/ martes 22 de noviembre de 2022

Tintero | Rudeza innecesaria

Las peleas siempre deben ser entre iguales. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, no actúa como jefe de Estado, sino como lo que siempre ha sido, un opositor. Lo único que sabe hacer.

Hace algunos días, miles de personas decidieron protestar porque creen que el titular del Ejecutivo federal tiene planes de desaparecer o limitar en materia económica al Instituto Nacional Electoral y a los organismos electorales estatales. Ahora los reta con una próxima marcha.

No mentir, no robar y traicionar, lo que prometió, es lo que no ha cumplido.

Y explico por qué. No hay calidad moral si tiene en su gabinete como director de la Comisión Federal de Electricidad a Manuel Bartlett Díaz, el autor intelectual del “gran” fraude electoral de este país en 1998 cuando fungía como secretario de Gobernación. Carlos Salinas de Gortari era presidente de México, su jefe

López Obrador llama a Salinas, el jefe de la “mafia política” y seguro, con Bartlett Díaz, ha compartido esas formas de hacer política.

Los organismos electorales en México surgieron de mala forma. Bartlett Díaz, en el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado, decidió en forma unilateral que Carlos Salinas había ganado las elecciones presidenciales cuando el triunfador habría sido Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Emilio Chuayffet Chemor, en tiempos del gobierno de Ernesto Zedillo Ponce de León secretario de Gobernación inició, copiando el sistema de Estados Unidos de América, el sistema electoral, pero no para hacer transparente el proceso, sino para buscar delincuentes que operaban en tiempo de Salinas.

Era una tarjeta naranja, se llamaba Instituto Federal Electoral, era supuestamente un organismo electoral, pero estaba al servicio del Estado.

Con ello, asi lo usó Zedillo, ordenó la detención del general Jesús Hernández Rebollo, quien era el “zar antidrogas”.

Chuayffet Chemor operaba las elecciones para él. Así funcionaban las cosas en México, pero han cambiado.

No vamos lejos. José Antonio Álvarez Lima, como en Televisa, hizo su OTI, montó el escenario, cantó y ganó. Nombró, tras su triunfo, a César Becker Cuéllar (+), encargado de las votaciones, secretario de Educación Pública, pero no pudo con el cargo, miles de maestros, quienes formaron el llamado Movimiento de las Bases Magisteriales, lograron su destitución.

Es más, en una gran manifestación, frente a Palacio de gobierno, el profesor Rubén Ortiz Cano demandó la renuncia del gobernador, algo que nunca había sido visto.

Resultado de ello, el mandatario cedió a las peticiones de los docentes porque sabía que no tenía calidad moral para defender su “triunfo” como titular del Ejecutivo. Tener en el gabinete a quien le dio el mando con su firma, era más que patético.

Ahora, las elecciones son manejadas por organismos nombrados -aún con sus errores- por otra autoridad, los congresos estatales.

Salvo excepciones, en Tlaxcala, quienes los han encabezado de manera correcta son los últimos y el actual. Salvador Cuauhtencos Amieva, Elizabeth Piedras Martínez y el titular temporal Juan Carlos Minor Martínez, saben que la “fuerza del Estado”, ya no es tan fuerte.

En conclusión, deben ser respetados y López Obrador ya vive de su repetitivo discurso: “los conservadores y la corrupción”. Radica en un rancho con amplias extensiones territoriales, sus hijos estudian en el extranjero y el “pueblo”, como lo llama, co-existe en una casa de “cuatro por cuatro”. Tiene tiempo para dejar su ridículo discurso

EPÍLOGO

1.- SOLO PUBLICIADAD… Y la pregunta es: ¿En qué beneficia que un municipio sea capital por un día? En nada. El alcalde de Huamantla, Salvador Santos Cedillo, solo trabaja para el cantante Carlos Rivera ¿Por qué olvidó a su familia en Altzayanca?