/ martes 15 de agosto de 2023

Tintero | Gobiernos tercos

De todo quieren sacar raja política y beneficios personales. Los gobernantes en turno son iguales, están cortados con la misma tijera. Apenas llegan al poder y marcan su territorio.

Explico: asignar el color de sus partidos en placas, licencias, tarjetas de circulación, documentos oficiales y hasta ordenar la forma de vestir de burócratas y funcionarios puede entenderse –que no justificarse- como estrategia para seguir teniendo presencia política, pero imponer el sello de la llamada Cuarta Transformación en los Libros de Texto Gratuitos, raya en el cinismo.

Sostengo lo que digo. La educación debe estar libre de la política pues, con esa absurda mezcla, será imposible trabajar, menos con materiales que no tengan bases pedagógicas adecuadas y carezcan de objetividad.

La propia Unión Nacional de Padres de Familia que, por cierto, en Tlaxcala es un cero a la izquierda, denunció que los materiales educativos incorporan “ideología marxista, socialista y de género”. Qué delicado.

El artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que la educación inicial es un derecho de la niñez, y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia. Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica. Precisamente por ello, no debe estar basada en religiones ni ideologías políticas.

El tema es que el propio Estado es el que sostiene que las críticas que se están dando hacia los libros no son por el material, sino contra la transformación del país que emprende el actual gobierno. El problema es que ni siquiera en los tiempos del priismo se trató de imponer una ideología partidista en el sistema educativo.

Ya chole con su Cuarta Transformación que más bien es una transformación de cuarta. Si la forma de gobernar del PRI era grotesca, los de Morena superan cualquier expectativa. Pero este es el modelo educativo implementado por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y que es denominado “La Nueva Escuela Mexicana”.

Según él, los libros de texto del actual gobierno fueron modificados para que “la educación tenga una dimensión social, humanística y científica, que se había perdido porque durante el periodo neoliberal no querían que se conociera nuestra historia”.

Esto evidencia que no hubo un proceso de consulta amplio para realizarlos, como lo exige la Ley General de Educación del país, que señala que las autoridades deben determinar los programas de estudio considerando la opinión de los gobiernos estatales y de diversos actores involucrados en la educación. Es decir, todo fue resultado de una imposición.

La situación se ha tornado complicada porque un juez federal –vía amparo- obliga a las autoridades a detener la entrega de las publicaciones y usar las del ciclo anterior, esto bajo argumento de no haberse realizado un ejercicio amplio de consulta para su elaboración.

Las cosas van de mal en peor. De por sí, el sistema educativo mexicano no ha logrado ser consolidado porque para miles de maestros, que no todos, y con la complacencia de la autoridad educativa y el Sindicato Nacional de los Trabadores de la Educación, se ha convertido en una verdadera pachanga, pues no cumplen con el calendario escolar y suspenden clases cuando se les pega la gana hasta, incluso, para celebrar a la virgen de Guadalupe, de ahí que los resultados en las aulas son más que mediocres.

La educación y eso es lo grave, está siendo politizada. Cómo estará la situación que líderes de partidos sugieren a paterfamilias que si están inconformes desechen los materiales. Ah, entonces ¿Arrancarán las hojas de los contenidos en los que no estén de acuerdo para sus hijos?

O del lado de la SEP, que dice que habrá fe de erratas en donde haya errores. ¡Ajá! ¿Pegarán las correcciones en cada capítulo? Eso es patético.

El problema es que los estados morenistas, como es de esperarse, no harán nada por llevar la contraria a López Obrador.

Tlaxcala es el mejor ejemplo de ello, el titular de la Secretaría de Educación Pública del Estado, Homero Meneses, está en todo, menos en la responsabilidad para la que fue asignado. Día y noche vive en la política, adulando a su líder máximo, soñando con ser gobernador y criticando a los llamados “fifís”, neoliberales y conservadores.

De todo quieren sacar raja política y beneficios personales. Los gobernantes en turno son iguales, están cortados con la misma tijera. Apenas llegan al poder y marcan su territorio.

Explico: asignar el color de sus partidos en placas, licencias, tarjetas de circulación, documentos oficiales y hasta ordenar la forma de vestir de burócratas y funcionarios puede entenderse –que no justificarse- como estrategia para seguir teniendo presencia política, pero imponer el sello de la llamada Cuarta Transformación en los Libros de Texto Gratuitos, raya en el cinismo.

Sostengo lo que digo. La educación debe estar libre de la política pues, con esa absurda mezcla, será imposible trabajar, menos con materiales que no tengan bases pedagógicas adecuadas y carezcan de objetividad.

La propia Unión Nacional de Padres de Familia que, por cierto, en Tlaxcala es un cero a la izquierda, denunció que los materiales educativos incorporan “ideología marxista, socialista y de género”. Qué delicado.

El artículo tercero de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establece que la educación inicial es un derecho de la niñez, y será responsabilidad del Estado concientizar sobre su importancia. Corresponde al Estado la rectoría de la educación, la impartida por éste, además de obligatoria, será universal, inclusiva, pública, gratuita y laica. Precisamente por ello, no debe estar basada en religiones ni ideologías políticas.

El tema es que el propio Estado es el que sostiene que las críticas que se están dando hacia los libros no son por el material, sino contra la transformación del país que emprende el actual gobierno. El problema es que ni siquiera en los tiempos del priismo se trató de imponer una ideología partidista en el sistema educativo.

Ya chole con su Cuarta Transformación que más bien es una transformación de cuarta. Si la forma de gobernar del PRI era grotesca, los de Morena superan cualquier expectativa. Pero este es el modelo educativo implementado por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y que es denominado “La Nueva Escuela Mexicana”.

Según él, los libros de texto del actual gobierno fueron modificados para que “la educación tenga una dimensión social, humanística y científica, que se había perdido porque durante el periodo neoliberal no querían que se conociera nuestra historia”.

Esto evidencia que no hubo un proceso de consulta amplio para realizarlos, como lo exige la Ley General de Educación del país, que señala que las autoridades deben determinar los programas de estudio considerando la opinión de los gobiernos estatales y de diversos actores involucrados en la educación. Es decir, todo fue resultado de una imposición.

La situación se ha tornado complicada porque un juez federal –vía amparo- obliga a las autoridades a detener la entrega de las publicaciones y usar las del ciclo anterior, esto bajo argumento de no haberse realizado un ejercicio amplio de consulta para su elaboración.

Las cosas van de mal en peor. De por sí, el sistema educativo mexicano no ha logrado ser consolidado porque para miles de maestros, que no todos, y con la complacencia de la autoridad educativa y el Sindicato Nacional de los Trabadores de la Educación, se ha convertido en una verdadera pachanga, pues no cumplen con el calendario escolar y suspenden clases cuando se les pega la gana hasta, incluso, para celebrar a la virgen de Guadalupe, de ahí que los resultados en las aulas son más que mediocres.

La educación y eso es lo grave, está siendo politizada. Cómo estará la situación que líderes de partidos sugieren a paterfamilias que si están inconformes desechen los materiales. Ah, entonces ¿Arrancarán las hojas de los contenidos en los que no estén de acuerdo para sus hijos?

O del lado de la SEP, que dice que habrá fe de erratas en donde haya errores. ¡Ajá! ¿Pegarán las correcciones en cada capítulo? Eso es patético.

El problema es que los estados morenistas, como es de esperarse, no harán nada por llevar la contraria a López Obrador.

Tlaxcala es el mejor ejemplo de ello, el titular de la Secretaría de Educación Pública del Estado, Homero Meneses, está en todo, menos en la responsabilidad para la que fue asignado. Día y noche vive en la política, adulando a su líder máximo, soñando con ser gobernador y criticando a los llamados “fifís”, neoliberales y conservadores.