/ lunes 18 de septiembre de 2023

Punto Ciego | Falleció Tulio Hernández Gómez

Ha muerto un tlaxcalteca auténtico, un hombre que deja importante legado como persona y político. Tulio, como gustaba le dijeran, nos dejó frases que han sido comentadas en reiteradas ocasiones y en escenarios disímbolos: “Goberné Tlaxcala con saliva y pulque”, “tanta democracia nos partió la madre”, “cuando no tenemos dinero los tlaxcaltecas comemos pollo”, “el campo de Tlaxcala está muy erosionado, pero es un paisaje muy romántico”.

En días posteriores mucho será escrito sobre sus acciones como persona y como gobernador. Por esta ocasión solo comentaré que tuve la oportunidad de entrevistarlo varias ocasiones y, ante la pregunta oportuna, siempre mostró emoción y franqueza en sus respuestas. Eso sí, no gustaba de las preguntas torpes.

Le vi derramar un par de lágrimas emotivas al hablar de la historia y futuro de Tlaxcala, la tierra que tanto amó y donde vivió sus últimos años de manera modesta. Ya habrá tiempo y espacio para ordenar recuerdos de su presencia. ¡Salve, Tulio Hernández Gómez!

¿Espectáculo o prevención?

Julia Navarro, notable periodista y escritora española, escribió (Dime quién soy, 2010) que “Es peligroso engañarse a uno mismo. Eso lo dejamos para los políticos”.

Tomo la cita como texto introductorio para referirme a la mala costumbre de autoengañarnos cada 19 de septiembre, al realizar el simulacro a cargo de Protección Civil con el propósito de recordar y, en segundo plano, prevenir daños como los registrados en el desastroso sismo de 1985.

Me explico. Es del dominio público que la benemérita Cruz Roja no cuenta con suficiente personal voluntario para atender emergencias y que, por otra parte, las ambulancias casi siempre sufren escasez de combustible. Sin embargo, el día del simulacro tanto socorristas como unidades vehiculares estarán rebosantes de personal y combustible a la espera del espectáculo.

En una situación de caos, ¿cuántas ambulancias debidamente equipadas serían requeridas para trasladar a un sinnúmero de lesionados? ¿Contamos con ellas? ¿Cuánto tiempo ocuparían para trasladar lesionados hasta la zona de hospitales, en San Matías?

Si a diario en las céntricas calles de la Capital resulta casi imposible hacer a un lado los automóviles para permitir el paso de las unidades de auxilio, el día del simulacro esas mismas calles lucirán vacías de automotores, situación irreal en un trance de verdadera emergencia.

Con base en Apetatitlán, los pesados camiones del cuerpo de bomberos tardarían valioso tiempo en llegar al centro de la ciudad, principalmente en horas pico de tránsito vehicular. Por eso, el día 19 de septiembre veremos desde muy temprano varios camiones cisterna estacionados cerca de la plaza de toros, listos para llegar al llamado en menos de cinco minutos.

Los ejercicios para prevenir desastres deben ser tomados con seriedad. De nada sirve reportar que todo salió bien sin tomar en cuenta las carencias y circunstancias reales y, en lo humanamente posible, subsanarlas.

Todos deberíamos estar seriamente preparados para cualquier situación de desastre. En lo posible, tomemos cursos de primeros auxilios, aprendamos a identificar salidas de emergencia y mantenerlas libres de estorbos, hagamos todo lo posible para dar paso inmediato a las unidades de auxilio, entre otras tantas cosas que podemos aprender y aplicar, como no ser un estorbo si nuestra presencia no es necesaria.

Tomemos con seriedad el simulacro de mañana martes, no lo veamos como un espectáculo y no nos autoengañemos con una eficiencia de reacción difícil de alcanzar en una situación de emergencia real que deseable es no ocurra.

¿En los hogares? Implementemos planes de acción, que toda la familia sepa qué hacer en caso de desastre, que todos conozcan los lugares seguros a dónde acudir y, sobre todo, aprendamos a mantener la calma, porque en situaciones adversas es lo primero que perdemos los humanos.

Vivales en Acuitlapilco

Atribuida a Napoleón Bonaparte, la frase “si quieres que algo se demore eternamente, nombra una comisión”, aplica perfectamente al poder Legislativo de Tlaxcala. Ante la problemática que se vive en Acuitlapilco, por la delimitación de la laguna sólo acertó a integrar una comisión que poca o ninguna utilidad registrará.

Las cosas han llegado a los golpes entre grupos ambientalistas y los autollamados ribereños. La lucha por resarcir su espacio a la laguna de Acuitlapilco escala niveles que, si no se contienen a tiempo, alcanzará lamentables y violentos escenarios. A la fecha, al menos dos vecinos han requerido medidas de protección por las amenazas de muerte recibidas.

Para rescatar el último humedal natural del territorio tlaxcalteca urge algo más que discursos. Al gobierno municipal, estatal y federal les han faltado acciones enérgicas para resarcir el daño causado por vecinos ambiciosos de tierras no aptas para la siembra o vivienda.

Hasta ahora, han sido vecinos agrupados en asociaciones ambientalistas quienes, poco a poco y sin grandes resultados, han venido sembrando conciencia con respecto al deterioro ambiental que se presentaría por la desecación de la laguna.

Delimitar la zona es una acción útil, pero insuficiente para resolver el problema. Más temprano que tarde habrá que desazolvar los canales para permitir el paso a la lluvia e implementar medidas que eviten la llegada de aguas negras producidas en las comunidades vecinas.

También hay que “cinchar” y evidenciar a políticos, jueces y notarios que han permitido documentos que acreditan propiedades “colindantes con el espejo de agua”. La indiferencia social es otro factor negativo; falta solidaridad. Si desaparece el humedal natural la afectación no solo será para Acuitlapilco o Tepeyanco, será regional.

Así como la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros ha intervenido para resolver añejos conflictos, bueno sería metiera las manos para atender esta problemática, que no solo es social, sino determinante para el medioambiente que nos rodea.

El agua tiene memoria y hay que ayudarle a recordar hasta dónde debe llegar, a pesar de unos cuantos políticos y vecinos voraces.