El pinole, un tesoro culinario de la cocina tlaxcalteca, sigue deleitando paladares con su exquisita y ancestral receta. Este polvo aromático, elaborado a partir de maíz tostado, canela y endulzante, se ha convertido en un emblema de la tradición y la historia gastronómica del país.
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Según Diana Franco, cocinera tradicional y productora de maíz del municipio de Terrenate, el pinole es un legado invaluable de las civilizaciones prehispánicas. Más allá de su delicioso sabor, este manjar es altamente nutritivo, siendo una opción apta para niños y adultos por igual.
Franco destaca que el pinole es una fuente rica en antioxidantes y diversos minerales esenciales, incluyendo calcio, magnesio, hierro, potasio, fósforo, zinc y sodio. En muchas comunidades indígenas de México, el pinole aún se consume como una bebida energética, proporcionando el impulso necesario para enfrentar las labores diarias con vitalidad.
La tradición detrás del pinole va más allá de su preparación. Existe un refrán popular que dice: “El que tiene más saliva traga más pinole”, haciendo referencia a la necesidad de mantener la boca húmeda para disfrutar plenamente de este polvo de maíz tostado.
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El pinole no se limita a una sola forma de preparación. Existen numerosas recetas que incorporan este ingrediente, como: atole, agua, galletas y hot cakes, entre otros.