/ miércoles 18 de septiembre de 2024

Resiliencia / Día Mundial de la Igualdad Salarial: Un Llamado a Cerrar la Brecha

El Día Mundial de la Igualdad Salarial, celebrado cada 18 de septiembre, es una fecha que nos invita a reflexionar sobre una problemática que afecta a millones de mujeres en todo el mundo: la desigualdad salarial de género. A pesar de los avances logrados en la lucha por los derechos de las mujeres, la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres sigue siendo una realidad latente que limita el desarrollo económico y personal de una gran parte de la población femenina.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres en promedio ganan alrededor de un 20 % menos que los hombres a nivel global por trabajos de igual valor. En México, la situación no es diferente: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que las mujeres mexicanas ganan, en promedio, un 13 % menos que sus compañeros masculinos. Esta diferencia, conocida como brecha salarial de género, es el resultado de una combinación de factores históricos, culturales y estructurales que perpetúan la discriminación económica.

Factores detrás de la brecha

La desigualdad salarial es consecuencia de varios factores que van más allá del simple hecho de que las mujeres sean remuneradas con menos dinero que los hombres. En primer lugar, existe una segregación ocupacional, donde las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores tradicionalmente “feminizados” como la educación, la salud o el trabajo doméstico, áreas que suelen ser mal remuneradas.

Otro factor crucial es el tiempo dedicado a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, responsabilidades que aún recaen mayoritariamente sobre las mujeres. Esta “doble jornada” limita sus posibilidades de acceder a empleos de tiempo completo o ascender en sus carreras. En México, por ejemplo, las mujeres dedican un promedio de 42 horas semanales a tareas domésticas no remuneradas, en comparación con las 15 horas que dedican los hombres.

Asimismo, el techo de cristal sigue siendo una realidad. Muchas mujeres encuentran obstáculos invisibles que les impiden alcanzar cargos de mayor responsabilidad y mejor salario. A esto se suma la falta de políticas efectivas para conciliar la vida laboral y familiar, lo que coloca a las mujeres en una posición de desventaja.

La lucha por la igualdad salarial no es solo una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo económico. Estudios realizados por diversas instituciones, entre ellas el Foro Económico Mundial, señalan que cerrar la brecha de género podría incrementar significativamente el Producto Interno Bruto (PIB) de los países. Además, promover la igualdad salarial contribuye a la creación de sociedades más equitativas y justas, donde hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Garantizar un salario equitativo no solo beneficia a las mujeres, sino a la economía en su conjunto. Las empresas que promueven la igualdad de género suelen ser más competitivas, innovadoras y productivas. Además, reducir la brecha salarial tiene un impacto directo en la calidad de vida de las familias, pues aumenta el poder adquisitivo de las mujeres y contribuye a reducir la pobreza.

Aunque los desafíos son muchos, es posible avanzar hacia la igualdad salarial mediante políticas públicas y acciones concretas. Algunas de las medidas que pueden contribuir a cerrar esta brecha incluyen:

Fomentar la transparencia en los salarios para asegurar que las mujeres reciban una compensación justa por su trabajo. La existencia de escalas salariales claras y abiertas ayuda a evitar la discriminación y permite una mayor equidad.

Es fundamental promover la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y formación profesional, para que las mujeres puedan acceder a empleos mejor remunerados y de mayor responsabilidad.

Es indispensable implementar políticas que permitan una mejor conciliación entre el trabajo y la vida familiar, como el acceso a licencias de maternidad y paternidad equitativas, horarios flexibles y servicios de cuidado infantil.

Fomentar la participación de mujeres en posiciones de liderazgo y toma de decisiones dentro de las empresas y el gobierno es clave para cambiar las dinámicas laborales y avanzar hacia una mayor igualdad. El Día Mundial de la Igualdad Salarial nos recuerda que aún queda mucho por hacer para lograr una verdadera equidad de género en el ámbito laboral. Si bien los avances han sido significativos, la lucha por la igualdad salarial debe seguir siendo una prioridad. Es responsabilidad de todos, tanto de los gobiernos como de las empresas y la sociedad en su conjunto, continuar impulsando acciones concretas que garanticen un trato justo y equitativo para todas las mujeres. Solo entonces podremos construir una sociedad más justa, inclusiva y próspera para todos.


El Día Mundial de la Igualdad Salarial, celebrado cada 18 de septiembre, es una fecha que nos invita a reflexionar sobre una problemática que afecta a millones de mujeres en todo el mundo: la desigualdad salarial de género. A pesar de los avances logrados en la lucha por los derechos de las mujeres, la diferencia de sueldos entre hombres y mujeres sigue siendo una realidad latente que limita el desarrollo económico y personal de una gran parte de la población femenina.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las mujeres en promedio ganan alrededor de un 20 % menos que los hombres a nivel global por trabajos de igual valor. En México, la situación no es diferente: el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) señala que las mujeres mexicanas ganan, en promedio, un 13 % menos que sus compañeros masculinos. Esta diferencia, conocida como brecha salarial de género, es el resultado de una combinación de factores históricos, culturales y estructurales que perpetúan la discriminación económica.

Factores detrás de la brecha

La desigualdad salarial es consecuencia de varios factores que van más allá del simple hecho de que las mujeres sean remuneradas con menos dinero que los hombres. En primer lugar, existe una segregación ocupacional, donde las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores tradicionalmente “feminizados” como la educación, la salud o el trabajo doméstico, áreas que suelen ser mal remuneradas.

Otro factor crucial es el tiempo dedicado a las tareas del hogar y al cuidado de los hijos, responsabilidades que aún recaen mayoritariamente sobre las mujeres. Esta “doble jornada” limita sus posibilidades de acceder a empleos de tiempo completo o ascender en sus carreras. En México, por ejemplo, las mujeres dedican un promedio de 42 horas semanales a tareas domésticas no remuneradas, en comparación con las 15 horas que dedican los hombres.

Asimismo, el techo de cristal sigue siendo una realidad. Muchas mujeres encuentran obstáculos invisibles que les impiden alcanzar cargos de mayor responsabilidad y mejor salario. A esto se suma la falta de políticas efectivas para conciliar la vida laboral y familiar, lo que coloca a las mujeres en una posición de desventaja.

La lucha por la igualdad salarial no es solo una cuestión de justicia social, sino también de desarrollo económico. Estudios realizados por diversas instituciones, entre ellas el Foro Económico Mundial, señalan que cerrar la brecha de género podría incrementar significativamente el Producto Interno Bruto (PIB) de los países. Además, promover la igualdad salarial contribuye a la creación de sociedades más equitativas y justas, donde hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo.

Garantizar un salario equitativo no solo beneficia a las mujeres, sino a la economía en su conjunto. Las empresas que promueven la igualdad de género suelen ser más competitivas, innovadoras y productivas. Además, reducir la brecha salarial tiene un impacto directo en la calidad de vida de las familias, pues aumenta el poder adquisitivo de las mujeres y contribuye a reducir la pobreza.

Aunque los desafíos son muchos, es posible avanzar hacia la igualdad salarial mediante políticas públicas y acciones concretas. Algunas de las medidas que pueden contribuir a cerrar esta brecha incluyen:

Fomentar la transparencia en los salarios para asegurar que las mujeres reciban una compensación justa por su trabajo. La existencia de escalas salariales claras y abiertas ayuda a evitar la discriminación y permite una mayor equidad.

Es fundamental promover la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y formación profesional, para que las mujeres puedan acceder a empleos mejor remunerados y de mayor responsabilidad.

Es indispensable implementar políticas que permitan una mejor conciliación entre el trabajo y la vida familiar, como el acceso a licencias de maternidad y paternidad equitativas, horarios flexibles y servicios de cuidado infantil.

Fomentar la participación de mujeres en posiciones de liderazgo y toma de decisiones dentro de las empresas y el gobierno es clave para cambiar las dinámicas laborales y avanzar hacia una mayor igualdad. El Día Mundial de la Igualdad Salarial nos recuerda que aún queda mucho por hacer para lograr una verdadera equidad de género en el ámbito laboral. Si bien los avances han sido significativos, la lucha por la igualdad salarial debe seguir siendo una prioridad. Es responsabilidad de todos, tanto de los gobiernos como de las empresas y la sociedad en su conjunto, continuar impulsando acciones concretas que garanticen un trato justo y equitativo para todas las mujeres. Solo entonces podremos construir una sociedad más justa, inclusiva y próspera para todos.