Los hijos de Isabel II, encabezados por el rey Carlos III, velaron el viernes el féretro de su madre en Westminster Hall, la capilla ardiente para la que muchos británicos están dispuestos a esperar en colas de más de 20 horas.
Con rostros circunspectos, Carlos III y sus hermanos Ana, Andrés y Eduardo entraron en el majestuoso salón, la parte más antigua del Parlamento británico, y en un silencio sepulcral avanzaron hasta el féretro.
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Subieron ceremoniosamente tres de los cuatro peldaños rojos sobre los que está situado el catafalco y se colocaron a sus cuatro costados con la cabeza gacha de espaldas al féretro.
Allí permanecieron 12 minutos ante la mirada atenta de los británicos que seguían desfilando frente a los restos de la reina para darle su último adiós. Después, abandonaron el salón con la misma solemnidad.
Conocida como la vigilia de los príncipes, esta tradición se remonta a 1936, cuando los cuatro hijos de Jorge V montaron guardia sin avisar en torno a su ataúd.
La princesa Ana ha participado por primera vez en la vigilia de los príncipes, ya que en 2002, cuando murió la reina madre, Carlos, Andrés y Eduardo estuvieron acompañados en la vigilia por su primo el vizconde David Linley, mientras que Ana quedó apartada.
Anteriormente, Carlos y sus hermanos ya velaron el féretro el lunes en Escocia, donde la monarca falleció a los 96 años el 8 de septiembre cuando se encontraba en su residencia veraniega de Balmoral.
En aquella ocasión, Andrés no vistió su uniforme militar, un honor del que la propia reina le había privado en vida debido a un escándalo sexual, pero el viernes, una excepción le permitió lucir sus galas.
También podrá hacerlo el príncipe Enrique, de 38 años, que en 2020 decidió con su esposa Meghan abandonar la familia real, cuando este sábado participe junto a los otros siete nietos de Isabel II en una vigilia similar.