/ sábado 19 de octubre de 2024

Retahíla para cinéfilos / “Guardiana de Dragones”, la travesía fantástica entre generaciones

La película “Guardiana de Dragones”, dirigida por Salvador Simó y Li Jianping, es un ambicioso ejemplo de cooperación cinematográfica entre España y China.

Estrenada este octubre en cines, la cinta adapta la primera novela de la saga de Carole Wilkinson para sumergir al espectador en un viaje épico por la antigua China.

Ping, nuestra entrañable protagonista, es una niña que descubre su propósito al ayudar al último dragón vivo a escapar de su cautiverio. Juntos emprenden una aventura para recuperar un huevo robado, enfrentándose a hechiceros y ejércitos imperiales en una carrera por preservar la supervivencia de esta mágica especie.

Lo primero que destaca en “Guardiana de Dragones” es la belleza de su animación. Sin duda, la asesoría de la Academia de Bellas Artes de Pekín logró una estética fiel al contexto histórico de la China imperial con un toque moderno que deja al frente los colores con los que todos identificamos esa cultura: amarillo, rojo y negro.

Bajo esa premisa tradicional, lo cierto es que la animación no se siente meramente tecnológica; detrás de cada escena hay una intención artesanal que recuerda el arte clásico a pesar del uso de herramientas digitales. Esta fidelidad cultural, sumada a la narrativa fantástica, hace que la cinta transporte a un universo que mantiene vivas las mitologías orientales.

En su corazón, la película transmite un poderoso mensaje sobre libertad y crecimiento personal. Ping no es una heroína convencional ni una figura estereotipada; su desarrollo como personaje ocurre al mismo tiempo que el espectador la acompaña, lo que refuerza la idea de que las decisiones y el destino están en nuestras propias manos, un concepto que reivindica viejas creencias especialmente de las culturas orientales. De hecho, la relación entre Ping y el dragón simboliza una alianza intergeneracional que destaca la importancia de la confianza mutua en momentos de adversidad.

Ahora, es importante destacar que la estructura central de la historia tiende a ser repetitiva, lo que puede restarle dinamismo al desarrollo, pero estos deslices no empañan el impacto emocional de la película, pues de ella resuenan frases que se quedan para la posteridad como “hay preguntas que no deben responderse, la respuesta a medida que se vive”.

Más allá de los desafíos narrativos, “Guardiana de Dragones” invita a disfrutar de una historia sobre valentía, amistad y destino. Es una cinta que, sin ser perfecta, logra emocionar y entretener: apuntes necesarios para esta etapa de las carteleras previas a Halloween y el terror que inundará las salas en semanas próximas.



La película “Guardiana de Dragones”, dirigida por Salvador Simó y Li Jianping, es un ambicioso ejemplo de cooperación cinematográfica entre España y China.

Estrenada este octubre en cines, la cinta adapta la primera novela de la saga de Carole Wilkinson para sumergir al espectador en un viaje épico por la antigua China.

Ping, nuestra entrañable protagonista, es una niña que descubre su propósito al ayudar al último dragón vivo a escapar de su cautiverio. Juntos emprenden una aventura para recuperar un huevo robado, enfrentándose a hechiceros y ejércitos imperiales en una carrera por preservar la supervivencia de esta mágica especie.

Lo primero que destaca en “Guardiana de Dragones” es la belleza de su animación. Sin duda, la asesoría de la Academia de Bellas Artes de Pekín logró una estética fiel al contexto histórico de la China imperial con un toque moderno que deja al frente los colores con los que todos identificamos esa cultura: amarillo, rojo y negro.

Bajo esa premisa tradicional, lo cierto es que la animación no se siente meramente tecnológica; detrás de cada escena hay una intención artesanal que recuerda el arte clásico a pesar del uso de herramientas digitales. Esta fidelidad cultural, sumada a la narrativa fantástica, hace que la cinta transporte a un universo que mantiene vivas las mitologías orientales.

En su corazón, la película transmite un poderoso mensaje sobre libertad y crecimiento personal. Ping no es una heroína convencional ni una figura estereotipada; su desarrollo como personaje ocurre al mismo tiempo que el espectador la acompaña, lo que refuerza la idea de que las decisiones y el destino están en nuestras propias manos, un concepto que reivindica viejas creencias especialmente de las culturas orientales. De hecho, la relación entre Ping y el dragón simboliza una alianza intergeneracional que destaca la importancia de la confianza mutua en momentos de adversidad.

Ahora, es importante destacar que la estructura central de la historia tiende a ser repetitiva, lo que puede restarle dinamismo al desarrollo, pero estos deslices no empañan el impacto emocional de la película, pues de ella resuenan frases que se quedan para la posteridad como “hay preguntas que no deben responderse, la respuesta a medida que se vive”.

Más allá de los desafíos narrativos, “Guardiana de Dragones” invita a disfrutar de una historia sobre valentía, amistad y destino. Es una cinta que, sin ser perfecta, logra emocionar y entretener: apuntes necesarios para esta etapa de las carteleras previas a Halloween y el terror que inundará las salas en semanas próximas.