La Ley de Parkinson es algo que a diario debería tener presente todo servidor público
Enunciada por el británico Cyril Northcote Parkinson en 1957, la Ley de Parkinson en realidad es la suma de tres conceptos: a) El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización. b) Los gastos aumentan hasta cubrir todos los ingresos, y c) El tiempo dedicado a cualquier tema de la agenda es inversamente proporcional a su importancia.
Por hoy solo tomaré como somera guía la tercera, también conocida como ley de la trivialidad, que explica el por qué los temas de menor importancia son discutidos de manera prolongada por sobre un tema de trascendencia social, o lo que es lo mismo: las organizaciones suelen dar una significancia desproporcionada a asuntos irrelevantes.
Trivialidad legislativa
¿Qué será mejor, no hacer nada o hacer el ridículo? Ahí está el dilema.
Una vez más nuestros gloriosos diputados han dejado pasar la oportunidad histórica de actualizar las leyes electorales vigentes en Tlaxcala. Simplemente dejaron pasar el tiempo, ese que no perdona, y ahora los partidos que representan sufrirán las consecuencias de enfrentar un proceso electoral con leyes que funcionaron para otro tiempo y ahora son anacrónicos.
Me atrevo a imaginar que más de un cargo de elección popular será ganado o perdido no en las urnas, sino en los tribunales electorales. La legislatura anterior solo causó ridículos con la aprobación de leyes electorales a modo, al menos ésta no pasará por esa vergüenza, pues solo se equivoca quien hace algo y la actual legislatura nada hizo al respecto.
Los actuales diputados vergonzosamente han hecho fuchi a discusiones de importancia para, en sintonía con la Ley de Parkinson, dedicar tiempo a cuestiones de menor talante arrojando al cesto de la ignominia temas como el aborto, para no citar otros tantos.
En cambio, se ha vuelto recurrente para ellos aprobar denominaciones que poco abonan a la seriedad legislativa que debería prevalecer en la calle Allende y, por lo mismo, ni la pena vale dedicarles espacio.
Muro de los Lamentos
La anunciada megamarcha inicialmente organizada para protestar en contra del cambio de servicios médicos a burócratas terminó convertida en un símil del Muro de los Lamentos.
Lo bueno: Es de reconocer la civilidad mostrada por los caminantes, pues dentro de lo posible no afectaron la vida cotidiana del resto de sufridos habitantes, lo que demuestra que sí se puede exigir el respeto a nuestros derechos sin menoscabar los derechos sociales de los demás. Bien por ello.
También es de valorar con beneplácito la poca o nula importancia que se dio a los nefastos rumores que auguraban enfrentamientos con las fuerzas policiales, daños al patrimonio histórico, intervención de la Marina para acallarlos, etcétera. En fin, aunque siempre habrá de todo en la Viña del Señor tenemos que acostumbrarnos porque, en un proceso electoral, los nostradamus sabelotodo siempre surgen como hongos en praderas de agosto.
Lo malo: La semana pasada escribí que era de mal gusto implementar una medida que afectaba a las personas sin avisar a esas mismas personas. Corrijo. Tarde me enteré que, días antes de la entrada en vigor del nuevo modelo de atención médica a burócratas, los líderes de sindicatos estatales sí fueron convidados para lo propio.
Tras la reunión, los susodichos firmaron una minuta para dejar constancia de su conocimiento y aprobación al citado cambio. Lo malo es que quienes se dicen líderes no “bajaron” la información a sus agremiados, para así capitalizar las protestas en contra de la oficialidad y no en contra de ellos mismos, para no perder su razón de ser.
Lo feo: La multitudinaria protesta frente al palacio de gobierno perdió su legítima esencia y, en lugar de presionar para resolver el tema planteado inicialmente, se convirtió en foro de exhibición de líderes que se montaron en el movimiento, propicio para sus arengas personales, con lo que desvirtuaron las causas que motivaron la marcha de protesta. En ese robo de escenario, ¿quién ganó? Cada quién formule sus conclusiones.
La Marina en Tlaxcala
De manera sorpresiva llegó a tierras tlaxcaltecas un grupo de 50 miembros de las fuerzas especiales de la Marina. Aunque de momento no cuentan con una sede oficial, el lugar que escojan para establecer su base de operaciones será revelador pues indicará cuál es el problema de inseguridad que consideran prioritario de atender.
Es sabido que la Secretaría de Marina goza de una mejor imagen ante la sociedad que el Ejército Mexicano; baste recordar que los principales golpes a la delincuencia organizada, en todo el país, han estado a cargo de la Marina.
Lo anterior conlleva el riesgo de celos profesionales entre ambas corporaciones. Es deseable que el espíritu de colaboración sea superior a cualquier deseo de insana competencia. Ojalá muy pronto miremos si es verdad lo que se dice de los marinos en cuestión de inteligencia y estrategia contra los grupos delincuenciales.
Si bien el destacamento de marinos ayudará a labores cotidianas de seguridad estatal, su presencia en Tlaxcala se debe principalmente al interés del gobierno federal por prevenir eventos desafortunados durante el Mundial de Voleibol de Playa, a celebrarse en esta tierra prodigiosa en octubre, lo que habla de la trascendencia de dicho evento deportivo.
A la par, ha sido presentado el Capitán de Navío Alberto Martín Perea Marrufo como nuevo titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, dependencia que ha resultado ser la que más dolores de cabeza ha causado al gobierno de Lorena Cuéllar Cisneros.
Según su historial profesional, el capitán Perea cuenta con amplia preparación académica y experiencia operativa, por lo que no es de dudar hará un trabajo mejor que sus antecesores. ¿Qué decisiones tomará en cuanto a la presencia del protagónico Ballesteros y todo el comando de cuates que ha colocado estratégicamente en la Secretaría para entorpecer las funciones del titular, sea quien sea? Ya lo veremos, ya lo veremos… igual y de entrada no hace nada para detectar hasta dónde llegan sus tentáculos, lo que podría considerarse una decisión planificada.
Nube viajera
La cantidad de agua que dejó la lluvia el pasado viernes, en la zona centro del estado, es una breve muestra de lo alterado que está el ritmo de la naturaleza. El llamado progreso y la inconsciencia social cada día es más alarmante y al mismo paso crece nuestra indiferencia por respetar el medioambiente que nos rodea.
De poco o nada sirve lamentarnos por los fenómenos naturales si, como mínima actitud, no generamos menos basura, consumimos menos combustibles fósiles y colaboramos en la reforestación de las áreas verdes destruidas por la imparable urbanización.
Con respecto al cambiante y sorprendente clima, lluvias como la mencionada nos deben hacer reflexionar para que las acciones sustituyan las pláticas de sobremesa. No dejemos todo a los cambiantes gobiernos que van y vienen, heredemos a nuestros descendientes un ambiente si no mejor, por lo menos igual a como lo recibimos.