Diciembre de 1970. Paul Hunham se convirtió en lo que juró destruir: un profesor autoritario del prestigioso internado Barton Academy, en el que estudió gracias a una beca. Despreciado por estudiantes, padres de familia y sus propios colegas, este amargado profesor de Historia no tiene ya nada que perder. Y, aun así, pierde.
Dramática, divertida y ridículamente bien construida. Nominada a una veintena de premios en 2023, su año de estreno, y otra más en 2024. Ganadora del Oscar en la categoría de Mejor Actriz de Reparto. “The Holdovers”, su título original. “Los que se quedan”, en español.
La película sigue la historia de Paul Hunham y el grupo de cinco estudiantes que le fue encargado cuidar durante las vacaciones de inverno. Los seis hombres son los únicos que se quedan en el internado con la jefa de cocina Mary Lamb, quien está de luto por la reciente muerte de su hijo de 19 años.
Cuando cuatro de los alumnos son invitados a esquiar con la adinerada familia de uno de ellos, la cifra de residentes se reduce a sólo tres. Y, aunque el principio todo parece una pesadilla, con el paso del tiempo la humanidad y humillad florecen como por arte de magia.
Lo interesante a partir de ese momento no es la premisa propiamente, sino los sentimientos que surgen luego de la combinación obligada de tres personalidades distintas y vulnerables.
Si bien se concibe como un clásico cuento de Navidad, el filme es único por la profundidad de sus diálogos y la entereza de sus personajes rebasados de detalles para empatizar con ellos.
La cinta, pulida y madura, supone el fuerte regreso del director estadounidense Alexander Payne, que desde “Los descendientes” (2011) no había mostrado sus inquietudes audiovisuales en este nivel. Sin embargo, con la nueva entrega nos demuestra que una gran obra requiere su tiempo.
“Los que se quedan” combina paletas de colores como primer recurso para transitar entre estaciones emocionales y conducirnos desde un invierno azul y solitario hasta las cálidas sombras de una cena en el hogar. Porque sí, hogar es el sustantivo propio para la ocasión. Además, el uso de los espacios fueron una genialidad, pues nuestros únicos tres personajes no necesitaron salir del internado para lograr auténticos giros de trama y disolver los nuevos rostros de la actuación estadounidense en ficciones sepultadas de hace 50 años.
Así, disfrutar esta cinta se logra con suaves recorridos que tienen como destino un arte: el de perder. Aunque arriesgado, el final se anunció desde el inicio, pero adelantarse a él sería como arrebatarle su esencia al nuevo clásico obligado. No te la pierdas.
DATO:
Si bien se concibe como un clásico cuento de Navidad, el filme es único por la profundidad de sus diálogos y la entereza de sus personajes rebasados de detalles para empatizar con ellos.