/ sábado 10 de agosto de 2024

Retahíla para cinéfilos / “En las profundidades del Sena”, cuando la ficción despierta miedos latentes

Cuando nos sentamos a ver una película de terror, esperamos encontrar monstruos en las sombras, criaturas que desafían nuestra comprensión de la realidad y nos hacen estremecer. Pero “En las profundidades del Sena” logra algo más que solo provocar sustos: despierta una reflexión inquietante sobre cómo lo desconocido puede acechar incluso en los lugares más familiares.


Ambientada en el corazón de París, la película se desarrolla en torno a la aparición de una criatura submarina en el Sena. El concepto podría parecer inverosímil al principio, pero es justamente esta aparente improbabilidad lo que la hace tan efectiva. El Sena, un río que asociamos con paseos tranquilos y escenas románticas, se transforma en un escenario de pesadilla, recordándonos que el peligro puede esconderse en cualquier rincón de nuestra vida cotidiana.


La cinta sigue la historia del Campeonato Mundial de Triatlón, que se celebrará en el Sena por primera vez. Sophia, una científica brillante, se entera por boca de la joven activista Mika de que un enorme tiburón vive en las profundidades del río.


La monstruosidad que emerge de las aguas es una metáfora del desconocido que todos llevamos dentro: nuestros miedos, traumas, y la naturaleza impredecible del mundo que habitamos. La criatura del Sena se convierte en un espejo de nuestros temores más profundos, aquellos que preferimos mantener sumergidos pero que, en momentos de crisis, pueden emerger con fuerza devastadora.


Por otra parte, “En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo. Este giro desafía nuestra arrogancia humana al recordarnos que, por más que creamos conocer y controlar nuestro entorno, siempre habrá fuerzas más grandes y desconocidas en juego.


A lo largo de la película, los personajes luchan contra su propia incredulidad y miedo a aceptar que algo tan terrorífico pueda existir en un espacio tan familiar. Por lo que, en definitiva, “En las profundidades del Sena” no se inscribe únicamente como una película de terror; es una obra que invita a la introspección. Nos enfrenta a lo desconocido y a nuestras propias limitaciones.


A veces, el verdadero terror no proviene de lo que vemos en la pantalla, sino de lo que nos negamos a ver en nosotros mismos. Y mientras el Sena siga fluyendo, nos quedará la incómoda certeza de que, en sus profundidades, puede esconderse algo que aún no comprendemos del todo.


DATO:


“En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo.


“En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo.

Cuando nos sentamos a ver una película de terror, esperamos encontrar monstruos en las sombras, criaturas que desafían nuestra comprensión de la realidad y nos hacen estremecer. Pero “En las profundidades del Sena” logra algo más que solo provocar sustos: despierta una reflexión inquietante sobre cómo lo desconocido puede acechar incluso en los lugares más familiares.


Ambientada en el corazón de París, la película se desarrolla en torno a la aparición de una criatura submarina en el Sena. El concepto podría parecer inverosímil al principio, pero es justamente esta aparente improbabilidad lo que la hace tan efectiva. El Sena, un río que asociamos con paseos tranquilos y escenas románticas, se transforma en un escenario de pesadilla, recordándonos que el peligro puede esconderse en cualquier rincón de nuestra vida cotidiana.


La cinta sigue la historia del Campeonato Mundial de Triatlón, que se celebrará en el Sena por primera vez. Sophia, una científica brillante, se entera por boca de la joven activista Mika de que un enorme tiburón vive en las profundidades del río.


La monstruosidad que emerge de las aguas es una metáfora del desconocido que todos llevamos dentro: nuestros miedos, traumas, y la naturaleza impredecible del mundo que habitamos. La criatura del Sena se convierte en un espejo de nuestros temores más profundos, aquellos que preferimos mantener sumergidos pero que, en momentos de crisis, pueden emerger con fuerza devastadora.


Por otra parte, “En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo. Este giro desafía nuestra arrogancia humana al recordarnos que, por más que creamos conocer y controlar nuestro entorno, siempre habrá fuerzas más grandes y desconocidas en juego.


A lo largo de la película, los personajes luchan contra su propia incredulidad y miedo a aceptar que algo tan terrorífico pueda existir en un espacio tan familiar. Por lo que, en definitiva, “En las profundidades del Sena” no se inscribe únicamente como una película de terror; es una obra que invita a la introspección. Nos enfrenta a lo desconocido y a nuestras propias limitaciones.


A veces, el verdadero terror no proviene de lo que vemos en la pantalla, sino de lo que nos negamos a ver en nosotros mismos. Y mientras el Sena siga fluyendo, nos quedará la incómoda certeza de que, en sus profundidades, puede esconderse algo que aún no comprendemos del todo.


DATO:


“En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo.


“En las profundidades del Sena” plantea preguntas sobre nuestra relación con el entorno. París, una ciudad que simboliza la civilización y el control, es sacudida por un fenómeno que no puede ser dominado ni comprendido del todo.