/ viernes 28 de octubre de 2022

Retahíla para cinéfilos | Nunca terminas de conocer a tus “Aliados”

Dicen que la confianza es la base de toda relación, pero ¿qué pasa cuando el exceso de confianza te lleva a “amar con los ojos cerrados”? La película “Aliados”, de 2016, aborda la paradoja desde un frecuente contexto histórico: la Segunda Guerra Mundial.

En los años 40, el piloto de la Fuerza Aérea Canadiense Max Vatan (Brad Pitt) y la agente de la resistencia francesa Marianne Beausejour (Marion Cotillard) se alían en Marruecos para asesinar a un embajador alemán y sabotear la comitiva donde se encuentra; para no levantar sospechas, los agentes fingen ser un par de esposos allegados al Partido Nazi. Luego de triunfar con su plan, ambos descubren que el acercamiento simulado se convirtió en una fuerte atracción sentimental y un apasionado deseo por estar juntos.

Finalmente se casan y del inesperado amor, nace la pequeña Anna, con quien forman una familia aparentemente rudimentaria a las afueras de Inglaterra; sin embargo, nada es miel sobre hojuelas cuando se vive en medio de una guerra mundial.

Max recibe órdenes de su superior para tender una trampa a Marianne, pues sospechan que su verdadera identidad es la de una espía alemana y que el embajador al que mataron era un disidente que Hitler quería muerto. Si las sospechas fuesen confirmadas, Max debería ejecutar al amor de su vida por el delito de traición, pero ¿Max está dispuesto a dejarlo todo en manos del oficial al mando antes de averiguarlo él mismo? ¿Marianne será la amorosa ama de casa que aparenta o la necesidad de ser protagonista en el conflicto es más poderosa?

El triángulo amoroso entre Max y la identidad doble de Marianne es un pretexto idóneo para narrar lo que acontece en el mundo, para ponerle rostro a estadísticas. El conflicto bélico, convertido en una normalidad, aterra sin importar el tiempo.

Bajo la dirección de Robert Zemeckis, el guionista Steven Knight logra llevar esta historia original a un plano dramático tan sencillo que no cuesta desprenderse de la realidad. Es, más bien, una ocasión para relajarse sin reglas morales.

El trabajo fílmico en verdad cautiva por su selección de colores, música y arreglos al estilo clásico de Hollywood, a una época donde predomina el cuidado del lenguaje corporal y verbal de los actores que interpretan personajes muy definidos y predecibles (no por eso menos interesantes); pareciera que esta obra se puede ver y escuchar de forma independiente por las claras motivaciones en escena.


Dicen que la confianza es la base de toda relación, pero ¿qué pasa cuando el exceso de confianza te lleva a “amar con los ojos cerrados”? La película “Aliados”, de 2016, aborda la paradoja desde un frecuente contexto histórico: la Segunda Guerra Mundial.

En los años 40, el piloto de la Fuerza Aérea Canadiense Max Vatan (Brad Pitt) y la agente de la resistencia francesa Marianne Beausejour (Marion Cotillard) se alían en Marruecos para asesinar a un embajador alemán y sabotear la comitiva donde se encuentra; para no levantar sospechas, los agentes fingen ser un par de esposos allegados al Partido Nazi. Luego de triunfar con su plan, ambos descubren que el acercamiento simulado se convirtió en una fuerte atracción sentimental y un apasionado deseo por estar juntos.

Finalmente se casan y del inesperado amor, nace la pequeña Anna, con quien forman una familia aparentemente rudimentaria a las afueras de Inglaterra; sin embargo, nada es miel sobre hojuelas cuando se vive en medio de una guerra mundial.

Max recibe órdenes de su superior para tender una trampa a Marianne, pues sospechan que su verdadera identidad es la de una espía alemana y que el embajador al que mataron era un disidente que Hitler quería muerto. Si las sospechas fuesen confirmadas, Max debería ejecutar al amor de su vida por el delito de traición, pero ¿Max está dispuesto a dejarlo todo en manos del oficial al mando antes de averiguarlo él mismo? ¿Marianne será la amorosa ama de casa que aparenta o la necesidad de ser protagonista en el conflicto es más poderosa?

El triángulo amoroso entre Max y la identidad doble de Marianne es un pretexto idóneo para narrar lo que acontece en el mundo, para ponerle rostro a estadísticas. El conflicto bélico, convertido en una normalidad, aterra sin importar el tiempo.

Bajo la dirección de Robert Zemeckis, el guionista Steven Knight logra llevar esta historia original a un plano dramático tan sencillo que no cuesta desprenderse de la realidad. Es, más bien, una ocasión para relajarse sin reglas morales.

El trabajo fílmico en verdad cautiva por su selección de colores, música y arreglos al estilo clásico de Hollywood, a una época donde predomina el cuidado del lenguaje corporal y verbal de los actores que interpretan personajes muy definidos y predecibles (no por eso menos interesantes); pareciera que esta obra se puede ver y escuchar de forma independiente por las claras motivaciones en escena.