/ lunes 7 de agosto de 2023

Sharenting: serio peligro

El término “Sharenting” (del inglés share=compartir, parenting=parentar) fue acuñado por el escritor del Wall Street Journal Steven Leckart a principios de la década de 2010, describiendo un fenómeno en el que los padres comparten demasiado contenido sobre sus hijos en Internet.

Hay padres y madres que sobre exponen a sus menores de edad en redes sociales, algunas veces en situaciones que estiman graciosas pero que podrían arriesgar a sus hijos a situaciones que les generen vergüenza, por hacer públicas situaciones que deberían mantenerse en privado.

Algunos investigadores estiman que hasta un 30 % de los padres sube cada día una foto de sus hijos a la red. Hasta ahora, no ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública. Y, es probable que, cuando crezcan, muchos no estén de acuerdo con ello.

Existe un síndrome llamado “oversharing” (compartir de más) que impele a quien lo vive a contar absolutamente toda su vida a través de las redes sociales, ya sean momentos de gran relevancia o simplemente anécdotas sin ningún tipo de interés.

La privacidad es uno de nuestros bienes más preciados; no anda uno por la vida contando los detalles íntimos a extraños, pero esta manía de confundir verdaderos amigos con cuentas que dicen ser personas amigables y sentir que el no conectar personalmente nos exime de riesgo, puede resultar profundamente peligrosa, especialmente si a quienes se exhibe es a menores de edad o a personas que no han dado consentimiento de ser expuestas públicamente.

No hay límite; hoy día existen personas que no pueden concebir sus vidas sin publicar sus historias, reels, fotografías, comida, actividades y ¿por qué no? hasta su situación emocional en cada relación de sus vidas reales. ¿A quién demonios se le ocurre publicar en redes sociales si se pelearon con la pareja, hubo infidelidad o los odios profesionales?

En fin, que si se quiere publicar la vida propia, se asumen los riesgos pero lo grave es cuando este síndrome del “oversharing” pasa los límites de la persona y se traslada a las y los menores de edad. Hay enormes peligros en la red y ser padre o madre de menores obliga a conocer las desgracias que pueden llegar por sobre compartir en la red información de las y los niños.

¿Cuáles peligros? Van algunos: cyberbulling, grooming, fraude (riesgo de robo de identidad), o la posibilidad de que se compartan las fotografías o videos en webs que fomentan la pedofilia. Los datos publicados sirven a los demás para conocer más acerca de nuestro/a hijo/a, sus gustos, su fecha de cumpleaños, el colegio en el que estudia, etc, provocando una grave situación de vulnerabilidad en el menor.

Algunas recomendaciones del sitio Orbium Adicciones a la hora de compartir información de menores en la red: si la edad lo permite, contar con su aprobación, las y los menores deben aparecer siempre vestidos en las imágenes compartidas, leer y entender las políticas de privacidad de las redes sociales a las que se suben las fotografías, activar las alertas de Google con el nombre de nuestro hijo/a, para que nos avisen si aparece en alguna búsqueda de Google, no dar localización, compartir la información bajo el anonimato y pixelar las caras para respetar su privacidad.

Ojo que redes no solo son Facebook, Instagram y tik tok; si se envían imágenes o vídeos a través de mensajería instantánea (como WhatsApp), se debe estar seguro que las personas a quienes se les comparte contenido son de confianza y no lo compartirán sin nuestro permiso. Por último: si vas a publicar una foto de tu hijo, piénsatelo muy bien, calcula los riesgos y las consecuencias y valora si le puede afectar de alguna manera a su huella digital. En un futuro, incluso reclutadores universitarios o laborales pueden usar esa información en su contra.

Redes sociales o no, los verdaderos amigos siguen contándose con los dedos de la mano. Tus hijos, amigos, compañeros de trabajo tienen derecho a consentir o no a ser expuestos en las redes sociales. Por cierto, también es delito subir imágenes sin permiso; ¿lo sabías?


El término “Sharenting” (del inglés share=compartir, parenting=parentar) fue acuñado por el escritor del Wall Street Journal Steven Leckart a principios de la década de 2010, describiendo un fenómeno en el que los padres comparten demasiado contenido sobre sus hijos en Internet.

Hay padres y madres que sobre exponen a sus menores de edad en redes sociales, algunas veces en situaciones que estiman graciosas pero que podrían arriesgar a sus hijos a situaciones que les generen vergüenza, por hacer públicas situaciones que deberían mantenerse en privado.

Algunos investigadores estiman que hasta un 30 % de los padres sube cada día una foto de sus hijos a la red. Hasta ahora, no ha existido otra generación de niños con una infancia tan pública. Y, es probable que, cuando crezcan, muchos no estén de acuerdo con ello.

Existe un síndrome llamado “oversharing” (compartir de más) que impele a quien lo vive a contar absolutamente toda su vida a través de las redes sociales, ya sean momentos de gran relevancia o simplemente anécdotas sin ningún tipo de interés.

La privacidad es uno de nuestros bienes más preciados; no anda uno por la vida contando los detalles íntimos a extraños, pero esta manía de confundir verdaderos amigos con cuentas que dicen ser personas amigables y sentir que el no conectar personalmente nos exime de riesgo, puede resultar profundamente peligrosa, especialmente si a quienes se exhibe es a menores de edad o a personas que no han dado consentimiento de ser expuestas públicamente.

No hay límite; hoy día existen personas que no pueden concebir sus vidas sin publicar sus historias, reels, fotografías, comida, actividades y ¿por qué no? hasta su situación emocional en cada relación de sus vidas reales. ¿A quién demonios se le ocurre publicar en redes sociales si se pelearon con la pareja, hubo infidelidad o los odios profesionales?

En fin, que si se quiere publicar la vida propia, se asumen los riesgos pero lo grave es cuando este síndrome del “oversharing” pasa los límites de la persona y se traslada a las y los menores de edad. Hay enormes peligros en la red y ser padre o madre de menores obliga a conocer las desgracias que pueden llegar por sobre compartir en la red información de las y los niños.

¿Cuáles peligros? Van algunos: cyberbulling, grooming, fraude (riesgo de robo de identidad), o la posibilidad de que se compartan las fotografías o videos en webs que fomentan la pedofilia. Los datos publicados sirven a los demás para conocer más acerca de nuestro/a hijo/a, sus gustos, su fecha de cumpleaños, el colegio en el que estudia, etc, provocando una grave situación de vulnerabilidad en el menor.

Algunas recomendaciones del sitio Orbium Adicciones a la hora de compartir información de menores en la red: si la edad lo permite, contar con su aprobación, las y los menores deben aparecer siempre vestidos en las imágenes compartidas, leer y entender las políticas de privacidad de las redes sociales a las que se suben las fotografías, activar las alertas de Google con el nombre de nuestro hijo/a, para que nos avisen si aparece en alguna búsqueda de Google, no dar localización, compartir la información bajo el anonimato y pixelar las caras para respetar su privacidad.

Ojo que redes no solo son Facebook, Instagram y tik tok; si se envían imágenes o vídeos a través de mensajería instantánea (como WhatsApp), se debe estar seguro que las personas a quienes se les comparte contenido son de confianza y no lo compartirán sin nuestro permiso. Por último: si vas a publicar una foto de tu hijo, piénsatelo muy bien, calcula los riesgos y las consecuencias y valora si le puede afectar de alguna manera a su huella digital. En un futuro, incluso reclutadores universitarios o laborales pueden usar esa información en su contra.

Redes sociales o no, los verdaderos amigos siguen contándose con los dedos de la mano. Tus hijos, amigos, compañeros de trabajo tienen derecho a consentir o no a ser expuestos en las redes sociales. Por cierto, también es delito subir imágenes sin permiso; ¿lo sabías?