Basada en una historia real de acoso, “Bebé reno” se inscribe perfectamente en la estética de lo grotesco. Es extraña y aterradora, pero ridículamente buena. Además, pasa por un sinfín de géneros que nos llevan de la comedia al romance y luego del surrealismo al drama.
Es imposible devorar como un delicado bocado en el almuerzo esta nueva serie de Netflix, en esa analogía sería más como una pesada merienda, de esas que se quisieran repetir nunca porque bien dice el dicho: “dan más miedo los vivos que los muertos”.
La historia se desarrolla en un suburbio de Londres, en la década pasada, y tiene como protagonista a Donny, un comediante frustrado y vulnerable que trabaja como barman en un pequeño pub donde la rutina lo mantiene cuerdo.
Las tardes de este conformista treintañero comienzan a ser distintas cuando una excéntrica mujer mayor entra en el bar en busca de consuelo y él se ofrece a prepararle un té para escucharla. Lo interesante es que Martha no sólo ingresa al lugar de trabajo del hombre, sino que extrañamente también llega a parasitar su vida sin que él intuya el problema en que se acaba de meter.
La amistad, que aparentemente se genera desde los primeros minutos de interacción, pronto se convierte en una obsesión para ella, en el desarrollo de un vínculo dependiente con la única persona que la ha tratado bien, así como en la búsqueda constante de su estupefaciente natural.
Correos, mensajes de texto, llamadas y visitas diarias se hacen parte de la rutina. No obstante, la situación escala hasta la invasión descontrolada del espacio y la vida personal de Donny, quien además está en una lucha constante con sus propios fantasmas.
Cuando Donny finalmente asimila las consecuencias que tuvo su gesto de amabilidad, ya es demasiado tarde y ni siquiera la policía encuentra la manera de frenar la peculiar personalidad de la acosadora serial Martha Scott, quien siendo abogada de profesión conoce perfectamente sus limitaciones.
El cambio de planos visuales ayuda a darle dinamismo a cada capítulo, sin embargo, no es lo más privilegiado de la obra. Probablemente su mérito esté sumergido en el caótico guion. “Bebé reno” presenta, a lo largo de sus siete capítulos, pequeños giros de trama que nos ayudan a desentrañar el origen de ciertos patrones de conducta negativos en ambos personajes.
Aunque no corresponden a estereotipos, sí develan su humanidad hasta las últimas consecuencias, de modo que identificarse en una palabra o en una reacción ya no está tan alejado de la ficción y justo en ese punto se desbloquea un nuevo miedo. ¿Dónde termina la delgada línea entre la amabilidad y el deseo? Tal vez es momento de saberlo.
“Bebé reno” presenta, a lo largo de sus siete capítulos, pequeños giros de trama que nos ayudan a desentrañar el origen de ciertos patrones de conducta negativos en ambos personajes.