personal, urge rediseñar y actualizar propósitos de la comunicación profesional. Es tiempo de sentarse a analizar hacia dónde va el periodismo local porque, no es desconocido, nuevas profesiones incursionan exitosamente en las empresas de comunicación con riesgo de desplazamiento.

Considero que para la actualización, capacitación y avance del periodismo deben ser útiles las agrupaciones de reporteros que, desde su capacidad de gestión, puedan participar en foros, cursos, diplomados, conferencias.

Que, por ejemplo, la UPET recupere el motivo de su génesis a favor de la calidad periodística y opere como una auténtica Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala y no como una Unión de Promotores de Espectáculos Taurinos. No olvidemos que los periodistas deben ejercer el periodismo, y los políticos deben practicar la política. Zapatero a tus zapatos.

Termino por hoy comentando que una responsabilidad de los periodistas tlaxcaltecas, empíricos, profesionales o provenientes de otras formaciones académicas, es ofrecer a la audiencia información que los haga ciudadanos activos y partícipes de la sociedad.

Ojalá, quienes ejercen el periodismo profesional no olviden hacerlo con oficio. Ojalá, quienes ejercen el oficio de periodistas no olviden hacerlo de manera seria y profesional.

¿Qué pasa en Tlaxcala? La diaria respuesta la tiene esa gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente.


  • Tlaxcala necesita que cada día haya más gente que le diga a la gente lo que le pasa a la gente

Como paleta de hielo en tiempos de calor, se nos ha ido entre las manos la mitad de este año. Habrá quienes agradezcan a sus dioses haber vivido y disfrutado seis meses más; otros, sudarán pesimismo por haberse comido inútilmente medio año del futuro y, para no variar, gastarán sus días en criticar todo lo que se mueva. Cuestión de enfoques.

Sin embargo, ¡qué bueno!, sin preocuparse por cuál corcholata nos visitó esta semana, muchos afanosos y optimistas abandonarán su lecho y, desde cada particular trinchera, darán gracias a la vida y ofrecerán su mejor esfuerzo en busca de un mundo mejor para bien de sus seres queridos y de ellos mismos.

En tiempos de incertidumbre siempre será bueno seguir el ejemplo de los probadores de audio en fiestas. ¡Son requetebién optimistas! Escúchelos: “bueno, bueno, bueno, sí sí sí, probando, uno, dos, tres, arriba, súbele compa, muy bien, ahí quedó, a darle mi buen…”, nunca utilizan frases negativas.

DÍA DEL PERIODISTA EN TLAXCALA

Le platico. Como desde hace 21 años y con sus asegunes, este primer día de julio se conmemoró -y se conmemorará otras lunas más- el Día del Periodista en Tlaxcala. Por tal motivo, en un ejercicio de autocrítica compartiré mi punto de vista con respecto a la fecha.

Un preámbulo. De una o de otra manera, todos los seres humanos tenemos algo que ver con la comunicación. Cada uno de nosotros siempre tendrá algo que preguntar y algo que compartir. En ese sentido, todos tenemos mucho de comunicadores. Comunicativos, diríamos aquí en Tlaxcala.

Pero, una cosa es hacerlo de manera natural y otra, muy distinta, es hacer del periodismo la actividad principal de nuestra vida. Verbigracia Hernán Cortés quien, desde su papel de militar, en cierto sentido hizo periodismo al redactar sus Cartas de Relación para explicar a España, a su leal entender, lo que veía en estas tierras y lo que ocurría en un escenario insólito para él.

Diego Muñoz Camargo, de historiador pasó a cronista para describir la cultura tlaxcalteca. Trinidad Sánchez Santos, egresado de Humanidades, Filosofía y Derecho, ejerció el periodismo de manera sobresaliente.

Modesto González Galindo es un caso de excepción, cuya trayectoria merece un espacio propio. Por ahora, baste decir que dio nombre a la primera escuela de periodismo establecida en Tlaxcala.

En el segundo tercio del siglo XX, el periodismo en Tlaxcala se aprendía en las pocas salas de redacción existentes, en uno que otro maltratado y viejo manual, en conversaciones frente a cientos de tazas de café y, no pocas veces, en medio de farra y alcohol.

Lo ejercían personas provenientes de muy diversas disciplinas, particularmente relacionadas con el sector educativo. Personas que, aunque sobradas de oficio, de honestidad, perseverancia y de amor por su patria chica, carecían de una formación técnica y profesional.

Aquellos periodistas empíricos aprendían de la vida, del sentido común y nos decían qué pasaba en el entorno. Pero el avance de las tecnologías de la información, que en todos los sentidos inexorablemente acercaban más al televidente, al radioescucha o lector la información proveniente de todo el orbe, hacía urgente la profesionalización.

Ya no bastaba saber qué pasaba, ahora urgía que alguien nos explicara el porqué de los acontecimientos. Fue entonces cuando emergió en Tlaxcala lo que hoy conocemos como Universidad del Altiplano, desde cuya fundación el periodismo pasó de ser un oficio a ser una profesión.

Recuerdo cómo, hace ya casi tres décadas, empezaron a llegar a la sala de redacción de este Diario los primeros comunicadores formados como licenciados en ciencias de la comunicación. Hombres y mujeres con alforjas al hombro llenas de nuevas técnicas, de muchas ilusiones, sueños y esperanzas; mujeres y hombres que decidieron incursionar en la comunicación como una ciencia.

Para nada fueron tiempos fáciles. La simbiosis duró varios años y generó encuentros y desencuentros. El nuevo periodismo no estuvo a la vuelta de la esquina. Los comunicadores profesionales emergentes tuvieron que aprender de otros el oficio para complementar su formación.

A los años, contamos con excelentes comunicadores y comunicadoras en Tlaxcala. Hoy día, el periodismo local nada le pide al de otras latitudes. La vocación manifiesta vale como el que más, no solo en prensa escrita sino también en fotoperiodismo.

Además de incursionar en otros campos profesionales, no pocos periodistas se han convertido en empresarios de la comunicación, han creado sus propios órganos de información y, con ello, han generado empleo para otros periodistas.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA

Vivimos una época en la que los cambios ocurren de una manera vertiginosa jamás imaginada. Entonces, debemos aceptar que el ritmo con el que radicalmente se transformó la manera en que la sociedad obtiene información, tomó por sorpresa a muchos periodistas y a varios medios informativos.

Internet, redes sociales y variadas plataformas digitales tomaron por asalto al gremio periodístico local que, en su momento, no se actualizó en varios sentidos a la misma velocidad que la tecnología de la información ameritaba.

En esta preocupación por alcanzar una resiliencia práctica, poco a poco se abandonaron valores que ahora urge recuperar para seguir siendo forjadores de opinión pública.

Por ejemplo, salvo honrosas excepciones, la lectura de libros es un hábito perdido. El desconocimiento de al menos una lengua extranjera ha limitado el acceso a información especializada, principalmente en el campo de las ciencias.

De manera inédita, en una década como hongos en tiempo de lluvia surgieron medios más propensos a la propaganda que a la información periodística. Hablar de convenios publicitarios con las fuentes informativas se ha vuelto una prioridad por sobre el aspecto noticioso. “Branded content” le llaman allá en el norte.

Una tarea inaplazable será definir si los periodistas deben continuar siendo fieles observadores de la vida cotidiana o, como ya se da en otras latitudes, es tiempo de convertirse en actores y tomar partido por alguna causa política: periodismo publipartidista. Ya veremos cuánto el proceso electoral dividirá o unirá al gremio. ¿Cuál será el resultado de ver periodistas a favor o en contra de tal o cual candidatura? Muy pronto lo sabremos.

En mi opinión personal, urge rediseñar y actualizar propósitos de la comunicación profesional. Es tiempo de sentarse a analizar hacia dónde va el periodismo local porque, no es desconocido, nuevas profesiones incursionan exitosamente en las empresas de comunicación con riesgo de desplazamiento.

Considero que para la actualización, capacitación y avance del periodismo deben ser útiles las agrupaciones de reporteros que, desde su capacidad de gestión, puedan participar en foros, cursos, diplomados, conferencias.

Que, por ejemplo, la UPET recupere el motivo de su génesis a favor de la calidad periodística y opere como una auténtica Unión de Periodistas del Estado de Tlaxcala y no como una Unión de Promotores de Espectáculos Taurinos. No olvidemos que los periodistas deben ejercer el periodismo, y los políticos deben practicar la política. Zapatero a tus zapatos.

Termino por hoy comentando que una responsabilidad de los periodistas tlaxcaltecas, empíricos, profesionales o provenientes de otras formaciones académicas, es ofrecer a la audiencia información que los haga ciudadanos activos y partícipes de la sociedad.

Ojalá, quienes ejercen el periodismo profesional no olviden hacerlo con oficio. Ojalá, quienes ejercen el oficio de periodistas no olviden hacerlo de manera seria y profesional.

¿Qué pasa en Tlaxcala? La diaria respuesta la tiene esa gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente.