IVÁN ARRAZOLA*
Los debates presidenciales son eventos clave en las campañas electorales, ya que ofrecen una oportunidad para el escrutinio público de los candidatos y sus plataformas políticas, permiten a los votantes tomar decisiones más fundamentadas sobre las candidaturas a las que van a elegir como sus representantes, proporcionan una plataforma para que los candidatos expliquen sus políticas y respondan a críticas y preguntas, obligan a los candidatos a confrontar sus ideas públicamente y a rendir cuentas de sus propuestas y antecedentes, finalmente los debates influyen en la percepción pública de los candidatos.
Los tres debates presidenciales se han caracterizado por ofrecer al electorado poca información sobre los proyectos de cada una de las tres fuerzas políticas, el momento que vive el país es particularmente complejo y las campañas presidenciales de las tres candidaturas han estado lejos de poder captar la complejidad del momento y ofrecer soluciones al electorado.
En el caso de la oposición que es la más urgida de subir en las encuestas ha sido clara la incapacidad de la candidata Xóchitl Gálvez para explicar su proyecto de país en los debates, se ha enfocado en tratar de descalificar la imagen de Claudia Sheinbaum, lo que Gálvez no parece entender es que Sheinbaum no es su principal enemiga, el verdadero enemigo son las intenciones del oficialismo de cambiar el régimen y concentrar más poder en el partido gobernante, así como explicar las desastrosas consecuencias que ha tenido concentrar la gestión de los asuntos públicos en pocas manos como ocurre con el tema de la salud.
En esa misma problemática de comunicación parece encontrarse Claudia Sheinbaum, que durante el primer debate presidencial dio pinceladas de cierta independencia política dentro de un movimiento en el que el poder de su líder es sofocante, pero ese primer debate presidencial se convirtió en un problema para Sheinbaum porque mostró a una candidata que de cierta forma se deslindaba de los excesos del obradorato, lo que le provocó el reproche presidencial y de los medios aliados, y obligó a un cambio en la estrategia en el segundo debate mostrando a una candidata mucho más acotada, lo que genera dudas sobre cuál es el proyecto de Sheinbaum.
Lo que los debates presidenciales sí han mostrado es el verdadero carácter de Sheinbaum, que no es el mismo que ofrece en los spots electorales, en los cuales se muestra empática y sonriente, en los debates ha mostrado lo contrario, una actitud soberbia, acompañada de enfado, enojo y una actitud impositiva, durante el primer debate cuestionó a una de las moderadoras y decidió de manera unilateral cambiar el tema, según ella ya se había discutido mucho ese tema, en los temas incómodos prefiere evadir y señalar que esos temas ya fueron “aclarados”, las conductas y las evasivas de Sheinbaum generan incertidumbre sobre su proyecto, si su visión es que todo va bien en el país, en realidad no hay mucho que cambiar, habrá continuidad en las políticas y en la forma de gobernar por seis años más.
En el caso del novel candidato, Álvarez Máynez, ha sido claro que su desempeño en los debates ha sido cuestionable, no solo por la superficialidad que ha mostrado en los primeros dos debates y en la campaña, la sonrisa permanente o la canción de su campaña, si bien ha sido un candidato articulado, las ideas que ha expuesto han sido poco claras, es el partido de oposición que al no aliarse ni con el oficialismo ni con la oposición se esperaría que genere una propuesta de tercera vía, pero eso no ocurrió con Máynez, más enfocado en atacar a Gálvez y sumamente respetuoso con Sheinbaum durante los debates.
En ese sentido Álvarez Máynez ha mostrado consistencia entre lo que ha mostrado en su campaña basada en la mercadotecnia política y enfocada en dividir el voto opositor y lo que ha mostrado en los debates, un proyecto político sin ideas claras.
Las tres candidaturas lo que mostraron a lo largo de los tres debates es la incapacidad para comunicar sus ideas y su proyecto de país, Gálvez por las limitaciones para articular sus ideas y la falta de preparación para una candidatura opositora que le ha quedado grande, Sheinbaum porque se encuentra acotada por un movimiento que no permite el menor grado de disidencia e independencia política, y Máynez porque sabe que su campaña y su candidatura son intrascendentes para el país, con esta pobreza de ideas el electorado tendrá que acudir a las urnas más por costumbre que por la convicción de defender un proyecto.
*Analista político y colaborador de Integridad Ciudadana A. C.
@ivarrcor @Integridad_AC