/ miércoles 11 de enero de 2023

Resiliencia | Desigualdad de género en anticonceptivos

Las mujeres tienen a su disposición muy diversas opciones anticonceptivas, píldora, parche, DIU, diafragma, espermicida, implantes, inyectables, ligadura de trompas, mientras que para los hombres sólo se han desarrollado dos, el preservativo o la vasectomía.

La ciencia no ha dado mayor respuesta a la anticoncepción masculina, en pleno siglo XXI, la responsabilidad de la planificación reproductiva aún recae casi en exclusiva en las mujeres, estableciendo con ello un desequilibrio o desigualdad, pues existen varios anticonceptivos pensados para las mujeres y sólo dos para los hombres, esto por supuesto nos hace preguntarnos qué ocurre para que recaiga sobre nosotras las mujeres la responsabilidad de la anticoncepción, la respuesta es muy clara, se trata de una cuestión de género, no es un tema científico, pues se trata de cuestiones culturales que tienen que ver con el patriarcado, con los roles de género que solo entienden que somos nosotras las mujeres las que debemos responsabilizarnos y por tanto los varones están al margen, siendo eso lo que incide en el poco despliegue de anticonceptivos masculinos.

Es evidente que el que haya mucho más métodos femeninos que masculinos significa que ha habido un pensamiento de vincular el control del embarazo casi exclusivamente a las mujeres y de que es más fiable si ellas asumen la responsabilidad de evitarlo, siendo entonces una forma más de demostrar que es el machismo, ya que desde el punto de vista científico, no hay ninguna otra explicación, incluso un factor clave para ese desequilibrio en el control de la natalidad, es la concepción histórica de la sexualidad que hasta hace no mucho se entendía que la mujer debía satisfacer las necesidades masculinas, por lo que eran solo ellas las que deberían cuidarse, tan es así que al mismo tiempo, la sociedad penalizaba duramente a aquellas mujeres que tenían que hacer frente a embarazos no deseados; por ejemplo fuera del matrimonio y en un contexto en el que el aborto estaba prohibido, es por ello, que los cuerpos de las mujeres han soportado los efectos secundarios de la píldora y otros métodos similares.

Se dice que las investigaciones de anticonceptivos hormonales masculinos comenzaron incluso antes que los estudios para la píldora femenina, alrededor de 1939, sin embargo, el patriarcado y el machismo han impedido que las investigaciones se desarrollen, además, a la industria farmacéutica tampoco le ha interesado la investigación porque saben que las ganancias que le van a reportar no son grandes, por la diferencia de un hombre y una mujer en la responsabilidad sexual, suponen que quien queda embarazada pone más interés en evitarlo, por lo tanto es más fácil para la industria farmacéutica satisfacer la demanda de las mujeres que dejarlo en manos de los hombres.

En la actualidad la investigación de anticonceptivos hormonales para hombres está en fases muy avanzadas y la ciencia ya conoce las dosis ideales y los efectos colaterales de su administración, pues los ensayos se han realizado con un número suficiente de individuos, el método, tiene el mismo fundamento que el femenino la píldora actúa sobre el eje hipotálamo-hipófisis-ovario, en el caso de los varones lo hará sobre el eje hipotálamo-hipófisis-testículos, se administrarían hormonas artificiales para "engañar" al cerebro, que deje de ordenar al testículo que fabrique testosterona.

Hoy en día, se debe reivindicar e impulsar la investigación relativa al desarrollo y la implantación de anticonceptivos hormonales masculinos, la disponibilidad de métodos anticonceptivos hormonales para hombres contribuiría a una mayor implicación de los varones en la planificación familiar, por eso se debe estimar necesario el desarrollo de opciones seguras, efectivas, reversibles, fáciles de usar e independientes del coito interrumpido, aunque el horizonte temporal de la píldora hormonal masculina aún es lejana, la clave para involucrar a los hombres en la contracepción no reside en la ciencia, sino en la educación sexual, que es la que debe resolver la injusta diferencia de género y contribuir a la corresponsabilidad en la planificación familiar, no será fácil, no por imposibilidad química o técnica, sino por la falta de interés de los hombres.