/ domingo 6 de noviembre de 2022

Secreto a voces | De dónde viene la revolución noviolenta (III)

“Los movimientos noviolentos europeos siempre han utilizado el término noviolencia como una sola palabra. La razón principal es la de explicitar con total claridad que la opción noviolenta no supone una mera negación de la violencia directa, sino un proyecto positivo de transformación radical de la sociedad y de nosotros y nosotras mismas. El objetivo fundamental será acabar con la denominada violencia estructural haciendo de la coherencia entre fines y medios uno de sus elementos fundamentales” (Paco Gascón) (citado por Jesús Castañar Pérez, en: Teoría e historia de la revolución noviolenta).

El filósofo francés Jean-Marie Muller, explica que: “Fue Gandhi quien nos proporcionó el término de no-violencia. A comienzos de los años 20 del siglo pasado tradujo la palabra en Sánscrito ahimsa por la palabra en Inglés “non-violence” (Ver Jean-Marie Muller: en La no violencia como filosofía y como estrategia). Mahatma, creía en la idea de la violencia como algo intrínseco en el ser humano. La cultura occidental es muy dada a esta visión porque son un reflejo de ellos mismos, pero la misma antropología proporciona ejemplos de seres y comunidades pacíficas.

Este término está compuesto por el prefijo privativo a y del sustantivo himsa que significa el deseo de violencia que existe en cualquier ser humano, subraya Muller y añade: “El otro es ante todo quien nos descompone, nos trastorna, nos molesta, quien quiere tomar nuestro lugar. Debemos tomar conciencia de este deseo de violencia que se encuentra en nosotros y que contradice nuestra vocación hacia la humanidad. Nos corresponde, entonces, dominarlo, amaestrarlo, no rechazarlo. Será necesario transformarlo, transmutarlo, convertirlo para que su propia energía deje de ser destructiva y se vuelva constructiva”.

Las corrientes de izquierda de corte marxista (así como el anarquismo) influyó ampliamente en el uso de las armas como medios para alcanzar o conquistar el poder, a partir de la experiencia de las revoluciones francesas, así como la toma del poder durante la Comuna de París de 1871. En el horizonte de los revolucionarios marxistas prevalecía la idea de que una revolución entendida como la locomotora de la historia, pues había encontrado en la clase obrera la potencia del progreso y el camino que llevaría a una sociedad de corte igualitaria. Tanto el marxismo como la experiencia francesa fueron muy importantes en ese sentido. (Ver: Martínez-Bernal, Daniel Ricardo. (2016). La resistencia y la resistencia civil: la importancia de la teoría noviolenta. Papel Politico, 21(2)).

Dice Martínez Bernal que: “… en términos generales, las formas de resistencia de estos momentos eran principalmente pacíficas. Sin embargo, hay dos cuestiones que las llevan a tender al uso de las armas: primero, que parte de las ideas revolucionarias -principalmente de las corrientes marxistas y anarquistas, como se mencionó-, existe una fuerte convicción de que es necesario la toma del poder por las armas, como lo ocurrido en 1789 con la toma de la Bastilla. Esta idea se incrustará tan profundamente en los idearios revolucionarios que los medios no armados pasarán a ser considerados como ineficientes, inoficiosos y, sobre todo, inocuos. Es tan generalizada esta tendencia que los movimientos y las resistencias pacifistas serán vistas y denominadas posturas moderadas o, como fue llamada por muchos pensadores del momento, utópicas…”.

Las revoluciones de corte marxista se plantearon la toma del poder con el fin de conducir a la humanidad, de la mano de la clase obrera, a una sociedad igualitaria, anticapitalista, socialista. La fuente de este pensamiento está en la obra de Marx sobre el capital tiene su inspiración en la base económica de la sociedad capitalista sobre la que se levanta la incruenta explotación de la clase obrera. Lo anterior, en una visión histórica del progreso lineal en la que el capitalismo sería sustituido por el comunismo. Decía Marx que los países atrasados (vio en su momento con buenos ojos la invasión de EU a México), se podrían mirar en el espejo de las naciones desarrolladas, aunque esto después fue matizado por el marxismo.

El pensamiento de los revolucionarios que apuestan por la noviolencia emerge no sólo del problema económico al que se refiere Marx sino, igualmente, del surgimiento del poder y la dominación entre los seres humanos como un acontecimiento histórico y que nada tiene que ver con la existencia de un ADN inherente a la existencia humana (Jesús Castañar Pérez, en: Teoría e historia de la revolución noviolenta). Me tomo la atribución de exponerlo de la siguiente manera y de la mano de Peter Sloterdijk, criticado como el filósofo de las multinacionales, pero cuyo planteamiento puede ayudar a comprender bien el surgimiento no de la dominación del hombre y la mujer sobre otros hombres y otras mujeres, me refiero a la época en que surge la domesticación humana, es decir, la cría del hombre y la mujer por otros hombres y otras mujeres (ver Peter Sloterdijk: Reglas para el parque humano).

“… la tesis de que los hombres son animales, de los cuales unos crían y disciplinan a sus semejantes, mientras que los otros son criados: un pensamiento que desde las reflexiones platónicas sobre la educación y el Estado, ya pertenece al folklore pastoral de los europeos…”

Cientos de miles de millones de seres humanos han llegado a este mundo y de la mano de quienes ya se encuentran con anterioridad en este lugar, son enseñados a obedecer, a mantenerse obedientes ante quien o quienes se encuentran encumbrados y se encargan de determinar cuál es el destino de cada generación. El fin del nomadismo y la aparición del sedentarismo y la vivienda, significó no solamente un salto de la humanidad en cuando a la aparición de un sobre producto social que permitió la independencia de un segmento de la población de las actividades diarias sometidas a la obtención de medios para sobrevivir. El claro, en el sentido antropológico, significó un empequeñecimiento de la humanidad, al aparecer la cría de humanos, de hombres y mujeres obedientes.


“Los movimientos noviolentos europeos siempre han utilizado el término noviolencia como una sola palabra. La razón principal es la de explicitar con total claridad que la opción noviolenta no supone una mera negación de la violencia directa, sino un proyecto positivo de transformación radical de la sociedad y de nosotros y nosotras mismas. El objetivo fundamental será acabar con la denominada violencia estructural haciendo de la coherencia entre fines y medios uno de sus elementos fundamentales” (Paco Gascón) (citado por Jesús Castañar Pérez, en: Teoría e historia de la revolución noviolenta).

El filósofo francés Jean-Marie Muller, explica que: “Fue Gandhi quien nos proporcionó el término de no-violencia. A comienzos de los años 20 del siglo pasado tradujo la palabra en Sánscrito ahimsa por la palabra en Inglés “non-violence” (Ver Jean-Marie Muller: en La no violencia como filosofía y como estrategia). Mahatma, creía en la idea de la violencia como algo intrínseco en el ser humano. La cultura occidental es muy dada a esta visión porque son un reflejo de ellos mismos, pero la misma antropología proporciona ejemplos de seres y comunidades pacíficas.

Este término está compuesto por el prefijo privativo a y del sustantivo himsa que significa el deseo de violencia que existe en cualquier ser humano, subraya Muller y añade: “El otro es ante todo quien nos descompone, nos trastorna, nos molesta, quien quiere tomar nuestro lugar. Debemos tomar conciencia de este deseo de violencia que se encuentra en nosotros y que contradice nuestra vocación hacia la humanidad. Nos corresponde, entonces, dominarlo, amaestrarlo, no rechazarlo. Será necesario transformarlo, transmutarlo, convertirlo para que su propia energía deje de ser destructiva y se vuelva constructiva”.

Las corrientes de izquierda de corte marxista (así como el anarquismo) influyó ampliamente en el uso de las armas como medios para alcanzar o conquistar el poder, a partir de la experiencia de las revoluciones francesas, así como la toma del poder durante la Comuna de París de 1871. En el horizonte de los revolucionarios marxistas prevalecía la idea de que una revolución entendida como la locomotora de la historia, pues había encontrado en la clase obrera la potencia del progreso y el camino que llevaría a una sociedad de corte igualitaria. Tanto el marxismo como la experiencia francesa fueron muy importantes en ese sentido. (Ver: Martínez-Bernal, Daniel Ricardo. (2016). La resistencia y la resistencia civil: la importancia de la teoría noviolenta. Papel Politico, 21(2)).

Dice Martínez Bernal que: “… en términos generales, las formas de resistencia de estos momentos eran principalmente pacíficas. Sin embargo, hay dos cuestiones que las llevan a tender al uso de las armas: primero, que parte de las ideas revolucionarias -principalmente de las corrientes marxistas y anarquistas, como se mencionó-, existe una fuerte convicción de que es necesario la toma del poder por las armas, como lo ocurrido en 1789 con la toma de la Bastilla. Esta idea se incrustará tan profundamente en los idearios revolucionarios que los medios no armados pasarán a ser considerados como ineficientes, inoficiosos y, sobre todo, inocuos. Es tan generalizada esta tendencia que los movimientos y las resistencias pacifistas serán vistas y denominadas posturas moderadas o, como fue llamada por muchos pensadores del momento, utópicas…”.

Las revoluciones de corte marxista se plantearon la toma del poder con el fin de conducir a la humanidad, de la mano de la clase obrera, a una sociedad igualitaria, anticapitalista, socialista. La fuente de este pensamiento está en la obra de Marx sobre el capital tiene su inspiración en la base económica de la sociedad capitalista sobre la que se levanta la incruenta explotación de la clase obrera. Lo anterior, en una visión histórica del progreso lineal en la que el capitalismo sería sustituido por el comunismo. Decía Marx que los países atrasados (vio en su momento con buenos ojos la invasión de EU a México), se podrían mirar en el espejo de las naciones desarrolladas, aunque esto después fue matizado por el marxismo.

El pensamiento de los revolucionarios que apuestan por la noviolencia emerge no sólo del problema económico al que se refiere Marx sino, igualmente, del surgimiento del poder y la dominación entre los seres humanos como un acontecimiento histórico y que nada tiene que ver con la existencia de un ADN inherente a la existencia humana (Jesús Castañar Pérez, en: Teoría e historia de la revolución noviolenta). Me tomo la atribución de exponerlo de la siguiente manera y de la mano de Peter Sloterdijk, criticado como el filósofo de las multinacionales, pero cuyo planteamiento puede ayudar a comprender bien el surgimiento no de la dominación del hombre y la mujer sobre otros hombres y otras mujeres, me refiero a la época en que surge la domesticación humana, es decir, la cría del hombre y la mujer por otros hombres y otras mujeres (ver Peter Sloterdijk: Reglas para el parque humano).

“… la tesis de que los hombres son animales, de los cuales unos crían y disciplinan a sus semejantes, mientras que los otros son criados: un pensamiento que desde las reflexiones platónicas sobre la educación y el Estado, ya pertenece al folklore pastoral de los europeos…”

Cientos de miles de millones de seres humanos han llegado a este mundo y de la mano de quienes ya se encuentran con anterioridad en este lugar, son enseñados a obedecer, a mantenerse obedientes ante quien o quienes se encuentran encumbrados y se encargan de determinar cuál es el destino de cada generación. El fin del nomadismo y la aparición del sedentarismo y la vivienda, significó no solamente un salto de la humanidad en cuando a la aparición de un sobre producto social que permitió la independencia de un segmento de la población de las actividades diarias sometidas a la obtención de medios para sobrevivir. El claro, en el sentido antropológico, significó un empequeñecimiento de la humanidad, al aparecer la cría de humanos, de hombres y mujeres obedientes.