- Es necesario voltear a ver a nuestros artesanos y sus familias, y reconocer que enfrentan tremendos desafíos para vivir del arte popular.
Nuestro estado es único por su historia y su cultura. Somos un pueblo con raigambre, con una raíz profunda que se remonta a tiempos más allá de la llegada de los españoles.
Nuestra herencia indígena aún pervive en muchas de las comunidades de la entidad, a través de usos y costumbres que nos dan identidad y sentido de pertenencia.
Una de estas expresiones son las artesanías, que en sus diversas manifestaciones son una parte importante de Tlaxcala, y por ello no solo deben ser promovidas, sino fomentadas y protegidas.
Es necesario voltear a ver a nuestros artesanos y sus familias, y reconocer que enfrentan tremendos desafíos para vivir del arte popular, y uno de ellos tiene que ver con el comercio justo de sus piezas.
Mientras la promoción turística del estado favorece a los prestadores de servicios hoteleros, restauranteros y de agencias de viajes, los artesanos no cuentan con apoyos e incentivos para preservar su arte, lo que pone en riesgo la preservación de los conocimientos para elaborarlas.
En los hechos, no cuentan con una regulación que los proteja, y eso provoca que queden en desventaja ante la competencia desleal con mercancías extranjeras, el plagio y la explotación por parte de intermediarios.
Además, carecen de ambientes propicios para el pago justo de sus creaciones, y lo vemos en las ferias, donde los espacios comerciales que adquieren son costosos, lo que genera que suban el precio de sus productos para obtener una ganancia, o de plano abaratarlos para salir “a mano”.
Hace falta una política pública de promoción y comercialización artesanal para preservar las técnicas tradicionales en la elaboración de artesanías, que son un elemento cultural importante de las localidades, y avanzar en aspectos que le den certidumbre a esta actividad, como el registro de productos, la capacitación para innovarlos, la mejora de las condiciones de trabajo, la posibilidad de asociarse y la vinculación con nuevos mercados.
Las artesanías tlaxcaltecas son de las más variadas y ricas de México. En las comunidades de Tlatempan y Tizatlán, la madera se transforma en máscaras de carnaval y bastones. En Contla, Ixcotla y Chiautempan son conocidos los textiles para la confección de gobelinos y sarapes, y los bordados de Ixtenco y San Isidro Buensuceso, junto con los bordados de canutillo de oro en Huamantla, son referencia de calidad y belleza.
Pero también tenemos las piñatas y alebrijes de Popocatla, los salterios en Altlzayanca, el barro vidriado de Tenexyecac y el barro bruñido de Atlahapa, junto con la cerámica de Talavera de San Pablo del Monte, los trabajos en cantera gris de Xaltocan, y el arte efímero de las alfombras de aserrín de Huamantla y los cuadros de semillas de Ixtenco.
Estimados paisanos: es tiempo de aprovechar las oportunidades que nos ofrece ser un estado vasto en cultura para cobrar vigencia en vitrinas internacionales. Es momento de pensar en grande y recurrir a los beneficios que nos brinda la era digital para lograr mayores beneficios en favor de nuestros artesanos.
Como lo dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador: “fortalecer la economía apoyando a los artesanos, a pequeños productores y microempresarios, es igual o más importante en creación de empleos y desarrollo, que solo apostar a las grandes corporaciones automatizadas y de poca generación de puestos de trabajo”.
Lograr un crecimiento más parejo es posible, pero necesitamos reconectarnos con nuestras propias raíces, y conservar nuestro legado ancestral, porque las artesanías son cultura viva, creaciones que se transmiten de generación en generación, y merecen perdurar mediante líneas de acción claras y definidas que cuenten con respaldo presupuestal.
Muchas gracias por su atención. Hasta la próxima entrega.