Con casi 80 litros de pintura, la ayuda de una grúa y en el asombroso tiempo récord de dos días, el artista jalisciense Enrique Chiu dirigió la creación de “El corazón de Tlaxco”, el mural urbano más grande de nuestro estado.
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Esta obra de 264 metros cuadrados se encuentra en el Complejo Deportivo del pueblo mágico y es un escenario ideal para que vayas a tomarte la foto mientras te sientes en casa, así lo manifestó Enrique Chiu en entrevista para El Sol de Tlaxcala. Y no es para menos, cada detalle nos recuerda el pasado y presente del municipio: la Barca de la Fe, los juguetes de madera, la parroquia de San Agustín, la gastronomía y hasta el paisaje geográfico están presentes con vibrantes y llamativos colores.
De acuerdo con el artista, la construcción del mural parte de la identidad de los tlaxquenses y no son un azar los motivos que se eligieron para pintar, pues “a todas las personas que pasaban por donde estábamos pintando les preguntaba ¿qué le falta? y ellos aportaron sus ideas, por eso hay queso, toros, la peña y hasta el Tlaxcomovil está ahí”.
No obstante, un enorme corazón se roba la escena, pues para Chiu este símbolo representa algo más que el amor romántico.
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Estoy haciendo corazones por todo el mundo que le peguen a lo real sin ser perfectos. Así empezó: con el corazón en grande y unas alas para que la gente vuele cuando lo vea, además, el sereno azul cielo que ilumina el fondo tiene una buena razón de ser. Cuando alguien se pare de frente y el cielo tenga el mismo color del mural, se verá el corazón de Tlaxco flotando y entenderá por qué elegimos esta imagen, se sentirá dentro de ellaconfesó Chiu.
ARTE E IDENTIDAD
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“Necesitamos apasionarnos por las cosas porque la humanidad necesita cariño y, si hay que creer en algo, es mejor creer en el arte”, sostuvo el artista mientras explicó que la creación del mural estuvo acompañada de más de veinte manos voluntarias que acudieron al llamado de la diputada Diana Torrejón, patrocinadora de la obra.
Agregó que: La gente se sumó con cariño, podía sentirse ahí un convivio. Incluso el conductor del Tlaxcomovil llegó al enterarse que lo estábamos dibujando. No faltaron los valientes que se subieron a los andamios, a la grúa a pintar, quienes dejaron su corazón en esas horas de trabajo.
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Por otro lado, Enrique Chiu explicó para nuestros lectores que este trabajo muralista es muy básico por una importante razón: “No está muy detallado porque es efímero. Un mural, en la intemperie, se conserva entre 5 y 10 años. Por eso los colores también son muy básicos, para que sea más fácil restaurarlo sin necesidad de que yo esté presente. Pero no deja de ser un trabajo colorido que todos podemos disfrutar, me encantó pintarlo”.
Fueron tres principios los que motivaron cada brochazo: la intención de expresarse a través del arte, la propuesta del desarrollo personal y la creación de una identidad moderna. Con el arte podemos mover emociones y expresarnos de manera diferente; por eso es importante poder difundir la cultura en general, pues el desarrollo psicológico, personal y físico parten de eso. También pensamos en una buena forma de difundir la ciudad, el espacio, la identidad, las tradiciones y las costumbres.
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El tema es vincular el arte con la sociedad y ¿qué dejamos en Tlaxco? su identidad; ¿Qué dejé yo? mi corazón”.
EL ARTISTA DE LA COLECTIVIDAD EN TLAXCALA
Enrique Chiu es un artista en todo el sentido de la palabra. Mientras explica su obra, de su voz emerge una insostenible pasión por el arte y un recio compromiso con las causas sociales. Ha pintado, dentro y fuera del país, más de 100 murales en un plazo de 20 años y fue uno de los 4 ponentes mexicanos invitados a la ceremonia de la decimoctava edición del Premio Nobel de la Paz por su trabajo “Mural de la Hermandad” en muro fronterizo de México y Estados Unidos.