/ domingo 25 de agosto de 2024

Secreto a voces / Rosario Castellanos

Rosario Castellanos es la intelectual mexicana con mayor influencia en la vida política de México, hasta antes de la actual presidenta electa Claudia Sheinbaum. Fue productora de una amplia obra poética, ensayística y periodística, promotora del feminismo a la mexicana como decía, preocupada por las desigualdades en que vivían los indígenas a cuyo sector dedicó algunas de sus principales obras literarias como Balun Canán; embajadora en Israel, académica y funcionaria de la UNAM, contó con un espacio en el periódico Excélsior, entre otras actividades. Fue parte de una generación de intelectuales a los que el gobierno posrevolucionario pudo atraer y no todos guardaron una debida distancia como ella en momentos clave.

Nocturno (R. Castellanos)

“Me tendí, como el llano, para que aullara el viento/Y fui una noche entera ámbito de su furia y su lamento” (Fragmento).

A Rosario Castellanos, los críticos literarios, no todos, ubican su producción poética en el campo de la poesía social, comprometida o de la conciencia. Esta poesía social crea su obra en torno a las personas, mujeres y hombres, seres humanos inmersos en su vida cotidiana. Su pretensión tiene un fin, que es la transformación de la sociedad. Este segmento de artistas, poetas, escritores, no gozan del prestigio de quienes, ubicados en la producción literaria, poética o del arte en general, consideran su obra como un producto neutro, dirigido simplemente a cumplir con el mercado cultural pero que de alguna manera simboliza al poder y lo vitaliza. El 68 fue crucial para los intelectuales y artistas, no todos se deslindaron de ese suceso, Rosario, sí.

Memorial de Tlatelolco

(R. Castellanos)

“La oscuridad engendra la violencia/y la violencia pide oscuridad/ para cuajar en crimen/ Por eso el dos de octubre aguardó hasta la noche/para que nadie viera la mano que empuñaba/ el arma, sino sólo su efecto de relámpago” (Fragmento, de un poema que fue entregado a la también escritora Elena Poniatowska para que fuera publicado por ella en el clásico La noche de Tlatelolco).

Rosario Castellanos, nace un 25 de mayo de 1925 y muere en 1974 (a los 49 años). En Comitán Chiapas, en donde vivió su infancia y parte de su adolescencia, se sensibilizó acerca de los problemas que viven los indígenas, antes de llegar a la Ciudad de México e ingresar a las facultades de Derecho y Filosofía, de la UNAM. Ahí fue encargada del área de información durante el rectorado de Ignacio Chávez, a la caída de éste renuncia. Fue una buena docente, según registros de sus estudiantes (Dice Eduardo Torres Alonso). Otros intelectuales que participaron de la diplomacia fueron: Nervo, Reyes, Torres Bodet, Usigli, Paz, entre otros.

Lamentación de Dido

(R. Castellanos)

“Así, aconsejada de mis enemigos, di pábulo al deseo y/maquiné satisfacciones ilícitas/y tejí un espeso manto de hipocresía para cubrirlas” (Fragmento).

De acuerdo a Elena Poniatowska, citada por Marha Lamas, la tesis de Rosario Castellanos “Sobre la cultura femenina” representa un punto de partida de la lucha de las mujeres mexicanas por su liberación. Tres años más tarde de que Rosario Castellanos presentó su texto, las mujeres mexicanas logran el derecho al voto. Rosario Castellanos, cita Lamas, “escribe mucho sobre mujeres, sobre sus emociones, sobre cómo viven el amor, el matrimonio, la maternidad, la soledad; y, en sus textos, ella recuerda su infancia de soledad, rechazo y discriminación, exhibe sus heridas amorosas y expresa su anhelo de maternidad. La escritora aborda así los temas centrales de la crítica feminista. Junto con las mujeres que pueblan su obra literaria -novelas, cuentos y poesías- y sus ensayos, Castellanos analiza la obra de otras autoras, y las vuelve figuras cercanas y entrañables. Coincide con De Beauvoir en que el estudio de los mitos en una cultura es una vía para decodificar las actitudes sociales ante las mujeres, y analiza críticamente las tres figuras míticas de la mujer en México: la Malinche, la Virgen de Guadalupe y sor Juana…”

“No es equitativo -y por lo tanto tampoco es legítimo- que uno de los dos que forman la pareja de todo y no aspire a recibir nada a cambio”. (Declaración de Rosario Castellanos).

Rosario Castellanos, dice Maricruz Ricalde, no era una figura alejada de los reflectores como algunas de sus poesías podrían generar una falsa imagen de ella. La poeta Dolores Castro, amiga de Rosario Castellanos, ofrecía una imagen de ella como la de una mujer con un excelente sentido del humor. Vivió momentos difíciles como la tuberculosis que padeció, que la llevó a recluirse en Chiapas. Tuvo un hijo y se hizo cargo de dos que eran de su pareja Ricardo Guerra y de la pintora Lilia Carrillo (quien se quitó la vida en 1974). Era muy conocida pues escribió para el Excélsior que era como ser famoso en las redes sociales de nuestro tiempo, además de la buena fama como escritora que tenía.

En el filo del gozo

(R. Castellanos)

“Bajo tu tacto tiemblo como un arco en tensión palpitante de flechas y de agudos silbidos inminentes/ Mi sangre se enardece igual que una jauría olfateando la presa y el estrago/ Pero bajo tu voz mi corazón se rinde en palomas devotas y sumisas” (Fragmento).

Aunque logró incursionar en el mundo de la política enviada como muchos otros intelectuales como representantes diplomáticos, no fue fácil posicionarse en el mundo de la política y como escritora por su condición de mujer, como ella misma reconoció. No fue presidenta, pero abrió las puertas a las mujeres en el ámbito diplomático. Las figuras intelectuales de ese tiempo no eran menores. Compartió época con Luis Villoro, Leopoldo Zea, la mencionada Dolores Castro y Guadalupe Dueñas, Emilio Uranga, Jaime Sabines, Emilio Carballido, entre otros. Contemporánea del boom literario latinoamericano en donde aparecen Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, José Lezama Lima, Vargas Llosa.

Kinsey Repor

(R. Castellanos)

“Yo me resisto siempre. Por decoro/Pero, siempre también, cedo. Por obediencia” (Fragmento).

Su relación con la vida en el estado de Chiapas, la llevó a desarrollar una sensibilidad especial con respecto al mundo indígena. Escribió obras en las que se descubre el interés por destacar las deudas de la revolución con las mujeres indígenas. Dice Serur, citado por Torres Alonso que: “los diferentes textos de Rosario Castellanos existen un registro para muchas mujeres, porque Castellanos fue, a la vez, muchas Rosarios: la mujer, la amante, la persona de su tiempo, la chiapaneca, la diplomática, la madre de Gabriel, la esposa, la heredera de una dinastía de terratenientes en el estado más pobre de la República, la catedrática de la UNAM, la periodista, la feminista, etc." (Serur, 2010: 269), y cada registro se concreta en cada género literario que abordó.

El otro (R. Castellanos)

¿Por qué decir nombres de dioses, astros/espumas de un océano invisible/ polen de los jardines más remotos?/Si nos duele la vida, si cada día llega/ desgarrando la entraña, si cada noche cae/ convulsa, asesinada./Si nos duele el dolor en alguien, en un hombre/al que no conocemos, pero está/presente a todas horas y es la víctima/y el enemigo y el amor y todo/ lo que nos falta para ser enteros./Nunca digas que es tuya la tiniebla, no te bebas de un sorbo la alegría./Mira a tu alrededor: hay otro,/siempre hay otro./Lo que él respira es lo que a ti te asfixia, lo que come es tu hambre./Muere con la mitad más pura de tu muerte”. (Fragmento).

Rosario Castellanos, estuvo en el camino que siguió posteriormente Claudia Sheinbaum.

(Con textos de Pablo Mora y Pedro Serrano; biblioteca virtual Omegalfa)