Tuvo que morir una mujer policía para darnos real cuenta de las carencias en las corporaciones municipales
Aunque tienen similar origen, en la jerga popular significan distinto. Un compi no necesariamente resulta ser un compa… y viceversa. El coloquial compi es diminutivo de compañero, se refiere al amigo entrañable; un compi es aquel que no solo comparte el pan con nosotros sino las emociones cotidianas, los afectos. El compi es una persona querida y cercana, es nuestro “bro”, es al que le abrimos el corazón.
En cambio, aunque también se deriva de compañero, compa es apócope o abreviación de compadre, persona que acompaña al padre en la guía de algún hijo. La relación entre compas es de coincidencias, más religiosa pues. Un compa es el de las parrandas, el de los bisnes y, con alta frecuencia, se vuelve parte de una expresión despectiva: “ese compa ya se peló”.
POLICIAS MUNICIPALES SIN ARMAS
Tuvo que morir Erika Morales Vázquez, una compi policía municipal de Apetatitlán, para voltear a ver las carencias con las que a diario los elementos policiacos municipales ejercen su labor. No sólo deben transcurrir una vida de limitaciones en sus hogares, también suman las de su trabajo.
Las fatales circunstancias de los hechos ocurridos la semana pasada desataron una espontánea ola de afectos y solidaridad vecinal para los deudos de Erika y, asimismo, un natural reclamo de equiparlos mejor. A la par, los acontecimientos nos advierten que el pozo debe ser cubierto antes de más lamentaciones.
Los elementos de seguridad pública deben tener al menos una rescatable oportunidad de defenderse; hay que dotar capacitación y equipo adecuado para que enfrenten a la creciente delincuencia. Sugiero que los sectores sociales nos pronunciemos de alguna manera por ya no mandar policías a la guerra y sin fusil.
Rescatables han sido las promesas de apoyo por parte del alcalde Ángelo Gutiérrez para con los hijos de la policía caída; sin embargo, resulta lamentable saber que la funcionaria encargada de los recursos financieros municipales los regatea inhumanamente.
También, ahora resulta que, en la administración del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, fue aprobado un decreto para otorgar un seguro “a quienes prestan sus servicios profesionales para la Secretaría de Seguridad Ciudadana y para la Procuraduría General de Justicia del Estado”, pero tuvieron mucho cuidado de excluir a las fuerzas municipales.
Preguntas. ¿Qué hacía una mujer policía integrada al área de género atendiendo la congestión vial generada por el tianguis semanal? ¿No contaba con arma de cargo porque no estaba certificada o porque la Dirección de policía no tiene las armas suficientes? ¿El cuerpo policial cuenta con un seguro de vida o sólo les entregan un frasco de agua bendita por si acaso?
Enfrentar sin armas a la delincuencia es como seguir el consejo de María Félix: “échenle mentadas, que también les duelen” (La Cucaracha, 1959).
Por otra parte, sería bueno que a la par del sentido pésame a la familia, de acuerdo a nuestros haberes le hiciéramos llegar algún tipo de ayuda, así no solo estaríamos dando la receta sino también la medicina. Yo me apunto.
No me olvido del otro caído, ese compa asesinado a balazos de manera franca. También se trataba de un ser humano que perdió la vida, aunque en circunstancias diametralmente distintas, tal vez por eso la familia no ha merecido acción solidaria alguna.
Los dichos a hurtadillas presumen que, como miembro de “los charmines”, tenía por costumbre atracar camiones y despojarlos de sus mercancías, pero esa versión corresponderá a las autoridades despejarla, lo mismo el porqué de la presencia en Tlaxcala de tres homicidas que, valientemente, fueron detenidos… si aquí no hay delincuencia.
Ya imagino la respuesta cuando les pidan una declaración con respecto al caso: “estamos investigando, estamos investigando”.
PRESEA MIGUEL N. LIRA
Antes de que la Presea Miguel N. Lira se reduzca a la entrega anual de una dorada moneda de chocolate a lo más intrascendente del periodismo, es menester reglamentar aquel decreto 171 que, el dos de junio de 2002, fue publicado para que el Poder Legislativo reconociera el trabajo periodístico de significación social en el ejercicio de su trabajo.
A través de dos décadas he visto que cada legislatura (perdón por la minúscula) le ha impuesto su interpretación y sello particular a la citada presea. En su momento, lo mismo han diseñado variados concursos para calificar trabajos periodísticos, que decidido entregarla a quien se sometiera a un examen de oposición o, lo peor, declarar desierta la convocatoria por considerar que nadie la merecía.
Su motivo habrá tenido, pero al menos en dos ocasiones, de última hora y por presiones políticas, el Congreso ha premiado a persona distinta a la aprobada el día anterior. De igual manera, además del diploma, lo mismo ha sido en metálico, un Centenario, una estatuilla o una medalla con chapa de oro de bajo quilate.
Desde su creación no ha interesado la reglamentación, así que cada año pende la presea de lo que la Comisión en turno entienda por “trabajo periodístico de significación social”. Sin criterios bien definidos las cosas subsistirán deformes como hasta hoy.
Es tiempo de redireccionar el sentido de la Presea Miguel N. Lira. No se requiere mucho seso. Por ejemplo, pueden copiar -como lo han hecho con otras tantas leyes- el método usado por el Senado para entregar la medalla Belisario Domínguez y así, antes de convertir la recepción en un deshonor, la actual Legislatura regresaría el espíritu original de tal reconocimiento. Están a tiempo, sólo se requiere un poco de voluntad y el gremio se los agradecerá.
CAMBIOS EN EL C5i
“Las palabras amorosas son las cuentas de un collar, que saliendo la primera salen todas las demás”, reza la campirana canción compuesta por Rafael Cárdenas y Rubén Fuentes. Para su infortunio, la exdirectora del C5i, Francia Deniss Flores, lo comprobó recientemente pues, tras ser evidenciado su mal trato hacia el personal, salieron a la luz otras actitudes negativas de la exfuncionaria estatal.
Le cuento. Para fortalecer lazos de camaradería al interior de la administración estatal, alguien tuvo la venturosa idea de organizar un torneo de Futbol 7, al que se inscribieron 63 equipos de los cuales 14 los integraron mujeres. A la fecha, el torneo se desarrolla por las tardes allá por el rumbo de Ocotlán.
Pues resulta que la única dependencia que no otorgó permiso al personal fue el C5i. El criterio de la exdirectora fue que eso es una pérdida de tiempo, solo sirve para ir a emborracharse y ella conoce mejores métodos de integración. En la reunión y ante la recomendación directa de que no se hiciera odiar por su personal, sin recato alguno alzó la voz para afirmar ¡a mí todo el personal me quiere! Verdad absoluta, porque todos la querían, pero ¡fuera!
Pues bien, hasta aquí me he referido a Francia Deniss Flores como exdirectora del C5i, porque el pasado viernes fue destituida. Ahora, la responsabilidad de dirigir el cacareado centro de inteligencia recayó en los hombros de Alejandro Di Grazia, cuyas cartas credenciales prometen un mejor desempeño. Ya lo veremos.
PUYAZO
Fue noticia de alcance nacional la desaparición de varios migrantes menores de edad, pero no hay que preocuparse. En la lógica verbal del secretario de Gobierno no están desaparecidos, únicamente no los encuentran, o lo que es lo mismo: no perdí mi cartera, sólo no la “jallo”. Que quede claro, no sé dónde está, pero no la perdí.
Ojalá no lleguemos al punto de escuchar a don Sergio González Hernández decir: no se ha perdido la seguridad, solamente no sé dónde chingaos la dejé.